El invierno se había adelantado y el frío se sentía en el aire. La ciudad se ponía en fiesta y pronto sería la festividad de la Navidad. Un cabello castaño se agitaba de un lado a otro, colocando adornos por todos lados. El rojo y el blanco acompañaban el verde de las botas navideñas colgadas en la pared. Verónica rebosaba de alegría con esta festividad, y se vería con la persona que amaba y respetaba. Su mamá Alejandra estaba ocupada en la labor de la casa y solo quería que todo estuviera ordenado, como siempre le gustaba.
-Hija hay que estar listas y todo debe estar perfecto, en su mirada gozaba de alegría y Verónica podía notar que su mamá también estaba entusiasmada, por fin su mamá y su abuela estarían conviviendo esta época. Al parecer este año todo se había aclarado, esta Navidad sería increíble. Mientras por otro lado Verónica por fin estaría abrazando a su amor que no estaba aquí. Toques interminables uno tras otro llamaba a la puerta. Con disgusto se fue a ver quién era.
- Se puede saber, ¿Por qué tocas como una desesperada? Con agitación por ver corrido se abalanzó en un fuerte abrazo. - ¿Qué te sucede, Fátima?
Que me sucede, lo que pasa es que mi familia y la tuya podremos convivir unidas. Le dio un abrazo fuerte. -Tienes razón amiga, esta navidad será diferente.