Luz de estrella

Dos

– Es absurdo – dije con molestia hacia mis padres sin poder creer lo que me acababan de decir.

Nunca lo había visto, y la idea de que viniera a mi casa a pedir mi mano me parecía un disparate, el chico estaba demente si creía que mis padres me entregarían a alguien que no conozco.

– No entiendo su preocupación, el chico se fue después de que le dijeran que no iban a darle mi mano, fin de la historia. No tienen de que preocuparse – dije encogiéndome de hombros y volviendo a la tarea de degustar mis fideos que mi madre había preparado.

Ante su silencio volví a dejar los palillos en su lugar para ver a mi mamá con lágrimas en sus ojos.

– Ustedes dijeron que no, ¿no es así? – pregunté esta vez con algo de duda.

– Lo siento, lo siento tanto Minying – decía mi madre en medio del llanto.

No.

Esto no podía ser.

Esto era un mal sueño. No era verdad.

– No es verdad – dije en un susurro.

Eso no podía ser verdad. Mis padres, ellos no podían haberme entregado a ese chico como si yo fuera una mercancía. Ellos me amaban más que nada en el mundo y no podían entregarme así como si nada.

– No es cierto. Papá, di que no es cierto. ¡porqué no estás diciendo nada! ¿Él los amenazo o algo así? – grité al ver que ninguno de los dos me respondía y solo bajaban sus cabezas con lágrimas cayendo de sus ojos.

– Van a hipotecar la casa Minying, sabes que nunca tuvimos una buena economía y ahora no tenemos suficiente dinero después de que perdí mi puesto en la compañía, no puedo con los gastos de esta casa y… y tus medicamentos son más caros que antes – dijo lo último en un murmullo pero pude escucharlo con claridad.

– ¿Y por eso entregaste a tu hija con un hombre rico? – pregunté con la voz entrecortada. Las lágrimas ya habían comenzado a caer y mi débil corazón dolía dentro mi pecho.

– Lo hice por ti, por tu salud. No voy a poder pagar tus medicamentos, ni tus chequeos médicos, tu salud podría empeorar si eso sucede y no hay otra opción. Ese chico llegó a nuestras vidas como un ángel a quién necesitábamos en estos momentos, debes entenderlo – dijo mi padre acercándose a mí con pasos lentos. Yo me mantenía mirando fijamente un punto en el suelo mientras las lágrimas caían de mis ojos sin poder detenerlas y me repetía constantemente que esto no era verdad, que solo era un mal sueño y que pronto despertaría, que volveríamos a reír mientras teníamos un picnic familiar y Hoseok estaba ahí con nosotros, que al despertar le contaría a mi madre el sueño tan extraño que había tenido, porque eso era, un mal sueño, porque no podía creer que las personas que más amo en la vida me hayan entregado a un desconocido.

Mi papá me abrazó pero yo me aparte de él levantándome del sillón.

– No voy a casarme, no lo haré. ¿No lo entienden? Nunca lo he visto y no quiero casarme con alguien a quien no amo. Vamos a encontrar una solución a esto, Hoseok… él puede encontrar una solución –

– Hoseok no puede hacer nada Minying, es hora de que veas la realidad. El amor no puede solucionarlo todo, Jeon Jungkook sí. Así que no puedes negarte – dijo mi madre acercándose a mí. Pero ya no veía más a esa mujer que tanto amaba, ya no podía verlos como antes porque ahora yo estaba siendo entregada por ellos.

– No, no lo haré – dije entre murmullos desesperados y la respiración acelerada. Sentía como mi pecho dolía y me impedía respirar con normalidad. Los latidos de mi corazón estaban aumentado y la necesidad de respirar también iba en aumento. Mi mente parecía estar en blanco y mis piernas se habían debilitado.

¡Minying! –

El grito de mis padres diciendo mi nombre fue lo último que escuché antes de que todo se volviera negro.

 

 

                                                                    |.....|

 

 

Abrí mis ojos con pesadez y observe mi alrededor con cuidado. Lo primero que vi al abrir mis ojos fue el techo color blanco arriba de mí y las pequeñas estrellas que resaltaban en la poca oscuridad de la habitación. Me incorpore de golpe al darme cuenta que no estaba en mi habitación pero tuve que volver a acostarme en la cama por el repentino mareo que me dio al levantarme.

Sentí como mi respiración se volvía más acelerada ante el pánico al desconocer el lugar donde me encontraba y con lentitud -para evitar marearme – observe mi alrededor, prestando absoluta atención a los muebles costosos a mi alrededor y al gran ventanal frente a mí, era más que obvio que esta no era mi habitación, ni siquiera estaba en mi casa y el temor me invadió al pensar que tal vez ni siquiera estaba en mi ciudad.

Me levante deprisa de la cama sin importarme el mareo que tenía y abrí las cortinas color melón del ventanal. Al abrirlas pude ver el gran jardín frente a mí y me di cuenta que estaba en una segunda planta de la casa al ver que todo se veía más lejano aquí arriba. Pude notar que la casa era enorme porque aún habían más habitaciones al rededor del jardín, era una gran mansión. Y no hubo necesidad de cuestionarme a quien pertenecía, pues la conversación de mis padres había venido a mi mente.

Yo había sido entregada solo porque ellos no podían con la carga de una hija enferma que no tiene esperanza de una larga vida, me habían entregado a un completo desconocido que según ellos era un ángel que nos había ofrecido su ayuda, pero yo sabía que no era así, no sabía cuales eran sus verdaderas intenciones y no sabía porque un hombre como él quisiera a una pueblerina con una enfermedad cardíaca como yo. No entendía lo que él planeaba y eso me asustaba.

Si tan solo mi abuela estuviera aquí, ella no hubiera permitido algo como esto.

Y con ese pensamiento las lágrimas comenzaron a caer de mis ojos, mi corazón volvió a doler dentro del pecho ante el sentimiento de traición que parecía no querer desaparecer, no podía aceptarlo el día de ayer, pero hoy, hoy la realidad me había golpeado repentinamente. Ni siquiera tuve la opción de negarme o de despedirme, fui arrebatada así sin más.




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