Luz de estrella

Dieciséis

 

– ¿Qué crees que deba hacer pequeña Sora? – pregunté a la tierna coneja sobre la cama. Estaba en un debate conmigo misma con el teléfono en las manos. No sabía si era correcto el hablarle a Hoseok y explicarle la extraña situación en la que me vi envuelta, aunque quizá eso sería una mala idea ya que Hoseok no dudaría en venir a la mansión y eso sería un drama completamente innecesario, por eso quería evitarlo a toda costa.

 

Acaricié a la pequeña coneja que comía gustosa una hoja de espinaca del tazón que le había dejado sobre la cama hace unos segundos.

 

– Quizá debería llamar a mamá – susurré para mi misma. Pensando que quizá mis padres estarían preguntándose por mí al no saber nada acerca de como me encontraba en estas últimas semanas, aún seguía dolida por lo que habían hecho pero ellos no se merecían pasar por esta angustia, después de todo ellos eran mis padres.

 

Sora alzó sus orejas alarmada al escuchar el sonido de algo caer estrepitosamente al suelo, me levanté de prisa al escuchar las voces de dos personas discutiendo en el piso de abajo y me dirigí hacia la puerta al escuchar que una de esas voces pertenecía a Jungkook.

 

¡Oh mi dios! – exclamé asustada al abrir y toparme de frente con Jimin en la puerta.

 

– Deja de aparecer así – dije dando un leve masaje a mi corazón sobre mi pecho, uno de estos días mi afección cardíaca no me mataría, en cambio, Jimin lo haría por los sustos que siempre me provocaba.

 

– Estaba por tocar –

 

– ¿Qué esta ocurriendo allá abajo? – pregunté al escuchar las voces discutir con más claridad después de que abrí la puerta.

 

– Vine porque sabía que bajarías imprudentemente. Sígueme –. Jimin se dio media vuelta para comenzar a caminar y yo lo seguí de cerca tal como me había dicho.

 

– Ocultate aquí –. Jimin me jaló del brazo para hacer que me agachara a su lado, estábamos escondidos en las escaleras y frente nosotros estaban los dos chicos quienes discutían con fiereza, no podía ver bien el rostro del que se encontraba discutiendo con Jungkook desde nos encontrábamos y cada palabra que se decían entre sí era completamente confusa para mí, desde donde estábamos ocultos no podía escuchar con claridad acerca de lo que discutían pero al ver a un Jungkook furioso como nunca antes, me había hecho sentir curiosa al respecto.

 

– ¿Quién es el chico con el que discute Jungkook? – pregunté en un susurro hacia Jimin.

 

– Kim Seokjin, es miembro de la segunda empresa más grande de Corea – respondió Jimin en un susurro igual que yo para evitar que los dos chicos que discutían recabaran en nuestra presencia.

 

– ¿Y porqué venir a discutir con Jungkook hasta su casa? –

 

– Siempre lo ha hecho, esos dos nunca se han llevado bien y digamos que Kim Seokjin sabe apretar el interruptor para hacer enojar a Jungkook –

 

Jimin se encontraba en silencio después de decir aquello, yo aún podía sentir la curiosidad carcomiendo mis pensamientos, pero había tratado de controlar el impulso por querer acercarme más a ellos. No entendía la razón por la que ese chico discutía con Jungkook, pero en realidad habían muchas cosas que desconocía acerca de Jeon Jungkook y que nadie se atrevería a contarme.

 

– ¿Él va a dejar que ese chico lo siga insultando de esa manera? – pregunté ofendida al notar que Jungkook había dejado de contraatacar y se había quedado en silencio ante las palabras del chico.

 

Jimin no contestó a mi pregunta y antes de que pudiera darme media vuelta para ir devuelta a mi habitación; la pequeña Sora había salido de esta porque había dejado la puerta abierta.

 

Sora – la llame en un susurro para evitar que bajara las escaleras. Jimin volteo a verla igual de alarmado que yo, pero ésta decidió hacer caso omiso a nuestro llamado y bajo las escaleras en pequeños saltos.

 

No, sora vuelve – seguí suplicando su regreso pero la conejita bajo con más rapidez hasta estar a lado de Jungkook.

 

La discusión se detuvo ante la presencia de la pequeña coneja, Jungkook se agachó para tomarla entre sus brazos y dirigió una mirada de reojo hacia donde yo me encontraba que me había causado escalofríos.

 

El chico dijo algo hacia Jungkook que como era de esperar, no pude escuchar, para después darse media vuelta para caminar hacia la salida. Salí de mi escondite convencida de que el chico ya se había ido pero para mi sorpresa, éste aún no se había marchado. Me miró un tanto sorprendido para después guiñarme el ojo con una sonrisa socarrona en sus abultados labios color rosa.

 

Es en estos momentos en los que el dicho que siempre decía mi papá cobra sentido: la curiosidad mató al gato. Y creía que esa curiosidad era la que realmente acabaría conmigo uno de estos días.

 




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