Luz de estrella

Diecinueve

 

– Él no merecía haber sido tratado de esa forma – susurré para mi misma. Jimin me había dejado sola en mi habitación junto con la pequeña coneja que me miraba dar vueltas por la habitación.

Mi mente aún seguía produciendo esa escena sin querer detenerse. No podía sacar de mi mente esa mirada de aflicción en el rostro de Jungkook. Simplemente no podía olvidar esos ojos cristalizados por las lágrimas que amenzaban por salir, pero que se esforzó para mantenerlas ahí mientras aparentaba ser fuerte. Jungkook no era fuerte. Él era demasiado débil que se ocultaba tras una armadura para que nadie viera lo débil que era.

Con el corazón tambaliante, me acerque con pasos lentos hacia la cómoda que estaba a lado de mi cama, abrí el segundo cajón donde sabía que se encontraba lo que yo estaba buscando. Al abrir el cajón, observe la pequeña cajita color vino que me había negado a observar el primer día que llegue a esta casa. El interior del cajón estaba vacío, la cajita color vino era la única que estaba dentro, porque me había negado a sacarla del lugar que él la había dejado. Porque ni en mis más profundas pesadillas hubiera pensado en sacarla por mí misma.

Pero ahora estaba tragándome las palabras que yo misma había dicho, saque la aterciopelada caja del cajón, sintiendo la suavidad de éste. La observe un par de minutos mientras jugueteaba con la caja en mis manos, dudando si debía de abrirla o debía de volver a ponerla en el lugar donde estaba y no sacarla de ahí, porque eso significaría que estaba aceptando este matrimonio al que me había negado desde el primer día.

Sin pensarlo mas tiempo, abrí la caja escuchando el clic que ésta había hecho al abrirse. Observe el anillo que tenía en su interior y cientos de emociones se remolinaron dentro de mi pecho, mis ojos se habían nublado debido a las lágrimas acumuladas, lágrimas que venían de lo más profundo del corazón.

No dude ni un segundo mas, saque el anillo para poder sostenerlo, sintiendo el frío metal en mis dedos. El anillo era color dorado, lo que supuse que el anillo era de oro; en el centro, en lugar de una piedra, había un par de estrellas que se encontraban la una a la otra, no se tocaban, no estaban unidas, el par de estrellas simplemente se habían encontrado en el camino.

Seque con mis manos aquellas lágrimas que había dejado caer después de ver al anillo y camine devuelta a él. Oculté el anillo en el bolsillo trasero de mi pantalón y baje de las escaleras con pasos apresurados. Los gritos se habían silenciado por lo que busque con la mirada a Jungkook mientras bajaba de la escalera.

– ¿Donde esta Jungkook? – pregunté a Ryujin que estaba caminado hacia la cocina.

– Se encerró en su habitación luego de que su madre se fuera – dijo con lástima.

Le agradecí para caminar devuelta hacia las escaleras para ir hacia habitación de Jungkook, habitación a la que nunca había entrado. Conforme caminaba hacia su habitación, el pitido en el reloj comenzó nuevamente debido a mi pulso acelerado, tome el reloj de mi muñeca y me lo quite, dejándolo en el barandal de la escalera para que éste no me causara problemas otra vez.

Sentí mis piernas temblar debido al nerviosismo, suspiré reteniendo el aire en mis pulmones al estar frente a la gran puerta color marrón de la habitación de Jungkook. Reuní todo el coraje que necesitaba y coloque mi mano en la manija de la puerta. Por suerte ésta se encontraba sin seguro, con el corazón aún acelerado, abrí la puerta, para presenciar la escena mas devastadora que nunca creí presenciar.

Jungkook estaba en el suelo de su habitación, sosteniendo una fotografía mientras las lágrimas caían humedeciendo sus mejillas, haciendo que sus largas pestañas quedaran cubiertas por las lágrimas.

– Jungkook.

Él alzó su vista perdida hacia mi, las estrellas se habían ido de sus ojos para dejar el cielo completamente a oscuras.

Me acerque hacia él con lentitud, tratando de no pisar las cosas tiradas en el piso, el lugar era un completo desastre, Jungkook había desquitado su ira con todo las cosas en la habitación incluyendo la cómoda color caoba que yacía en el piso.

– Quizá ella tenga razón – comenzó a murmurar una vez que me senté a su lado en el piso, cerca de la ventana que se encontraba abierta dejando que el viento frío de la noche se colara por la habitación.

– Tal vez yo no debería de ser feliz, porque mi hermano..

Jungkook se quebró nuevamente frente a mí. El hombre fuerte e imponente que yo creí que era se había roto frente a mí, esa mascara de seriedad que lo rodeaba se había devastado en un instante.

– No es verdad, yo se que no fue culpa tuya – dije tratando de hacer que me escuchara, pero él no lo estaba haciendo, Jungkook estaba escuchando la voz de su madre en su cabeza, aquellas palabras crueles se estaban repitiendo en su mente sin control alguno y yo no sabía que hacer para silenciarlo. No sabía que hacer con esos sentimientos que se hacían mas fuertes al ver al Jungkook que desconocía.

– Mírame – tome su rostro entre mis manos, haciendo que él me viera solo a mí para que dejara de atormentarse con los flashes del pasado. – Tú mereces ser feliz.

– Te traje conmigo a la fuerza, yo.. no pensé en ti, solo pensé en lo que yo quería, fui egoísta.

Negué con el nudo en mi garganta que se incrementaba al verlo sufrir de esa forma, las explicaciones del pasado ya no importaban, aunque él no quisiera contarme lo que había pasado, aún así yo quería que el pequeño firmamento en sus ojos volviera a resplandecer.

– Eso ya no tiene importancia. Ves esto – dije mostrando el anillo que traía guardado en el bolsillo de mi pantalón. – Aunque no hubieras ido por mi, nuestros caminos se hubieran encontrado.

Los recuerdos de su pasado se detuvieron, pude saberlo al ver que el brillo en sus ojos regresaba lentamente al ver el anillo que sostenía.




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