El joven Duque resopló molesto, aunque para él no era ningún problema, ni se esforzaba realmente mientras apresaba a sus contrincantes.
La magia perturbada manaba de él como si tuviera vida propia, era parte de él, era todo lo que Aryon Domenicous jamás imaginó ser.
Todas y cada una de las reinas le miraban con creciente ira y no era para menos, nunca nadie había osado a desafiarlas y eso el Duque bien lo sabía y es por eso que estaba tan molesto, las cosas no tenían porqué terminar así de no ser por esa cría imprudente.
El Duque apretó sus molares,mientras se arreglaba las mangas de su túnica, por recordar a la heredera de las estrellas, la cuál tenía una habilidad descomunal para hecharlo todo a perder.
—Esto no tiene porqué terminar así Aryon— trató de intervenir Leonor con una voz sorprendentemente suave, una que el Duque hace mucho no escuchaba, sin duda la reina le trataba de persuadir para que acabara abandonado su cometido, para calmarle.
Pero Aryon Domenicous estaba tranquilo, su cólera estaba dirigida hacía otra persona y mientras esta se mantuviera a cien metros alejada de él, el Duque podría solucionar este asunto con toda la calma que poseía.
—¿Y como deberían terminar las cosas cuando han venido a mis tierras ha faltarle el respeto a mi corte y a mí, Leonor?— inquirió el hombre —Porque te recuerdo que se me permite intervenir en estos casos.
La reina trataba de mantener su rostro sin ninguna señal de preocupación, pero era imposible, sabía lo que su antiguo compañero era capaz de hacer, el miedo de que pudiera usar sus poderes por completo le hacía imposible quedarse tranquila.
—Nos estas declarando la guerra Domenicous— gruñó la reina Priscila, ella era una de las pocas que no intentaba pelear contra las cadenas invisibles, era inútil pelear en contra de estás cuando cuando ni el rey Hellas con su increíble fuerza podía deshacerse de ellas.
—La corte Cetus puede sobrevivir sin el apoyo del resto de las cortes— declaró mirando a cada una de las gobernantes sin ninguna vacilación —Si el resto quiere cortar relaciones con Cetus está bien, pero les recuerdo que muchas de las cortes necesitan a Cetus más de lo que les gustaría admitir.
Lo último lo dijo con una mirada de suficiencia hacía las reinas Leonor y Sahara, les estaba dando la oportunidad de elegir si apoyarlo o no, o la ilusión de esta, porque los habitantes de Kaus sobrevivían gracias a la magia de las plantas Zoi, la decisión de Sahara era clara y Leonor no podía darse el lujo de abandonar a su amiga.
Sahara dió un paso adelante, ella no era nada orgullosa en comparación con Leonor, de hecho esta siempre había considerado a Domenicous un gran amigo y le pesó mucho cuando su compromiso con Leonor se acabó, pero ahora confíaba ciegamente en los planes del Duque, porque sabía que tenía uno muy bueno.
—Te apoyo— declaró viendo a su viejo amigo con decidida solemnidad, a Leonor no le quedó de otra que dar un paso delante también, ignorando la mirada de reproche de su primo y mano derecha.
—La corte Regulus también le apoya, Duque.
—Sean concientes del daño que hacen, no seremos lo único afectados— intervino la reina Carlis —¿Acaso han olvidado la bendición de las reinas? No solo nuestro pueblo se marchitara si no se lleva a cabo, los suyos también morirán.
Leonor dudó por un momento, si bien había hecho la bendición hace poco, no duraría más de dos años sin los poderes de las demás reinas, Cetus ya comenzaba a dar señales de abandono, ella no podría tolerar ver sus tierras asi, miró a Domenicous y este miró a Carlis con una sombría burla.
—Él ya tiene un plan para eso ¿No es así Domenicous?— insinuó Livana, quién no parecía preocupada.
El Duque vió a la mujer que portaba una fría belleza, siempre se había preguntado por aquella habilidad suya para que le importara muy poco todas las cosas, encontraba su desapego algo interesante, la curiosidad por averiguar qué le importaba a Livana Raptis y ver que sería capaz por ello sin duda sería algo fascinante, no transcurrió mucho tiempo para que un gruñido de Hellas se escuchara.
—¿Te unes a mí o me declaras la guerra?— pregunta el Duque estirando su mano, la mujer miró a su esposo y ambos parecieron tener una conversación silenciosa antes de que esta tomara la mano del duque dando un paso adelante, no pareció sorprenderse de poder moverse con libertad, en cambio, tomó lugar junto a Sahara y Leonor.
—Si pudieses liberar a mi rey, te estaría muy agradecida Duque— pidió esta— La corte Eta promete no intervenir en tus planes.
Hellas no pareció muy complacido con las decisiones de su esposa, pero no hizo ningún escándalo cuando el joven Duque le hizo una señal para que fuera con su esposa, caminó con un paso orgulloso y tosco hasta llegar con su amada que parecía como si no le importara lo que le molestase a su consorte.
—¿Eso es todo?— exclamó con aburrimiento Arlett —Este niño hace una propuesta dudosa y ustedes aceptan, te eduque para qué fueras mejor que esto Leonor.
La reina no pudo evitar tensarse, siempre que Arlett se dirigía hacia ella sentía algo que la hacía dudar sobre sus decisiones, pero está vez trataba de Sahara, no podía dudar con ella.
—Seria una estupidez rechazarlo Arlett, lo mejor es que lo aceptes como nuevo rey de Cetus y así todos llevaremos la fiesta en paz.
Arlett se rió como si aquel fuera el mejor chiste que hubiese escuchado en su vida.
—Jamas he seguido a nadie niña y hoy no comenzaré a hacerlo— en sus ojos grises destello una rabia primigenia y antigua —Los Domenicous no serán más que la perdición de Astéria, tu padre lo fué y tú, Aryon, no serás la diferencia.
—No oses hablar de mi padre de esa forma, tú menos que nadie— siseó el Duque, su tono de total advertencia pero la reina ni se inmutó, hace mucho que no le temía a nada.
El Duque sintió un pequeño cambio en el aire, de echo, al ver a su alrededor notó que las reinas comenzaban a desvanecerse y la sala comenzaba a quedarse a oscuras, una negrura preocupante y espesa, Aryon no se preocupo ni se movió de su sitio a pesar de la extraña situación que se encontraba.
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Editado: 10.09.2024