LUZ
Me besa. Me toma por sorpresa y me da un largo e intenso beso. No puedo resistirme, Andrés me gusta, mucho, es un hombre interesante y muy sexy. Sé que yo he provocado todo esto, pero me cuesta trabajo pensar en algo más. Aunque se desvive por demostrarme todo lo contrario, quizá él no es para mí. Él tiene la vida resuelta y la mía es tan complicada. Me separo de él, sin embargo vuelve al ataque y me besa de nuevo, resignada pienso en disfrutar el momento.
Me envuelve en sus brazos. Pienso en que debo decir, pero me encanta lo que estoy viviendo. En realidad no debo pensar en nada. Tengo mucho tiempo sin recibir cualquier tipo de afecto. El amor no se me ha dado fácil, mi vida desde la enfermedad de mi abuelo ha sido, resolver problemas fuertes, uno tras otro. No puedo quejarme, estoy mejor que muchas otras personas, tengo una casa, un negocio, un trabajo. Pero mi filosofía siempre ha sido mantenerme concentrada en mis objetivos para poder lograrlos, y el amor es una distracción para ello.
De cualquier modo, Andrés se las ingenia para entrar a mi vida y yo no me atrevo a sacarlo de ella. Pero tampoco me parece justo que cargue con mis problemas.
-Entonces… ¿sí?-Andrés rompe el silencio.
-¿Sí qué?
-¿Vas a andar conmigo?
-¿Andar así como andar o cómo?
-Luz, soy un hombre serio, así que te lo pediré como tal. ¿Serás mi novia desde ahora?
-Qué forma tan peculiar de pedírmelo…
-¿Qué dices Lamparita?
-No lo sé… - lo miro, muero de miedo y no sé cómo explicárselo. Por otro lado esta sensación de saber que tengo a alguien a mi lado que está pendiente de mí, que me cuide, tengo años cuidándome sola, respiro profundo y lo miro a los ojos. Es lo mejor que me ha pasado en toda mi vida. Un hombre sincero que desea estar conmigo, conoce mis problemas y está dispuesto a enfrentarlos a mi lado. Que corre a mi cuando me siento triste. ¿Qué más puedo pedir?
-Sí.
-¡Bien!- grita emocionado.
-¡Shhhh! Vas a despertar a Clara y a Frederick.
-¿Quién es Frederick? ¿No me digas que tienes otra mascota?
-No tonto, es un huésped.
-Ah, es verdad, lo olvidé.
Nos quedamos dormidos en el sofá, cuando desperté, eran las tres de la mañana. Decidí ir a la cama, lo arropé y me marché. A la mañana siguiente, escuché que tocaron la puerta de mi recámara.
-¿Quién?
-Soy Andrés ¿puedo pasar?
¡Dios! Andrés qué vergüenza. Salté de la cama y me metí al baño.
-¡Un segundo!-grité. Me recogí el cabello y me lavé la cara y los dientes en cinco, cuatro, tres, dos... uno ¡Listo!
Abrí la puerta y ahí estaba él, con el pijama aún puesto y una charola con dos cafés y un par de panecillos con mantequilla. ¿No es un amor?
-Buenos días Lamparita
-Qué rico… pasa.
Nos sentamos en mí ches long junto a la ventana. Me miraba en todo momento. Reconocí al instante estos primeros días del enamoramiento, donde sólo deseas estar con él y hablar con él, y besarlo y nuevamente besarlo.
-¿A qué hora llega tu mamá?
-No lo sé, quedó de llamarme para alcanzarnos en la delegación, espero que tenga oportunidad de ver a Ángela.
-Sí, seguro, le diré a Jaime que se encargue.
-Andrés...
-Dime.
-Muchas gracias, de corazón por todo lo que has hecho.
-Es mi deber ayudar a la gente que quiero.
-Si no fuera por ti, no sé qué estaría haciendo en este momento, me quedé en shock cuando llamó Ángela… Mil veces gracias Andrés, no e cansaré de repetirlo.
Conmovido deja la taza en la charola sobre la mesita y me arropa con un abrazo de esos que resucitan el cuerpo y el alma. De esos que te hacen sentir vivo.
-Es un placer ayudarte, quiero verte feliz y haré lo que sea necesario para que así sea.
De aquel hombre serio y nefasto que conocí el primer día en Pet gourmet no quedaba nada. Faltaban unas semanas para terminar mi contrato, eso me tenía nerviosa, pues estaba encariñada con la empresa. ¿Qué pasaría después?