ANDRES
Tal vez debí consultar con Luz la idea de ir de compras. Fui algo torpe en llevarla a una tienda tan cara. Se ofendió un poco, pero no me importa, ya sé acostumbrará a mis reacciones extravagantes.
Vamos a varias tiendas, al fin llegamos a un aparador donde vemos un vestido color rojo. Se lo prueba y me vuelvo a enamorar, es la más encantadora y atractiva mujer que he visto en mi vida. No fue muy costoso. Me quedó claro que tiene razón, comprar algo de costo excesivo sólo porque sí, no es una buena opción. Es una chica muy administrada, estoy seguro que conseguirá todas sus metas financieras. Yo soy un caos, un poco desorganizado, afortunadamente cuento con Almendra, una excelente especialista en el tema financiero.
Luz estaba feliz y yo más. Comenzábamos a adaptarnos a nuestras ideas e inquietudes. Contentos por la adquisición, nos marchamos al aeropuerto.
Estábamos a tiempo, con un poco de suerte alcanzaríamos a tomar un café. Sin embargo el tráfico de ésta ciudad es impredecible. Llegamos al aeropuerto derrapando, faltando unos minutos para la llegada de su padre.
Pensando que mi suegro se tardaría unos quince minutos en bajar del avión, esperar su equipaje y todos esos menesteres, estábamos en el momento justo para llegar a esperarlo.
Luz estaba nerviosa. Miraba hacia el infinito, comenzó a morderse las uñas, la reprendí por ello y sonrió.
-¿Desde cuándo no ves a tu papá?
-Año nuevo ¿y tú? No hablas mucho del tuyo.
-¿Yo? Ya perdí la cuenta… Mi padre está en París desde hace ocho años, hablamos poco y nos vemos menos. Es un bohemio empedernido que sólo me busca cuando no tiene nada que hacer, es decir, casi nunca. Vive ocupado leyendo sus poemas en tertulias literarias, conquistando mujeres contemporáneas. Viviendo de sus rentas, si es que le queda algo de qué vivir.
-¿Y tú lo buscas?
-Estamos en comunicación, porque le llamo de vez en cuando, pero soy yo quien lo busca. Si no es por ello, no tendría idea de dónde encontrarlo.
De pronto Luz reconoce a su padre entre la multitud. Se sonroja y comienza a levantar la mano, la agita de un lado a otro emocionada y en seguida nos mira.
-¡Luz de mi vida!- Suelta el equipaje sin importar donde caiga y le da un fuerte abrazo. Le acaricia la cabeza con ternura y ella lo abraza con cariño. Su padre le da un par de besos en la mejilla y de pronto soy el centro de atención.
-Papá, te presento a mi novio.
Su padre estira la mano sin dejar de mirarnos sorprendido.
-Que tal señor, soy Andrés Albert, a sus órdenes.
-Hola, Alberto Álvarez… mucho gusto. No me esperaba esta noticia Luz ¿Cuándo pensabas decírmelo?
Luz sonríe y agrega:
-Papá, no llevamos ni un día, te lo estoy diciendo en este momento.
-Vaya, pues felicidades ¿Albert de la familia Albert que yo conozco?
Luz resignada por el interrogatorio al que estábamos destinados a sobrellevar responde:
-Sí papá, es nieto de don Francisco Baptista.
-¿Eres hijo de Roberto Albert y Carmen Baptista?
Asiento con la cabeza.
-Así es.
-Vaya, que pequeño es el mundo… años sin saber de tus padres ¿Cómo están?