Luz de esperanza

Luz de esperanza.

Es difícil pensar en la navidad cuando de ella no tienes buenos recuerdos, no le echo la  culpa a ella por lo ocurrido en mi vida, igual pudo haber sido otra fecha, pero fue precisamente en noche buena cuando mis padres sufrieron un accidente por culpa del mal estado de las vías y la gran cantidad de nieve que caía en ese momento, yo también iba en el auto esa noche, en mi mente quedo grabado las luces de navidad en las cuales nuestro carro fue a parar, fue lo último que vi mientras perdía el conocimiento.

Me desperté al otro día con múltiples contusiones, mi tía estaba sentada a mi lado.

-¿Qué paso? Pregunte un poco confundida.

-mi amor, lamento decirte que tus padres han muerto. Respondió entre sollozos intentando ser fuerte, Y a mis diez años quede huérfana, sin motivo de existencia y aunque mi tía estaba conmigo el sentimiento incesante de soledad se apodero de mi desde ese momento. Cada navidad no puedo evitar recordar lo sucedido y prefiero estar sola, mi ella se esfuerza mucho para que participe en sus reuniones en la víspera de navidad, ya que le gusta rezar la novena navideña, costumbre que adquirió en uno de nuestros viajes a Colombia, es lo bueno de vivir con una tía solterona, tiene mucho dinero y negocios, los cuales le permitían darse una vida de lujos y comodidades, y ya que no tenía hijos se esforzaba en darme más de lo que pudiera pedir, aunque no se pude negar que tiene sus amoríos los cuales no se molesta en esconder. Siempre dice que lo mejor que un ser humano puede tener es estar rodeado de amor, ya me imagino a qué clase de amor se refería.

Con 17 años de edad soy una persona bastante independiente, casi he terminado mis estudios, ya que los he adelantado estudiando en casa y debido nuestros constantes viajes no me permiten asistir a un colegio, así que estudiaba en casa y presentaba pruebas a final de año, me encantaba leer, así que el estudio no fue problema para mí.

En esta navidad mi tía decidió hacer un una gran cena, ya que regresamos a nuestro hogar, después de tantos viajes. Creo que a ella también le afectaba venir a este lugar, el no ver a nuestros seres queridos nos llenaba de tristeza, especialmente a mí.

Organizar el pesebre era una de mis tareas favoritas cuando lo hacía con mis padres, todo en esta época me remontaba a los recuerdos más felices de mi infancia, pero a la vez me llenaban de tristeza.

Todas las mañanas me levantaba, hacia mis obligaciones, las cuales eran impuestas por mí misma ya que no me gustaba estar sin hacer nada, y aunque teníamos tres empleados que se encargaban de todo, me gustaba colaborarles, gracias a esto había aprendido a cocinar y hacer todo por mí misma, quería mucho a estas personas que siempre nos acompañaban a todos los lugares que íbamos, me habían visto crecer, y yo los trataba como de mi familia, eran los únicos amigos que tenía, aparte de mis grandes amores de novelas literarias que me hacían viajar a diferentes mundos sin siquiera poner un pie fuera de mi cuarto.

-hija te estaba buscando.

-¿qué necesitas tía?

-quería pedirte que vayas al supermercado a comprar la decoración y los bocadillos para el primer día de la novena.

-¿es hoy?

-claro hija, en qué mundo vives por Dios, hoy es 16 de diciembre, además invite a todos los niños del vecindario.

-¿Cuántos son?

-alrededor de unos 40 niños más sus padres.

-¿qué? ¿Por qué tantos?

-son los que viven en el vecindario, bueno solo los que celebran la navidad. Estoy segura que esta navidad será inolvidable.

-hay tía, tú y tus tradiciones.

-toma la tarjeta de crédito y compra lo que necesites, pregúntale a Marta la cocinera que hace falta para los refrigerios.

-si tía no te preocupes.

-cuídate, ponte los lentes oscuros y ten cuidado con las luces. Dijo mientras me daba un beso en la frente.

Tome mis lente oscuros y me dispuse a salir, en esta época navideña no podía salir a la calle sin ellos, después del accidente de mis padres adquirí un miedo profundo por las luces intermitentes, tal era el miedo que me provocaban desmayos, y en casos más severos ataques de pánico.

Las calles estaban llenas de persona, decidí caminar para recordar mi hogar y como el supermercado no estaba tan lejos, no le vi problema. Pero estando en las calles fue otra cosa, todo estaba lleno de luces, intentaba caminar viendo el suelo pero era difícil, me tropezaba con todos, no me di cuenta en que momento la luz del semáforo se puso en rojo y cruce, sentí como el auto me golpeo aunque con poco fuerza, fue la suficiente para tirarme al piso.

-¿estás bien?

-¿Dónde están mis gafas? Pregunte agitada.

-casi te atropello y lo primero que preguntas es donde estas tus lentes. Dijo ese joven entre risas, mientras buscaba a su alrededor.

-tengo que ponérmelas. Dije angustiada.

-aquí están toma.

-gracias. Dije arrebatándolas de sus manos.

-¿Por qué te pones lentes si no está haciendo sol? Además tus ojos son muy hermosos para ocultarlos.

-eso no le incumbe. Respondí mientras me retiraba.

Había sido toda una hazaña para mí, pero al fin y al cabo logre llegar a la puerta del supermercado, -debo terminar esto rápido. Dije para mis adentros.-pero ahora si tomare un taxi, no quiero tener otro accidente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.