Luz de estrella

Ocho

 

– ¿Volviste abrir la boca, no es así? – preguntó Jimin entrando a mi habitación sin tocar – como antes hacia -.

– También me alegra verte Jimin – dije de manera sarcástica a lo que Jimin rodó los ojos, un gesto tan característico de él.

– Sé que dijiste algo que no debías, debí acompañarte – dijo sentándose en la silla que estaba en el tocador.

– Aunque hubieras ido nada cambiaría. Me compro un teléfono nuevo y un reloj para medir los latidos del corazón, nadie hace algo así solo porque si –

– Deberías estar agradecida, pero ya me quedo claro que tu cabeza esta hueca – dijo con reproche mientras me miraba con expresión molesta.

– ¿Acaso estás obsesionado con Jeon Jungkook? – pregunté para molestarlo, pero me giré a mirarlo con rapidez al pensar que tal vez esa era la razón por la que se preocupaba tanto por él.

Al voltear Jimin tenía cara de poker mientras tenía los brazos cruzados y una ceja alzada en su lindo rostro.

Si, había sido una tontería pensarlo.

– No es que éste obsesionado o algo así con Jungkook, te vuelvo a decir que todos nosotros hemos estado cerca de él, y yo he servido a la familia Jeon desde que iba en la secundaria. Jungkook no es una mala persona, y si tú eres su felicidad entonces no dudaría en apoyar la idea de mantenerte atada en esta casa – respondió con sinceridad. Respuesta que hubiera deseado que no dijera.

– Gracias por tu apoyo Jimin, es justo lo que necesitaba – dije sarcástica una vez más.

Jimin suspiro largamente y se levanto de su asiento. – Puedes recorrer la mansión si quieres, hay una biblioteca en la parte de arriba, una piscina en la planta de abajo, o si quieres puedes salir a jardín, no creo que Jungkook salga de el estudio el día de hoy, gracias por eso – dijo él sarcástico esta vez. Al parecer hoy era el día de decir todo con ironía.

Yo solo le sonreí con falsedad, él se dio media vuelta para salir de mi habitación pero recordó algo y se giró de nuevo hacia mí.

– Solo no entres a la habitación de la tercera planta, la que esta al final del pasillo – advirtió Jimin con una expresión seria en su rostro.

– ¿Es como el ala oeste de la bella y la bestia? – pregunté con una sonrisa burlona, Jimin bufó exasperante ante mi actitud del día de hoy.

– No, es el estudio de arte de Jungkook – respondió con simpleza para después dejarme sola en esa gran habitación.

De repente sentí curiosidad por ello. Eso era lo peor de las advertencias, que en vez de darte temor, te incitan a querer averiguar que es lo que esconde. En estos momentos, así era Jungkook para mí, un enigma que esconde tanto, pero que no revela nada.

Salí de la habitación no sin antes haber agarrado un suéter tejido color rosa del clóset, pues cuanto más anochecía, la temperatura bajaba aún más, aunque la casa tuviera calefacción yo era alguien muy débil ante el más mínimo frío.

Me encamine por los pasillos de la gran mansión, mirando las paredes, buscando las típicas fotografías que siempre habían en las casas, pero no los había. No había ni una sola fotografía de la familia colgada en las paredes, ni siquiera habían fotografías de Jungkook, solo habían cuadros de arte. Eso me hacía preguntarme la razón de ello, en casa mis padres tenían fotografías mías cuando era niña, estaban en su habitación y mis diplomas enmarcados de cuando estudiaba, estaban en la sala de la casa; aunque pensar en mis padres en estos momentos no hacía más que entristecerme.

Seguí con la tarea de recorrer la mansión, cosa que no había hecho desde que había llegado. Al llegar a la tercera planta de la casa, me detuve frente la gran puerta color marrón que me habían advertido no entrar, pero desde siempre había sido una persona curiosa, y la advertencia de Jimin no hizo más que alimentar esa naturaleza curiosa que tenía.

Pude sentir mi ritmo cardíaco aumentar por la adrenalina, o mejor dicho, escuché que mi ritmo cardíaco aumentaba por el suave pitido del reloj indicando que mis latidos se estaban volviendo apresurados. Al escuchar que mis latidos iban en aumento, me di media vuelta dándole la espalda a la puerta donde no debía entrar, pues los pitidos del reloj me estaban delatando, me sentía como un gato a quien le habían puesto un cascabel para saber su ubicación. Con un puchero en mis labios baje las escaleras, dejando finalmente la tercera planta, y decidí bajar al jardín para no sentirme sofocada.

Una vez abajo, me encamine hacia la salida pero antes de ir me entro la curiosidad por ver la piscina. Se me hacía algo increíblemente tonto tener una piscina dentro de una casa, pero las personas adineradas así lo querían. Así que cambie mi rumbo para encontrar la piscina que había mencionado Jimin, la mansión era extraordinariamente grande por eso no dudaba que Jimin estuviera mintiendo.

Camine al final del pasillo y pude ver en el fondo dos puertas grandes de vidrio donde podías observar perfectamente el interior. No me dedique a observar la piscina a profundidad, pues pude ver a un hombre que estaba nadando en ella. Me di media vuelta con rapidez al notar que el hombre que estaba nadando en la piscina era Jeon Jungkook.

Jeon Jungkook estaba nadando, y eran las seis de la tarde, y la temperatura rondaba por los siete grados, y hay que agregar que no traía camisa, dejando ver sus abdominales a plena vista. Camine apurada, esta vez sí, al jardín con el rostro colorado. Escuché nuevamente en el día el fastidioso pitido del reloj, y me maldije internamente.

– ¿Se encuentra bien? Su rostro esta rojo – preguntó una de las chicas del otro día mirándome con preocupación. Desafortunadamente nos habíamos encontrado cuando yo estaba saliendo de la casa y ella estaba entrando.

– Estoy bien – dije tratando de huir de ella pero la chica me detuvo del brazo para impedir mi huida.

– El reloj no deja de sonar –

Maldito y estúpido reloj. Maldije interiormente mientras sonreía con una dulzura fingida hacia ella.




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