El Duque me observó con intensidad, como si estuviera evaluando cada uno de mis pensamientos y emociones. Sentí cómo sus ojos penetraban en lo más profundo de mi ser, desenterrando verdades que ni siquiera yo misma había sido capaz de enfrentar.
—¿Qué buscas aquí, Portadora de desgracias?—su voz resonó por el claro, haciéndome estremecer. Pero en lugar de sentir miedo, me sentí desafiada a responder con valentía.
—Busco respuestas— le dije con determinación —Respuestas sobre mi futuro y el de mi madre.
El Duque asintió lentamente, como si hubiera visto a través de mis palabras y pudiera leer mis verdaderas intenciones. Sabía que no podía ocultar nada de él y que estaba a punto de descubrir verdades que cambiarían mi vida para siempre.
—¿Sabes lo que hay en este bosque?— susurró el Duque, con un brillo oscuro en sus ojos cambiando el tema como si el otro no importara —Antes apenas podia sentirlo, Ahora lo puedo ver con claridad, es tan aterrador como magnífico.
—¿De que estás hablando?— cuestioné irritada — ¿Dónde tienes a mi madre?
El hombre volvió a pasar de mí, tomando una gran respiración mientras miraba a su alrededor por todo el claro, cuando estaba lista para insistirle, su voz se volvió a escuchar.
—Baila para mí, Desgracia— pidió, aunque más que una petición, aquellas palabras eran una orden. El Duque vió mis intenciones de negativas y se adelantó a ellas —Si quieres que te diga donde está tu cuidadora es mejor que bailes.
Me ahorre el grito de indignación que quería darle, estaba loco, pero si era lo que quería, bailaría para él, aunque no era algo que quisiera hacer lo haría por saber dónde tenía a mi madre.
Con un suspiro de resignación me puse de pie y me coloqué en medio del claro oscuro y tenebroso, tomé los bajos de mi vestido dejando ver mis pies descalzos cuando observé que el Duque acercaba el instrumento a sus labios.
Las notas comenzaron a sonar y mis pies descalzos comenzaron a moverse en sintonía con la música. Está vez la melodía era rápida y enérgica, rápidamente pude seguir el ritmo sin errar mis pasos.
Una sensación rara me hizo cerrar los ojos mientras bailaba y pronto sentí la magia del Duque rodearme, la compañía me reconfortaba al bailar, pero había algo más con nosotros, algo que hacía mi piel erizarse de miedo.
Mis ojos se abrieron en busca de respuestas y lo que vi me hizo querer paralizarme ahí mismo, pero por muy asombrada que estuviera mis pies seguian sin detenerse.
Junto a mí, un grupo de sombras se reunía alrededor de una hoguera crepitante. Las llamas bailaban al compás de una melodía antigua y eufórica, mientras las figuras se movían en círculo al ritmo de la música.
Las sombras se materializaron en formas de mujeres, con telas negras y blancas, y coronas de ramas. Sus ojos brillaban con una luz malévola, y sus risas resonaban en la oscuridad del bosque. Bailaban con gracia y agilidad, moviéndose alrededor de la hoguera con una energía sobrenatural.
Los árboles susurraban alrededor de ellos, como si estuvieran celebrando el espectáculo de las brujas danzantes. Los espíritus del bosque se unieron al baile, con susurros y gemidos que se mezclaban con la música y el crujir de las llamas.
La danza de las brujas continuaba, cada vez más frenética y salvaje. Sus sombras se alargaban en el suelo, como si estuvieran invocando a los espíritus ancestrales del bosque. El viento soplaba con fuerza, agitando las ramas de los árboles y llevando consigo el eco de las risas malévolas.
En medio del caos y la oscuridad, las brujas seguían bailando, imparables y etéreas junto a mí. Era un baile de magia y misterio, un ritual ancestral que había sido olvidado junto a sus muertes. Y mientras las brujas seguían danzando alrededor de la hoguera, sus risas se desvanecían en la noche junto con la música dejando solo el eco de su presencia fantasmal en el bosque.
Frente a mis ojos el bosque volvió a quedar a oscuras y mis pies por fin pudieron detenerse, mi pecho subía y bajaba con rápidez por la agitación.
El poder del Duque retrocedió y mis ojos fueron a parar hasta él, los suyos estaban fijos en mi viéndome con una ligera curiosidad, pero su sonrisa era de satisfacción.
—¿Que fue eso?— pregunté pero mi voz salió como un jadeo por la falta de aire.
—Tu don provocó que las almas pudiesen ser vistas— respondió poniéndose de pie con la flauta en mano —Por un periodo corto de tiempo, pero es aún así es más de lo que deberían.
—Esas eran...
—Las brujas del aquelarre Thanatos.
—Tu padre las quemó aquí— reconocí ahora sí el lugar, el pequeño recuerdo de mi madre trayendome viene a mi con rápidez y no me cabe duda, este es el lugar de la masacre.
—Todo el poder de sus almas está concentrado en este claro y tu don por alguna razon permite que sean vistas— explica volviendo a mirarme con curiosidad.
—¿Cómo es eso posible?— cuestiono aunque estoy sorprendida, miro mis manos como si estás me fueran a dar alguna respuesta —¿Podría hacer que fueran entes corpóreos?
—No creo que eso se posible— aclara con el ceño fruncido —Curar la tierra casi te mata, crear un cuerpo para tantas almas sería improbable. Los dones tienen un límite y las puertas de la muerte son el tuyo, cruzar esa fina línea podría traer consecuencias irreversibles para tí.
—¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?
—Un mes entero— aclara y de pronto su semblante se oscurece —Has retrasado muchos de mis planes.
<<La boda>> me recuerda mi subconsciente y casi puedo soltar el aire aliviada, seguramente habrá atrasado la ceremonia. Eso me daría más tiempo.
¿Para que?, no tengo ni la menor idea, pero alguna forma habrá para deslindarme de ese asunto, mis pensamientos acaban en otros igual de importantes.
—Querias que hiciera lo mismo en Kaus ¿no es así?— evidencie, el Duque arqueó unas de sus cejas y me miró como si yo lo irritara, situación que no dudaba —Pues eso ya no va a ser posible, mi don de sanar a desaparecido.
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Editado: 10.09.2024