Capítulo XII

Las personas vieron como la antigua reina salía de la sala luego de haber tirado aquella rosa que auguraba tantas cosas malas.

Por primera vez en toda la historia como se conocía comenzaba a nevar en la corte Cetus, y no era algo bueno, la corte lo sabía y los murmullos no tardaron en llegar mientras el rey seguía de pie frente a su trono. El rumor de un nuevo reinado de tragedias se esparcía como pólvora.

Fuera de las paredes de la fortaleza los niños salían de sus casas por la novedad de la nieve, salían a jugar maravillados mientras que sus padres se miraban preocupados, si bien las noches entre las montañas solían ser frías, esta noche no se comparaba con ninguna otra y la helada ventisca comenzaba a calar con rapidez preocupante en sus huesos.

Tauris Alexiou fue escoltada hasta su habitación donde en su balcón se asomó a ver el horizonte, no sabía con exactitud lo que había ocurrido, pero estaba más que claro que la nieve no podía ser obra de nadie más que no fuera de la reina Carlis.

Su rostro estaba libre de lágrimas ahora, pero su alma lloraba de pena por el dolor de su única amiga.

En la historia quedaría escrito este día, el comienzo de la caída de Astéria, se rumoreaba en las calles que era un castigo por haber coronado a alguien que no había sido designado por las estrellas.

Pero eso a Aryon no le importo, no le importaban las estrellas, no le importaba lo que dijera su pueblo de él, lo único importante era cumplir su cometido.

En la sala del consejo solo se encontraban las reinas invitadas, Sahara y Leonor se veían preocupadas, en cambio, Scarlett no podía estar más indiferente ante esta reunión. El cuervo apareció sobre el hombro del rey, mostrándole todo lo que necesitaba saber de lo que ocurría en las costas.

La ventisca helada se expandía desde la corte Hydra, poco se podía distinguir a través de la nieve que caía con furia, pero mas allá de la distante isla se podía apreciar un mar hecho hielo, el cuervo le mostró desde sus recuerdos las naves vikingas congeladas mientras avanzaba a la fortaleza de hielo. El rey casi podía saborear la victoria de sus crueles actos al ver que el cuervo llegaba hasta la reina Carlis.

Aryon Domenicous creyó que vería a una madre llorando la muerte de su hijo, pero lo que vio fue a una mujer de pie, con los ojos encendidos en llamas azules mientras cargaba entre sus brazos el cuerpo desfigurado de su heredero. La rabia en los ojos de la reina cangrejo era inhumana, no se podía notar ningún rastro de su enfermedad en su cuerpo más que aquella ira que prometía congelarlo todo.

Y ya había comenzado, había congelado el mar por completo, tambien la corte Gliese con el. El nuevo rey se sentía impresionado por el enorme poder que había desatado la reina Carlis.

El recuerdo del cuervo se desvaneció dejando a Aryon nuevamente frente a las reinas, Leonor ya estaba delante de él exigiendo respuesta como siempre, pero su poder la apartó.

—¿Que ha sucedido? —cuestionó la reina ofendida por la falta de respeto del rey.

Aryon no respondió al momento, en cambio volteó a mirar a Scarlett Vasileiou, notó que la reina parecía querer irse por algún motivo.

—¿Has tenido noticias de Priscila Theodorou? —exigió saber el rey mientras se ponía de pie para ir a servirse un trago él mismo, este era un tema el cual no queria que la servidumbre se enterara, ni el mismo Arturo sabia nada de este plan arriesgado del rey, de saberlo jamas permitiría que algo así sucediera.

La gobernante de Antares se encogió de hombros queriendo aparentar un falso desinterés, era la primera vez que Aryon la veía de tal forma.

—Ha de haberse congelado con toda su corte —respondió con voz fría, incluso llego a sonreir, nuevamente aryon noto el gesto nervioso —De ser el caso contrario... Ya aparecerá, está sola, necesitará aliados y lo más probable es que recurra a tú corte por ser una de las más cercanas.

—Dime que no cometiste una locura Aryon —pidió la reina Leonor pero más que una petición, le estaba exigiendo una respuesta.

El rey volvió a permanecer callado ante su cuestionamiento pero permitió que el cuervo se acercara a Leonor y Sahara para enseñarle sus recuerdos.

Ambas mujeres quedaron pasmadas mientras apreciaban todos los sucesos. Leonor no sabia que decir, estaba palida, completamente asustada de confirmar nuevamente lo que era capaz de hacer ese hombre. Y es que la reina no esperaba absolutamente nada de Aryon y aún así siempre llegaba a sorprenderla y decepcionarla a la vez.

—Aryon —le llamó Sahara —Poco me importa lo que estés planeando hacer con las demás cortes. Necesito saber qué sucederá con la mía propia, ya se acerca el momento de hacer la bendicion de las reinas y yo no puedo darme el lujo de saltarla ni un solo aniversario, mis tierras ya son infértiles de por sí.

—Ya hemos hablado de eso Sahara, cuando llegue el momento la ceremonía se hará.

—¿Y por qué esperar? —Cuestionó la reina, el rey la fulminó haciéndola retroceder pero aún así esta esperaba una respuesta —Ya no es necesario esperar por las demás reinas, con tu heredera basta para hacerla y a ella ya la tienes a tu disposición.

Leonor podía entender la preocupación de su amiga, la corte Kaus ya dependía mucho de las plantas Zoi que el rey de Cetus le proporcionaba pero en su cabeza no podía entender como era posible que pudiera pensar en eso en este momento, cuando un heredero había sido masacrado a sangre fría, cuando acababa de ver la inmensidad de la ira de Carlis.

—De nada nos sirve que la chica muera antes de tiempo, la bendicion se hará cuando sea el momento, no antes —dictaminó el rey tomandose la copa de un solo trago, su mano se apretó alrededor de la copa con fuerza cuando el ardor en el brazo lo azotó nuevamente.

La reina Leonor quería gritarles a ambos, no podía creer como ambos hablaban de controlar vidas a su antojo de una forma tan natural, había crecido con ambos y en ese momento Leonor no podía reconocerlos. La reina de Regulus no pensaba apoyar tal comportamiento, habían límites y Aryon ya comenzaba a cruzarlos, así que sin decir nada más, se puso de pie y se marchó de la sala del consejo.