Luz de mi sombra

Capítulo uno

Dea Clarion

— ¡Ya me voy!—es el grito que doy mientras bajo a toda prisa los peldaños de la escalera. Y justo ahora no me importan las consecuencias si caigo en el proceso porque lo único que quiero es llegar a tiempo a mi primera clase.

Con el corazón martilleándome el pecho llego a la cocina y voy directo a la alacena para tomar unas cuantas barras de cereal Quaker, y al frigorífico por algo de beber.

Creo que esto será lo único que podré engullir durante las próximas horas. Estoy escasa de tiempo y por si fuera poco, mi estómago ruge más fuerte que el de un dragón famélico.

Doy un respingo al percatarme de la presencia de Alisse en la cocina.

Saludo con un gesto de cabeza a mi querida hermana mayor, quién por su parte emite un sonido que yo reconozco como un hola.

— ¿Comerás solo eso? —señala las barras que reposan en mis manos. Muevo la cabeza a modo de repuesta mientras ella asiente con la cabeza, dubitativa.

Creo que hoy no amanecimos con ganas de mover la boca. Somos solo gestos.

Pasan varios segundos los cuales ella se toma para escrutarme con la mirada. Repasa mi cuerpo de arriba hacia abajo y repite el movimiento una y otra vez hasta que al fin veo como entorna los ojos, alza una ceja y sonríe burlona.

— ¿Que? —inquiero, frunzo el entrecejo y achico mis ojos en su dirección.

Basta solamente eso para que Alisse suelte las carcajadas sin pudor alguno.

«Por los dioses. No tengo tiempo para sus estupideces».

Irritada por su desfachatez y sin pretenderlo repaso con la vista mis pantalones de mezclilla y mi camisa de mangas color rojo.

Ante mis ojos no tengo nada mal... bueno, mis Converse blancas si están algo viejas pero y ¿eso qué?

Para ser un día común y corriente voy demasiado arreglada. Pero señoras y señores, ¡es de Alisse de quien estamos hablando! Ella siempre está a la moda. Aunque eso sí; con ropa barata y de segunda mano, eso no le impide estar al último grito de la moda.

—Me voy —guardo mis barras en la mochila y me dispongo a salir de la cocina, para no seguir escuchando la ominosa risa de Alisse, cuando ella me detiene.

—Llévate mi auto—dice reprimiendo la risa—. Así no llegas tarde y de paso no le arruinas la vista a la gente con esa ropa que llevas puesta.

« ¿Ah?»

—Espera, espera, espera. ¿Te he oído bien?, ¿has dicho auto? —Ahora soy yo la que ríe y más fuerte—. No, gracias. Prefiero tomar el autobús y arruinarle la vista a la gente que llegar en tu carcacha vieja a la universidad.

Deja de sonreír y rueda los ojos al cielo, algo muy típico de ella. Da la vuelta y se dispone a hacer... sea lo que sea que estaba haciendo minutos antes de que yo apareciera en la cocina.

—Como quieras—suspira—. Solo te recuerdo que hoy tienes que pasar por Roxi a la escuela.

— ¿No puedes ir tú por ella? —quiero demasiado a Roxana pero me es inevitable no resoplar cuando tengo cosas que hacer—. Tengo que pasar por la casa de la señora Jones. Cuidaré a los niños esta noche.

Alisse me evalúa en silencio unos segundos para después negar con su cabeza.

—No puedo y por supuesto que papá tampoco.

»El resto del día estaremos ocupados haciendo el inventario de la tienda —explica con paciencia. Sé que está tratando de convencerme—. No te quejes, Dea. Si lo miras de otra manera te resulta cómodo; tú te pasas por Roxi y la llevas con los niños de la señora Jones, luego cuidas de los tres hasta que ella llegue. Asunto arreglado.

Bufo como un caballo y me trago las ganas de salir corriendo y gritando como una completa maniática.

—Bien. Dame tus llaves.

— ¿Cuáles? —Dice con un dejo de diversión—. ¿Las de mi carcacha?

La fulmino con la mirada, y me restriego las cienes porque juro que si no me calmo ahora cumpliré lo de salir corriendo y gritando como una loca.

Alisse puede llegar a ser muy frustrante si se lo propone.

—Eres espantosa —le suelto después de tomar sus llaves de mala manera.

Antes de que salga por la puerta y me suba a su horrendo auto, escucho su grito:

— ¡No más que tu ropa!

Ruedo los ojos al cielo e imploro por paciencia y serenidad, puesto que con Alisse cerca es imposible tener paz recorriendo en tu sistema.
 

Doy un largo respiro cuando aparco el disque auto dentro de la universidad de Central Arkansas. Por poco creí que no llegaría a tiempo a clases gracias a ese vejestorio. No se cómo es que todavía esa cosa funciona si tiene más de cien años de existencia. Aunque sé que no me debería de quejar porque gracias a ese vejestorio puedo llegar a tiempo a clases y movilizarme, pero es que ya no es seguro andar en él.

Puede que un día de estos llegue solo con el volante en la mano y eso si sería vergonzoso.

Apago el motor, tomo mi mochila y salgo del coche dispuesta a recibir las clases con toda la atención y esmero del mundo. Y pues, aunque no lo quiera tengo que hacerlo puesto que estoy prácticamente obligada a sacar excelentes notas porque gracias a ellas y a mi esmero, estudio hoy aquí en la UCA. Una de las dos mejores universidades de todo Conway, Carolina del sur.



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En el texto hay: muerte, secuestro, amor puro

Editado: 23.02.2018

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