Luz de mi sombra

Capítulo cuatro

Tiempo después le doy algunas indicaciones a Aarón de cómo llegar a la residencia donde vivo. Suelto un suspiro de alivio cuando veo el exterior de mi casa, y el auto de Alisse aparcado justo a la mitad de la cochera. Antes de que el auto detenga su marcha me encuentro abriendo la puerta de mi lado. Dominic, con una pequeña sonrisa divertida marcada en sus labios, ve mi intento y rápidamente me ayuda a bajar de ese alto y reluciente Hummer.

Me giro hacia él cuando mis pies tocan el pavimento, con toda la intención de agradecerle todo lo que hizo por mí, pero ni siquiera me deja pestañear cuando me toma de la mano y me insta a caminar hasta la entrada de mi hogar en completo silencio.

En secreto disfruto del suave tacto y sensación de su roce con el mío. Sus manos se sienten frías y algo ásperas debido al aire acondicionado del vehículo, aunque eso no quita lo bien que se siente tener su mano envolviendo la mía.

—No puedo decirte que llegaste sana a casa—admite cuando nos detenemos frente a la puerta de mi casa. Sus ojos verdosos ven mis mejillas, e instintivamente suelto mi mano de la suya y la pozo sobre ella. Cubriéndola—, pero puedo tomarme la atribución de decir que salva sí. Y viéndolo de ese modo eso es lo que realmente importa.

Me quedo embobada mirándolo.

Todo en él irradia caballerosidad y honestidad; sus palabras, su forma de moverme con los demás, la mirada tranquila que me ofrece, todo de él lo hace. Y hoy en día eso es algo que a la comunidad masculina le falta: caballerosidad y respeto. Admito que me siento afortunada de presenciarlo, y más viéndolo venir de ese apuesto hombre perfectamente bello. Me hace sentir muy honrada.

—Gracias por... todo, Dominic—le agradezco en un pequeño murmuro. Lo veo con nerviosismo por unos segundos sin saber que más decir, pero luego recuerdo porque estamos ahí y señalo con mi pulgar hacia la puerta detrás de mí y con una sonrisa débil digo: —Debo entrar, deben estar preocupados ahí dentro.

El asiente metiendo sus manos en los bolsillos delanteros de su pantalón y luego me regala una sonrisa de medio lado.

Juro que sentí mi estómago encogerse ante tal cosa.

—Espero volver a verte en otro momento—me quedo totalmente quieta al escucharlo, y todavía más cuando lo veo acercarse a paso lento hacia mí—. Que tengas una buena noche, Dea—me susurra al oído. Se separa escasos centímetros de mi rostro y besa suavemente mi mejilla, como queriendo alargar la sensación del contacto de sus labios y mi piel.

Cuando termina se aleja con el semblante sumamente tranquilo, como si nada de esto le afectase. ¿Cómo es eso posible? Yo estoy que me asfixio por la falta de aire a mis pulmones.

—Hasta pronto—me escucho decir en un murmullo. Dicho esto lo veo guiñarme un ojo, caminar hasta su Hummer y subirse en ella e irse.

Son pocos los segundos que pasan cuando abro bruscamente la puerta principal y entro a casa muy acalorada y con la mente nublada. ¿Porque me tenían que sucederme tantas cosas en un mismo día? Mi cabeza está hecha un lío, aparte de que las escenas se repiten en mi mente como si fuera un tornado de imágenes e ideas haciendo de esto un total y completo caos. Todo esto lo hago observando —por minutos—, la reluciente y blanca cerámica que he de imaginar  Alisse se encarga de limpiarla a diario. Si, Alisse es muy...

¡Alisse!

Me recompongo bruscamente dejando que la ira me consuma completa, olvidando así el efecto «embobamiento», que me causa ese apuesto hombre.

— ¡Alisse Natalia Clarion!—grito a todo pulmón importándome muy poco que sean casi las doce de la noche, y que a causa de ellos pueda despertar a mis vecinos.

Subo los escalones de la escalera de dos en dos hasta que llego a su habitación encontrándola en completa oscuridad. Presa de mi enojo enciendo el interruptor de la luz y me acerco a su cama y comienzo a zarandearla.

— ¡¿Porque rayos no me avisaste que no me ibas ir a recoger hoy?! ¡Despierta, maldita sea! —sigo moviéndola hasta que, muy desorientada, se levanta de su cama y me mira asustada. Importándome muy poco su gesto le suelto: — ¿Tienes idea de lo que casi me pasa por tu falta? ¡Casi me roban y me violan, Alisse!

Abre sus ojos horrorizada y se lleva una mano a la boca. Sus ojos destellan culpabilidad y remordimiento, pero siendo sincera me importa muy poco lo que ella sienta en estos momentos.

— ¡Lo siento, lo siento!—solloza—. Se me olvidó por completo... y cuando me acordé ya era tarde. El auto no tiene gasolina y yo... ¡Yo lo siento, joder! —se acerca a mí y me abraza. —Pensé que algunos de tus compañeros o Isack vendrían a dejarte como la vez pasada. Lo siento mucho, nena.

— ¿Por qué no me avisaste?—dejo escapar la primera lagrima.

—He dejado mi móvil en la tienda. Perdóname, debí buscar la forma de hacerte saber... me confié.

Envuelta en sus brazos me permito derrumbarme como tenía ganas de hacerlo hace algunas horas. A lo largo de estos años he sufrido cosas muy terribles pero que de las cuales he aprendido a ser fuerte y mantenerme firme para apoyar a mi familia, pero esto que pasó hoy... creo que fue la gota que derramó el vaso.



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En el texto hay: muerte, secuestro, amor puro

Editado: 23.02.2018

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