En mi mundo reinaba la paz y el buen vivir, la tierra era fértil y el cielo cálido con sus bellos colores, todo hasta que fuimos conscientes de el mal que nos acechaba y amenazaba con destrozar todo a su paso, solo en ese momento nos dimos cuenta de la rivalidad entre las tierras, el rencor de los que decían ser hermanos y todo por culpa de la avaricia.
Pero para que puedan entender tengo que comenzar desde el verdadero principio, hace cientos de años había un mundo con tierras prometedoras, donde las cualidades especiales abundaban y lo que para otros era una incognita, para nosotros no era más que otras de las maravillas del universo.
En tiempos lejanos gobernaba un único rey elegido por la madre luna en su nacimiento como en décadas anteriores, nacido de los ideales y las buenas costumbres, sin duda era el líder ideal pero eso no era lo que el pueblo inconformista pensaba.
Por mucho que el gobernante luchara por mantener la unidad, la paz y la igualdad en las tierras, el pueblo se quejaba por ver cual de las tierras era la más poderosa, años y años de guerra fueron deteriorando cada vez más el mundo, hasta que una noche el gran rey se dió por vencido.
Se arrodilló ante la madre luna y le cedió las riendas para proceder contra el pueblo y por fin conseguir la paz. La madre luna accedió con pesar a la petición del rey pero le dejó la tarea a sus hijas las estrellas ya que ella no tenía el valor suficiente para hacer lo que era correcto.
Esa misma noche se tomo la decisión de separar las tierras, nacieron doce nuevas constelaciones que dieron un nuevo nombre a cada tierra dividida y lo que antes eran cuatro elementos en un mismo reino ahora se dividían en doce de los cuales cada uno dominaban el elemento del fuego, agua, tierra o aire.
Cada constelación ortogo a su reino un niño varón recién nacido marcados como únicos y legítimos heredos de la corona.
Las reglas fueron claras y es que cada cierto tiempo un nuevo heredero o heredera nacería cuando las constelaciones considerarán suficiente el reinado vigente, la vida del rey tendría que marchitarse a medida que la del heredero floreciera.
Y así se hizo, cuando los herederos cumplieron los dieciocho años y fueron capaces de hacerse cargo de sus respectivos reinos, ese mismo día la luz del rey Librano se apagó, los reinos se encontraban extasiados por la paz que se auguraba pero no contaban con que a la madre luna se enfadaria tanto por la inconformidad del pueblo hacia su hijo que les lanzaría una maldición a los reinos como castigo, condenó a los pueblos a vivir por toda la eternidad sin magia, dejandosela como privilegio únicamente a los gobernantes, el pueblo quiso levantarse en contra la luna pero esta simplemente desapareció dejando una oscuridad impresionante, por primera vez los pueblos decidieron no quejarse.
Los años pasaron siguiendo las tradiciones, linajes de herederos y herederas cruzaron por los tronos, las tierras vivieron en paz cientos de años hasta que yo entré en la historia.
El rey que gobernaba mi reino no deseaba que le arrebataran el mandato, cuando un nuevo heredero nace el rey vigente lo sabe de inmediato pues algo se desata en su cuerpo como una señal, el decidió no buscarme cuando nací hasta que su deterioro se hizo evidente y cuando decidió hacerlo fue para asesinarme ya que si por alguna razón el heredero muere el rey vigente vive hasta que un nuevo heredero nazca.
Mi madre supo que algo estaba cuando nací y nadie vino para llevarme, así que me escondió donde nadie pudiera llegar a mi. Pasé años encerrada hasta que por fin cumplí la mayoría de edad e irremediablemente el rey murió una vez agotado su tiempo.
Lo que menos quería era gobernar un mugroso pueblo, yo solo quería ser libre de una vez por todas pero parece no importarle a nadie.
Tengo que cargar con una responsabilidad que no quiero y con el peso de una magia que no controlo.
Todo por el bien de la paz para el reino.
Una por la cual también tengo que luchar, ya que la avaricia amenaza nuevamente con volver.
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Editado: 10.09.2024