LUZ
Salimos de la delegación después del medio día. Andrés debía ir a la oficina, por lo que tuvimos que separarnos. Como cambian las cosas en unas horas, ahora es mi novio y quiero estar con él todo el tiempo.
-¿Seguro que no quieres que vaya contigo a la oficina?
-No Luz, tómate el día, mañana te reincorporas. Yo hablo con Almendra. No te preocupes por nada.
-¡No avisé que no iría!
-Descuida, yo lo hice.
Ese tema me pone nerviosa, muchos se han dado cuenta de la amistad que tenemos desde aquel día que nos tomamos la tarde juntos. Para muchos eso no era un tema agradable, a partir de ahora seré para el personal de la empresa la “novia oportunista” del jefe. Excepto Almendra, que realmente es una mujer prudente y con mucha experiencia. Ella si sabe que soy la nieta del gran amigo de Don Francisco, Don Vicente Robledo y sabe parte de nuestra historia.
-Llamaré a Phillip para que venga por nosotros- dice mi madre.
-Mamá-la interrumpo- me gustaría invitarte a tomar algo.
Ella me sonríe sorprendida y me dice que le encanta la idea. Mamá es una mujer joven, se casó muy joven, y aún es muy atractiva. Su sonrisa, la hacía una mujer aún más hermosa. Phillip siempre la observa con admiración, y así es mi madre, a pesar de todo, una mujer admirable.
A pesar de las circunstancias por mi hermana, el hecho de que Andrés me hubiera declarado su amor me tenía muy feliz y no pude ocultarlo. Mi madre me lo dijo y pues me dediqué a disfrutar el momento.
Phillip nos deja en Polanco. Mamá y yo nos metemos a un restaurant italiano. Ya casi era la hora de la comida, por lo que en vez de un café, invité a mamá a comer.
-Mamá, hoy por la mañana hablé con Andrés, me hizo reflexionar por mi actitud, y quiero pedirte una disculpa, sé que he sido algo fría.
-Así es tu carácter hija, eres muy reservada, no tengo nada que perdonarte. Yo también fui algo entrometida pero ¿sabes? Eres mi niña chiquita y nunca había vivido una escena de celos contigo.
-¿Celos?
-Claro, inmediatamente me di cuenta cuando hablé contigo, que Andrés no te ayudaba sólo por ser tu amigo. Supe que… había algo más. Tu voz cuando me hablas de el cambia, eso se nota. Y ahora mismo, te brillan los ojos cada vez que lo mencionamos.
Me sonrojo, por algo dicen que las madres tienen un sexto sentido. No sé qué decir. Los ojos se me ponen vidriosos y comienzo a llorar.
-Mamá, siempre he envidiado que eres muy unida a Angela, no es reproche, es sólo que… Quisiera tener un poco más de esos momentos contigo.
-Pero Lucita, tú nunca querías venir con nosotros.
-Porque quería pasar momentos a solas contigo, las tres juntas era algo común. Además te veíamos poco, desde que decidiste irte a San Miguel y no llevarnos contigo.
-¿Por qué nunca me lo dijiste? Creí que sería más fácil para ustedes que se quedaran aquí, con sus amigas, el colegio.
-Nunca nos preguntaste, por lo menos a mí.
Mi madre comenzó a llorar. La vi mortificada por el daño que involuntariamente nos había causado.
-Dios, lo siento tanto Luz, nunca me lo imaginé. Te abandoné y nunca me di cuenta de ello, perdóname. Fui egoísta.
-¿Cómo no te voy a perdonar? Ahora veo las cosas de otra manera. Estos meses que he pasado con Andrés, he reflexionado muchas cosas, entre ellas esto. Y me di cuenta esta mañana que teníamos que hablarlo.
-Gracias hija. Gracias por tomar la iniciativa, fui una tonta al no darme cuenta que te estaba haciendo daño, sólo pensé en reponerme de la separación con tu padre y… pensé que ustedes estarían bien con sus abuelos y sus amigos. No quería afectarlas con tantos cambios.
Mamá se acerca a darme un abrazo. Hace mucho que no lo hacemos con intensidad, siempre es el abrazo mecánico de hola y hasta pronto.
Tenía años esperando este momento, y ha sido Andrés, quien me ha hecho tomar ésta iniciativa. Ahora sólo esperaba que mi madre también tomara la iniciativa de pasar más tiempo conmigo.
De pronto, sonó mi teléfono celular, sorprendida vi que era una llamada de la oficina. Pensé en Andrés…
-Bueno…
-¿Luz? Habla Almendra ¿cómo estás? Va llegando el Ingeniero y me ha contado que tuviste un problema muy grave… ¿Estás bien? ¿puedo hacer algo por ti?- me sorprendió mucho su llamada, no me imaginé que me estimara tanto.