LUZ
El ingeniero Andrés me invitó a salir. Me encontraba desconcertada.
¿Es legal? ¡Es mi jefe! ¿Le gusto? No lo sé. Todas estas semanas se ha dedicado a dar órdenes, a refunfuñar, ni siquiera me mira a los ojos cuando me da indicaciones. Es atractivo, me encanta y más cuando sonríe. En cuatro semanas que tengo de tratarlo, apenas ayer lo vi sonreír. Fue atento y caballeroso. Traerme a casa fue un lindo detalle. Lo noté extraño cuando le indiqué mi domicilio. No tiene idea de quién soy. No sabe nada de nada, dudo siquiera que conozca mis apellidos.
Nuestros abuelos fueron grandes amigos. Mi abuelo murió de cáncer terminal. Poseía un hermoso hotel de categoría especial. A raíz de su enfermedad gastó casi toda su fortuna en médicos y tratamientos. Yo no tuve la suerte de Andrés, sin embargo heredé esta hermosa casona, la cual rento a algunos huéspedes, casi todos jóvenes con grandes sueños y pocos ingresos. Con mis ahorros he ido haciendo cambios y las remodelaciones necesarias en la casa. Por lo que esta propiedad de más de cuatrocientos metros cuadrados, los he convertido en pequeñas estancias y en la planta alta me hice un departamento. He ido agregando servicios a mis huéspedes, servicio de limpieza, internet, área común, de tal forma que estén muy contentos. Al principio me arreglé con algunas universidades y durante los veranos recibía algunos estudiantes extranjeros, hasta que un día dos de ellos se pusieron ebrios, y decidí que sólo recibiría huéspedes por recomendación. Así que tenía meses con muy buenas ganancias y tenía meses que se iban en blanco. Por eso acepté la plaza de Petgourmet, porque de mis seis huéspedes sólo me quedan dos. Clara que es mi amiga, y vive conmigo en mi departamento, compartimos gastos y me paga una mensualidad significativa, y Fréderic, un canadiense que dirige una maestría en la universidad.
Con mi sueldo adicional de tres meses, podré sobrellevar los gastos mientras recupero al resto de los huéspedes.
Mi sueño es recuperar el hotel de mi abuelo, el cual se encuentra hipotecado. Así que por lo menos los siguientes diez años el hotel lo administra otra empresa, con lo que mi mamá recibe de renta, paga la mensualidad al banco y le queda una pequeña renta para vivir.
A la mañana siguiente recibí una llamada a mi celular. El número no lo conocía, me extrañó recibir esa llamada tan temprano.
-¿Bueno?- contesté algo confundida, pensando en algún cobrador.
-Luz, soy Andrés, buenos días, espero no haberte despertado.
-Buenos días, está bien ¿ocurre algo?
-Quería preguntarte si tienes como irte a la oficina, si gustas puedo pasar por ti.
-Gracias Andrés, había pensado en llamar un taxi.
-No lo hagas, me queda de camino ¿A qué hora te veo?
-Siendo así ¿ocho cuarenta te parece bien?
-Ahí estaré.
¿Qué le pasa a éste hombre? pensé. Ahora somos amigos, su actitud me tiene desconcertada.
Al llegar a la oficina, el vigilante me entregó las llaves de mi coche. Andrés amablemente se encargó de solucionarlo. Le guiñé el ojo y sonrió.
-Muchas gracias, te debo una-le dije.
-No me debes nada-volvió a sonreír y se metió a su oficina.
Recordé que debía ir por el café y salí corriendo a la cafetería. A mi regreso decidí devolverle el gesto por haber recuperado las llaves de mi automóvil, al entrar a la oficina llegó una chica rubia, de esas que nos caen gordas a casi todas las mujeres. Bien vestida, peinada y maquillada. La manicura perfecta, con un hermoso traje sastre, de marca por supuesto y unos zapatos altos de envidia que la hacían lucir piernas atléticas.
-A sus órdenes-le dije.
Me observó de los pies la cabeza y dijo:
-Tú no eres Laura.
Traté de sonreír y respondí con mi mejor actitud:
-Está incapacitada ¿le puedo ayudar en algo?
-¿Es el café de Andrés?
Confundida, miré el vaso en mi mano y asentí con la cabeza.
-Yo se lo llevo- me quitó el vaso y se dio la vuelta.
-Señorita déjeme anunciarla.
-Soy su novia-me sonrió con sarcasmo y entró a la oficina de Andrés
¿¡Novia!? Sinvergüenza, el muy cínico tiene novia. ¿Qué le pasa? ¿Cómo se atreve a invitarme a salir y tiene novia? ¡Soy una tonta! ¡Una tonta! ¿Cómo no lo pensé antes? Es guapo, sin problemas de dinero, exitoso… claro que un hombre así tiene novia. Y yo tonteando con él. ¡Soy una bruta!.