ANDRÉS
Escuché a Luz en el pasillo haciendo coraje, preocupado me puse el pantalón de la pijama y salí a ver qué ocurría, la encontré contra la pared llorando.
-¿Luz? ¿Qué ocurre?- De inmediato se lanzó a mis brazos, inconsolable- ¿Quién era?
-No lo sé, sólo me dijo que Ángela no lo delatara, que podía perder su empleo, su trabajo. Supongo que algún cómplice.
La tranquilicé. Pero me desconcentraba verla en esa bata. El cabello húmedo cayendo por sus hombros, su escote, sus piernas…
-Ve a vestirte, no tardes, ahora llamo a Jaime y le explico.
De pronto se escuchó la cerradura de la casa.
-¿Esperas a alguien?-pregunté.
-Mamá, ve a vestirte antes de que se nos arme.
Me escondí en el baño a toda prisa,me vestí mientras Luz hizo lo propio y salí al pasillo a esperar.
-¿Luz? ¿Dónde estás? –Gritó su madre desde la cocina. Antes de salir al encuentro de Luz, escuché que se paseó por toda la casa.
Luz salió nerviosa, me percaté que era una situación comprometedora y poco común. Me quería morir, conocer a mi futura suegra en estas circunstancias… por suerte no nos encontró semivestidos ¡y lo peor de todo es que no había pasado nada!
-¡Ya voy mamá! – respira profundo, me lleva de la mano al encuentro con mi futura suegra.
Su madre nos mira extrañada y sorprendida. El ambiente tenso, nadie dice nada, hasta que rompo el hielo.
-Señora, buenos días. Soy Andrés Albert.
-¿Qué tal Andrés?- sonrió por compromiso, me tiende la mano y se acerca a darme un beso en la mejilla, después se dirige a Luz castigándola con la mirada.
-Andrés se quedó a dormir- aclara Luz.
-Ya veo- responde seriamente.
-¿Y Philip?
-Lo dejé en la plaza, ahora pasamos por él.
-La cita es hasta las nueve, mamá. Voy a acompañar a Andrés a su casa y nos vemos en la delegación, ahora te envío un mensaje con la dirección.
Observo extrañado a Luz. ¿Por qué huía de su madre?
-Voy a sacar la moto, te espero abajo.
-Gracias- se acerca a darme un beso. Le devuelvo feliz la sonrisa, me despido de su madre tratando de ignorar lo que ocurre ahí-. Nos vemos en un rato señora.
-Llámame Perla. Por cierto ¿cómo está tu madre?- me sorprendió la pregunta, pero era lógico que se conocieran.
-Muy bien gracias, en Canadá con mi hermana por ahora. Vuelven para Navidad.
-Dale saludos de mi parte.
-Por supuesto-mi giro hacia Luz, le guiño el ojo y desaparezco. Me sudaron las manos como quinceañero. Fue horrible, en mi vida había pasado por una situación así, y a mis treinta y tantos, tengo que vivir esta experiencia, de adolescente.
Limpio la moto, la enciendo, saco el casco para Luz y la espero, anhelando ver sus mejillas rojas por la embarazosa escena ante su madre.