Luz de estrella

Doce

 

Desde los pocos días que había pasado en esta casa, ni uno de esos días me había desmayado como antes lo hacía, hasta podía decir que mi enfermedad parecía casi inexistente. Y supuse que se debía a mí ahora, buena alimentación, y que los medicamentos que tomaba esta vez eran de muy buena calidad. Debía agradecer a Jungkook por ello, y es por esa razón que decidí darle mi agradecimiento en forma de comida.

 

– ¿Realmente eso está descompuesto, o tu corazón se acelera cada vez que piensas en Jungkook? – dijo Jimin otros de sus comentarios para nada graciosos.

 

Habíamos terminado de comer y yo había decidido esperar a que Jungkook bajara con la charola de la comida. Estaba inquieta por saber si mi primera comida había sabido bien, estaba realmente curiosa por ello.

 

Me encontraba apoyada en el barandal de la escalera mientras movía mi pie contra el suelo con impaciencia con la pequeña Sora en mis brazos, esperando a que Jungkook finalmente apareciera.

 

– Cierra la boca Jimin, estoy realmente nerviosa en este momento –

 

Y antes de que Jimin pudiera responder, oímos la puerta de la habitación de Jungkook siendo abierta, y sentí como si mi corazón se hubiera detenido dentro de mi pecho en ese instante. Escuchar los pasos de Jungkook acercándose eran como si las horas del reloj e incluso el tiempo, se hubieran detenido. Todo parecía en suspenso como en una película de terror, voltee a mi derecha para mirar a Jimin y no me sorprendí al ya no verlo junto a mí, siempre me dejaba sola en los momentos difíciles. Pase de escuchar las pisadas de Jungkook para finalmente verlo bajar las escaleras con la elegancia que tanto lo caracterizaba.

 

Lo vi sonreír al verme y esa acción me daba la respuesta que necesitaba. Yo era excelente cocinando, a pesar de ser mi primera vez, lo había hecho bien. O eso creía.

 

– ¿Estuvo bien? – pregunté para confirmar lo que ya sabía.

 

– Estuvo delicioso – respondió mientras mantenía esa sonrisa encantadora en su rostro, sonrisa que al parecer era contagiosa, porque sonreí al igual que él.

 

– ¿Le has dado un nombre? – preguntó mirando a la conejita en mis brazos.

 

– Sora – dije sonriente.

 

– Cielo – susurró él para después tocar suavemente la cabeza de la tierna coneja, ésta solo fruncio su naricita ante la caricia de Jungkook.

 

– Tengo que salir por unos asuntos de la empresa, quizá no vuelva esta noche, pero preparate para salir mañana – ordenó con suavidad en su voz. Su molestia ya había pasado y yo no podía evitar pensar en él como un niño pequeño al que puedes contentar con una simple acción.

 

– Esta bien – respondí obediente.

 

– Bien – dijo él sin saber que otra cosa decir como despedida.

 

– Bien – respondí de la misma manera que él y ambos sonreímos.

 

Jungkook se dio media vuelta y se dirigió a la salida, no sin antes dar un vistazo hacia atrás donde yo me encontraba, lo vi sonreír por última vez hasta que cerró la puerta detrás de sí.

 

– La comida estuvo deliciosa – chillé emocionada, repitiendo las palabras que Jungkook había dicho.

 

– Realmente eres la peor cocinera – dijo Jimin saliendo de la cocina caminando hasta donde yo estaba.

 

– ¿Qué quieres decir?, ¿acaso intentas arruinar mi buen ánimo, no lo escuchaste decir que estuvo delicioso? – pregunté enorgullecida de mí misma.

 

– Pues creo que el amo está más perdido de lo que creí. Acabo de probar eso que hiciste y sabe a todo, menos delicioso—

 

—Estás tratando de molestarme otra vez — dije a Jimin haciendo un mohín con mis labios. Jimin negó con la cabeza.

 

— Tienes que probarlo tu misma —

 

Jimin me tomo del brazo y me guío hasta la cocina donde entramos directo hasta donde se encontraba la olla con la comida que yo había preparado. Él señaló la comida, iniciándome a probarla.

 

Yo estaba segura de que Jimin mentía. Jungkook había dicho que estaba deliciosa, ¿Qué podría estar mal?

 

Rodé los ojos con fastidio -imitando su gesto característico-; y tome una pequeña cuchara de la cocina para probar el kimchi que había preparado. Lleve la cuchara a mi boca para degustar el sabor, y mi paladar pudo detectar rápidamente el mal sabor que éste tenía.

 

— No sabe bien — exclame disgustada y Jimin comenzó a reír mientras se tapaba con su mano sus labios, para poder detener su risa mientras que sus ojos desaparecían para formar una línea en su lugar.

 

—¿Él, se comió esto?— pregunté con pánico. Jimin y yo volteamos a vernos y ambos salimos de la cocina para ver la charola de comida que Jungkook había dejado en la gran mesa del comedor. Si bien podía haber dicho que estaba delicioso por cortesía pero también podía haber hecho la estupidez de comerse ese platillo mortal.

 

—Él realmente lo hizo — dijo Jimin entre risas al ver los platos vacíos frente a nosotros. El arroz no había quedado tan mal, pues el sabor simple no era la gran cosa, pero el kimchi era un caso completamente diferente, era la descripción completa de desastre.

 

— Es realmente un tonto — me dije a mí misma, y sin quererlo, una pequeña sonrisa se había formado en mis labios.

 

Tal vez Jungkook no era tan mala persona como yo creía.




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