El día del festejo de Lily llegó y Day estaba nerviosa. Había preparado una fiesta hermosa en un salón de fiestas enorme. Ya tenía todo listo, solo tenía que llegar a casa de Trent, ayudarle a preparar a Lily e irse los tres juntos al lugar. Decidió usar el mismo vestido gris que había usado en la maravillosa cena que tuvo con Leonard en su auto, dado que ese día él ni siquiera lo había visto pues casi todo el tiempo estuvieron dentro del coche. Así que en la fiesta estaría especial pues todos podrían admirarlo.
Carol y Marco estaban invitados, pero habían dicho que irían más tarde pues aún no habían conseguido un lindo regalo para la cumpleañera. Así que Day se preparó y salió de su casa. Iba demasiado feliz como solo una madre podía estarlo en la primera fiesta de cumpleaños de su hija.
Había mandado dos mensajes de texto a Trent preguntándole si ya estaba listo, pero no había respondido aún, debía estar apurado preparándose o quizá se había quedado dormido. En fin, si estaba dormido solo entraría y lo despertaría, como lo había estado haciendo últimamente.
Llegó a casa de Trent y entró utilizando su llave. No hubo necesidad de desactivar la alarma, pues durante el día cuando él estaba dentro de la casa no solía activarla.
—¡Trent, Lily. Ya llegué! —gritó emocionada—. ¿Quién está lista para su fiesta?
Bueno en realidad no debe estar nada lista, pensó sabiendo que Trent era pésimo en cuestión de poner linda a su hija.
—¿Trent? —No lograba verlo ni en la sala, comedor o cocina. Todo estaba muy silencioso.
—¿Qué haces aquí? —Summer salió con Lily en brazos, de la habitación de Trent. ¿O debía decir su habitación?
—¡Summer! Hola, yo… —no sabía qué podía decirle así que optó por la verdad—. Yo vengo por Trent y por Lily.
—Claro, Trent ya me comentó que le planeaste una fiesta de cumpleaños a mi hija —recalcó mucho la palabra “mi”, tenía que hacerlo—. ¿No pensaste que yo podía venir a hacerle su fiesta?
—Pues, a decir verdad, no. Ni lo pensé ni lo creí. Una fiesta se necesita preparar con mucho tiempo de anticipación y tú…
—Yo me encargo, gracias. —La miró y sostuvo a Lily con más fuerza—. Te puedes retirar.
—Pero… —Day comenzó a darse media vuelta para irse de ahí, pero decidió enfrentarse a Summer—. ¿Sabes qué? Si tú quieres me voy, no importa. Pero te voy a decir algo: no puedes irte y abandonar a tu hija para regresar después de meses. Piensa en ella. Ella ya se acostumbró a mí, y sé perfectamente que no soy nadie… me refiero a que no soy ni su mamá ni su tía ni nada por el estilo. Pero…
—¿De qué estás hablando, Day? ¡Yo soy su madre! ¿Acaso se te ha olvidado eso?
—¡Claro que no se me olvida! Pero déjame hablar. Yo soy la mujer que ha cuidado de tu hija todo este tiempo. ¿Pensabas que Trent lo iba a hacer solo? ¡Trent tiene un trabajo! —Para ese momento, Day estaba imparable. No había reparado en que Trent había salido de su habitación y la miraba sorprendido—. Baja a Lily al suelo y verás que ya empieza a caminar, ¿no lo sabías, cierto? Pues no, porque tú no le enseñaste. ¡Tú estabas muy lejos de aquí, con tu amante, mientras nosotros nos desvelábamos por el bien de Lily!
¡Wow! ¿Qué he dicho? Se arrepintió totalmente de la última frase, pero ya no había vuelta atrás.
—Así que… me voy —dijo Day mientras se daba la media vuelta para retirarse, sabía que no había manera de reparar lo que había dicho.
—Espera —dijo Summer y Day creyó notar un signo de arrepentimiento en su voz—. ¿Vas a dejar que tu novia me hable así? —Cuando la miró, supo que era a Trent al que se dirigía. Él ya estaba sosteniendo a Lily en sus brazos pues al parecer Summer estaba muy enojada y no dejaba de moverse.
—Summer, por favor. No es mi novia.
Esas palabras le dolieron en el alma. No por lo que había dicho Trent, pues no estaba nada alejado de la verdad. Sino porque sabía que con esas palabras la estaba sacando de su vida y de la vida de Lily. No pudo escuchar lo que decía Trent pues estaba luchando contra las ganas inmensas de llorar, no podía imaginarse cómo sería su vida sin Lily pues ya le había tomado mucho cariño y sabía que era por eso por lo que estaba dispuesta a comenzar una relación con Trent. No pudo aguantar más y salió corriendo con las lágrimas corriéndole por las mejillas.
Tenía que salir de ahí antes de que la vieran llorar.
Llegó rápidamente a su casa y se encerró en su habitación. No quiso dar explicaciones, pero Carol supo inmediatamente que algo andaba mal y por primera vez en su vida no le hizo preguntas, solo la dejó pasar.
Una vez acostada en su cama, sacó su celular de su bolsa y vio que tenía varios mensajes de texto sin leer, seguramente habían llegado cuando ella estaba luchando contra su llanto y tratando de mantenerse a salvo mientras manejaba.
“¿Por qué te fuiste?”
“Day, por favor, regresa.”
“No lo malinterpretes, por favor. No sé qué quiere Summer aquí.”
“Lily te extraña.”
Con ese último mensaje, su llanto salió de nuevo sin ningún problema. La pobre Lily no tenía la culpa de todo esto.
Mientras se limpiaba una y otra vez las lágrimas y la nariz, que chorreaba igual que sus ojos, un nuevo mensaje de texto llegó a su celular:
“Entiendo, no quieres hablar. Festejaré a Lily como lo merece y disfrutaremos la hermosa fiesta que le organizaste (gracias). En la noche te llamo. Tenemos que hablar.”
Se pasó la tarde acostada y llorando, se sentía como una chica de secundaria devastada porque su novio la había dejado; pero ella sabía que sus lágrimas tenían razón. Le dolía demasiado alejarse de esa hermosa niña que le había robado el corazón y claro, además ese día le iba a proponer a Trent iniciar una relación.
Ni siquiera se quitó el vestido y dejó que se arrugara y se llenara de lágrimas y demás.
No le importaba.
Carol entró a su habitación haciendo un poco de ruido para anunciarse, llevaba la cena en una bandeja. Se quedó ahí de pie mirando a su hija un buen rato y estuvo a punto de decir algo varias veces pero ninguna palabra salía de su boca. Ella tampoco se había quitado el vestido que se había puesto temprano para la fiesta de cumpleaños de Lily. Day también quiso decirle algo, desahogarse, pero sabía que en cuanto pronunciara una palabra empezaría a llorar de nuevo y no lo quería hacer frente a su madre.