Luz De Mi Vida

CAPITULO 7

LUZ

Jamás imaginé que Andrés viniera a buscarme. Es un gran chico, aunque no me siento lista para una relación. ¿Quién querría comenzar un noviazgo con una chica llena de problemas como yo?

Andrés me extendió un pañuelo y me secó las lágrimas. Estuvimos en silencio unos minutos hasta que rompió el silencio.

-¿Quieres hablar?

-No sé qué hacer.

-¿Y tú madre?

-Viene en camino de Taxco. Vive allá desde hace algunos años.

-Luz ¿Qué puedo hacer por ti?¿Tienen abogado?

-Sí, bueno, creo, no lo sé. Estoy tan abrumada con la noticia. Todo es tan absurdo. Un día antes de su muerte, mamá, Ángela mi hermana y yo estábamos con él. Lloraba de dolor ¿sabes? Sufría mucho. Fue horrible esa angustia. Tomó a Ángela de la mano y le dijo:

-Quítame este dolor, quítame la vida por favor…

-Abuelito no puedo hacer eso.

-Por favor-le suplicó.

Mi madre llamó al médico, para que le autorizara otra dosis de morfina. Sin embargo, ya nada lo tranquilizaba. Se quejaba toda la noche. A mí se me contraía todo cuando gritaba. Ver sus ojitos suplicando compasión. Y yo rezaba, cada vez que lo escuchaba gritar, rezaba para que Dios se lo llevara. Mi hermana es mucho más frágil para estas cosas. Ella siempre terminaba por escapar, no soportaba verlo así. Mientras mi madre dice que yo pude haber sido médico en la guerra porque tolero esas situaciones. Al día siguiente me marché al instituto. Mamá se quedó con él, en el hospital. Ella no estaba de acuerdo, pero sé que en el fondo deseaba que el abuelo descansara de aquella agonía. Fue una época terrible. Ángela anduvo muy rara varios días. Una semana después, murió el abuelo. Desde entonces Ángela cambió mucho. Empacó algunas cosas y se marchó de la casa. Mamá no la pasó bien. Y luego, llegaron los asuntos legales, el testamento, la hipoteca.

-¿No tenía seguro de vida?

-Sí, pero alcanzó para las cuentas del hospital y resolver otros líos. No dejó dinero, pero de alguna manera los asuntos casi resueltos. Mamá tuvo que hipotecar el hotel y rentarlo, con ese dinero paga la hipoteca y lo poco que sobra, nos da una parte a mi hermana y a mi, yo no estuve de acuerdo, sin embargo mi madre insistió, así que con eso he ido haciendo los arreglos de la casa y ahorro una parte.

-Eres una gran mujer.

-No digas eso.

-Lo eres, no sé por qué te minimizas.

-¿Qué esperas de mi Andrés?

-Me gusta la chica divertida, trabajadora, responsable… eres eso y más. Si necesitas apoyo de mi parte cuenta con ello, en verdad eres fantástica y te quiero en mi vida.

No supe qué responder. En otro momento me hubiera lanzado a sus brazos y lo hubiera besado gritando: Sí Andrés, te amo, también me gustas, pero mi cordura se mantuvo en su lugar, le sonreí y le conté todo.

-Hace tres meses me enteré que Ángela le inyectó una sobredosis de morfina al abuelo. Él murió de un infarto. Ángela no dijo nada todos estos años y no ha podido perdonarse, ayer vino a contarme todas sus angustias y se marchó. Me quedé preocupada. Cuando llegaron tus flores recibí su llamada y me dijo: Estoy detenida, llama a mamá.

-¿Fuiste a verla?

-No, no sé dónde está, no sé por dónde empezar.

-Necesita un abogado, déjame llamar al mío por favor.

Asentí. Andrés no tiene por qué cargar con todo esto, sin embargo aquí está, dándome su apoyo y amistad incondicional. Y yo que he sido la más descortés. Toma su teléfono celular, se levanta y camina un poco mientras habla.

-Jaime, soy Andrés, Luz tiene un problema, necesitamos de tu ayuda ¿Puedes venir? Estamos en su casa.




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