Luz de estrella

Diecisiete

– ¿Espiar es uno de tus pasatiempos? – preguntó Jungkook con Sora en sus brazos, brindándole suaves caricias haciendo dormitar a la tierna coneja en su regazo.

 

Tamborilee mis dedos sobre la mesa de su escritorio debido al nerviosismo, era la primera vez que entraba a la habitación que utilizaba para trabajar y me sentía en un interrogatorio.

 

– No estaba espiando –. Jungkook alzó levemente su ceja derecha ante mi respuesta.

 

– ¿Estabas escondida en las escaleras con Jimin porque no había algo más entretenido que hacer? –

 

Bien, con esa pregunta me daba cuenta de que no estaba molesto, no estaba para nada molesto, así que pude a volver a respirar con normalidad mientras sonreía tontamente.

 

– El día era muy aburrido – respondí siguiéndole el juego. Jungkook sonrió.

 

– Hay un lugar que quiero mostrarte, iré a preparar el auto. Puedes traer a Sora con nosotros – dijo parándose del sillón donde estaba sentando hace unos minutos, me entrego a la pequeña Sora y salió de la habitación con una tierna sonrisa en sus labios.

 

Algo esta mal conmigo.

 

Algo definitivamente estaba mal conmigo. El reloj volvió a sonar en pitidos desesperados y esta vez estaba segura que no estaba descompuesto pues podía sentir mi corazón tamborilear frenéticamente en mi pecho.

 

¿Así se sentía tener síndrome de estocolmo? Porque no estaba aterrada en lo absoluto.

 

Sacudí mi cabeza un par de veces para ahuyentar esa clase de pensamientos, me levanté de la silla y me apresuré a ir detrás de Jungkook.

 

– ¿No fuiste desterrada por tus pésimas habilidades de espionaje? – preguntó un divertido Jimin.

 

– Iré a un lugar que Jungkook quiere mostrarme, no me atrases y sigue haciendo lo que hacías – dije tratando de cruzar la puerta de la entrada pero Jimin me impidió pasar.

 

– Quizá te deje abandonada en ese misterioso lugar por chismosa – dijo Jimin sacándome la lengua.

 

– Park Jimin, serás… – La voz de Jungkook llamándome interrumpió lo que estaba por decirle a Jimin, éste se apartó de la puerta para dejarme pasar no sin antes murmurar un buena suerte a lo que yo gruñí enfurecida. Jimin era desesperante en algunas ocasiones.

 

Salí de la casa con Sora en brazos, sentía que ambos parecíamos una verdadera pareja en estos momentos y eso me incomodaba. El hecho de que Jungkook este siendo mas amable conmigo me ponía nerviosa, cosa que antes me enfurecía, es como si estuviera viendo a Jungkook de manera diferente a la inicial, es como si nos estuviéramos acercando con el pasar de los días y la idea de irme de la mansión causaba una incomodidad en mi pecho. Mi vida había dado un giro de 360 grados desde el día en el que conocí a Jeon Jungkook, el estar en una ciudad desconocida, viviendo en una casa con un chico desconocido era algo que jamás en mi monótona vida hubiera previsto. Pero había pasado y ahora los sentimientos de confusión se arremolinaban en mi mente.

 

– ¿Hay algo que te molesta? – preguntó Jungkook con ese característico tono dulce con el que siempre hablaba cuando estaba conmigo.

La imagen del Jungkook arrogante se había borrado por completo de mi mente.

 

– No es nada –

 

Seguí acariciando a la tierna coneja quien miraba el paisaje a través de la ventana del auto. El sol comenzaba a desaparecer por el horizonte y el cielo comenzó a teñirse de varios colores, causando un paisaje excepcional. Me sentía insólitamente tranquila estando a su lado, cuando antes solía estar nerviosa cuando estábamos a solas, pero ahora ya nada estaba siendo igual que antes.

 

Después de un largo recorrido por la carretera y estar a punto de quedarme dormida por el largo viaje, Jungkook había detenido el auto. Me baje del coche con la inquieta sora en mis brazos, el lugar estaba solitario, solo había arboles a mi alrededor y las palabras de Jimin vinieron a mi mente. Sacudí mi cabeza rápidamente para que esas ideas volaran fuera de mi mente, Jungkook no sería capaz de hacerme daño.

 

– ¿Qué estamos haciendo aquí? – pregunté con curiosidad aún viendo a mi alrededor.

 

– Ya lo sabrás, ven – Jungkook se adentró en el bosque y yo le seguí de cerca al ver que ya estaba oscureciendo.

 

Caminamos hasta el lugar que Jungkook quería mostrarme, recorrimos el camino lleno de vegetación con nuestros zapatos hundiéndose en la húmeda tierra bajo nuestros pies. Estaba curiosa al respecto, quería saber que es lo que Jungkook había querido mostrarme con tanta insistencia, y la dulce y casi invisible sonrisa que tenía en su rostro provocaba que mi corazón latiera como loco en mi pecho debido a la duda.

 

– Espera – dijo Jungkook poniéndose frente a mí, ocultando algo detrás de él cuando ya habíamos llegado al final del camino de árboles.

 

– ¿Qué estas ocultando? – pregunte tratando de mirar sobre su hombro mientras me miraba de puntitas pero Jungkook me impedía ver moviéndose al mismo ritmo que yo para evitar que mirara detrás de él.

 

– Umh.. yo – comenzó a tartamudear nervioso – me siento avergonzado, nunca había hecho algo como esto.

 

La vista de un Jungkook avergonzado había hecho que un leve rubor se extendiera por mis mejillas.

 

– Vamos, no voy a decir nada para avergonzarte – dije con una sonrisa segura para inspirarle confianza.

 

Jungkook mordió levemente sus labios con nerviosismo y se apartó para dejarme ver detrás de él. Había una manta color azul con dibujos de nubes extendida en el pasto, encima de este habían rosas blancas y girasoles en jarrones de plástico, habían unos globos color rosa en forma de corazón amarrados en la canasta que contenía latas de jugo junto con comida en cajas de almuerzo que estaban encima de la manta.




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