Luz de estrella

Tres

 

Sería mentir si dijera que no tenía hambre, podía sentir mi estomago rugir pero mi orgullo era más grande. No quería salir a pedirles comida, me negaba hacerlo. Ya habían pasado horas desde que estaba encerrada en la habitación sin comida y me había dado cuenta de ello al ver el cielo oscurecido a través de la ventana, pero mi carácter orgulloso se negaba a doblegarse.

Me sentía sofocada al estar encerrada a pesar de que la habitación donde me encontraba era amplia, solo podía dar vueltas a mi alrededor mientras pensaba en una manera en la que pudiera contactar a Hoseok o tal vez la mejor opción era esperarlo, esperar a que se diera cuenta de mi ausencia y decidiera venir a buscarme. Hoseok era mi príncipe, así que esperaba que él pudiera venir a rescatarme de este enorme castillo.

Detuve mi andar frente al gran espejo que estaba en la habitación y pude ver que mis ropas realmente no combinaban con los lujos de esta casa. Observe la ropa tirada en el suelo y tome uno de los vestidos que se encontraban tirados; era color azul cielo y a pesar de que se veía sencillo, la tela se sentía suave al contrario de la blusa que yo traía, la volví a dejar en el suelo y seguí observándome en el espejo, pude notar las ojeras que estaban empezando aparecer debajo de mis ojos, mis labios se encontraban agrietados y habían perdido el color, mi rostro estaba pálido y realmente se notaba mi semblante enfermo. Ya sabía la razón de ello, no había tomado el medicamento que me habían ofrecido y ahora estaba sufriendo las consecuencias.

Me deje caer con cuidado en el suelo, mis piernas se sentían débiles y mis manos habían comenzado a temblar ligeramente, mi garganta se sentía seca y aunque quisiera caminar hacia la cómoda para tomar las pastillas, no podía hacerlo. Mis piernas habían perdido la fuerza y mi cuerpo se había debilitado, me sentía desfallecer y los latidos de mi corazón comenzaron a retumbar en mis oídos.

Escuché la puerta de la habitación abrirse de golpe y a un hombre acercarse de prisa hacia mí.

– ¡Minying! – exclamó con preocupación. Me tomo en sus brazos y lo escuché hablar con el hombre de hace un rato.

– Minying, no cierres tus ojos, mírame – dijo agarrando mi rostro con delicadeza, como si yo fuera de cristal y pudiera romperme en cualquier momento.

Pude mirar detenidamente sus profundos ojos negros que me miraban con preocupación. Sus ojos eran totalmente negros pero tenían un brillo en ellos que me era difícil describir. Me había concentrado tanto en ver sus ojos que me había perdido en ellos, a mi mirar, estos eran como un oscuro cielo que era iluminado por las estrellas, eran tan oscuros que podías perderte en ellos con tan solo mirarlo unos segundos, pero ese brillo en ellos, eran como estrellas en una noche oscura.

Jungkook sostuvo firmemente mi cabeza – sin llegar a ser brusco -; metió con cuidado la pastilla a mi boca para después dejar caer el agua en ella. Yo aún estaba consciente y es por esa razón que pude tomar la pastilla sin ningún problema.

Los latidos de mi corazón aún no se habían calmado pero ya me sentía más tranquila que antes. Jeon Jungkook aún se mantenía sosteniéndome entre sus brazos mientras acariciaba suavemente mis cabellos, sus caricias me tranquilizaban y el dolor en mi pecho comenzaba a desaparecer. Aún no comprendía lo que tramaba con esto, pero quería creer que él no era una mala persona.

– ¿Porqué la dejaste aquí sola sin haber hecho que tomara sus medicamentos? – preguntó con voz severa mientras miraba fijamente al chico de hace un rato, quien se mantenía con la mirada baja.

– Lo siento, ella se negaba a tomarlo así que le deje los medicamentos para que los tomara cuando quisiera – contestó el chico de cabello rubio, éste se mordisqueaba con nerviosismo sus labios abultados y mantenía la cabeza gacha.

– ¿Y qué hay de la comida? ¿Planeabas matarla de hambre? – preguntó de nuevo Jungkook, esta vez con un tono más grave en su voz que causaba escalofríos.

– No señor, me disculpo por eso – contesto el chico dócilmente, se mantenía jugando con los dedos de sus manos con inquietud mientras miraba fijamente el piso, como si temiera ver la reacción de su jefe. Yo me mantuve quieta en sus brazos al sentir el ambiente más pesado que antes.

– No puedes cometer otro error así Park Jimin, espero que te quede claro –

El chico llamado Jimin asintió ante la orden de Jungkook y dejo de juguetear con sus manos para levantar su mirada de nuevo e inclinarse ligeramente a manera de reverencia.

Jungkook se levantó conmigo en brazos para ponerme de pie, y así lo hice. El mareo y el dolor ya habían pasado pero me negaba a abrir la boca al ver que con tan solo unas palabras suyas había creado un ambiente tan tenso a su alrededor y los sirvientes habían bajado sus miradas ante su tono molesto. Ellos le tenían miedo y yo no quería descubrir la razón detrás de ello.

– Deja que ellas te alisten y baja a comer – me ordenó para después salir de la habitación.

Pude percibir como los sirvientes dejaron salir un suspiro al ver que Jungkook había dejado la habitación como si hubieran estado manteniendo la respiración hace un instante.

– Por favor, deje que la vistan – pidió con amabilidad Jimin. Yo solo asentí, pues no quería ocasionarles ningún problema.

Las dos chicas frente a mí se apresuraron a meter las ropas que yo había esparcido en el suelo en el clóset que estaba a lado de la cama. Las vi dejar encima de la cama el vestido azul cielo que yo había agarrado con anterioridad, trajeron unas zapatillas color blanco brillante y sacaron del tocador unos pendientes de cadena largo color plateado junto con un collar de la misma tonalidad.

Esta vez me puse obedientemente el vestido que me habían dejado y las dejé que me ayudaran a ponerme los pendientes y arreglarme el cabello. Me sentía incómoda con todos los cuidados que me estaban dando pero no podía negarme, no quería que los sirvientes pagaran por mi rebeldía y en estos momentos realmente temía la reacción de Jeon Jungkook.




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