ANDRÉS
Al fin, después de los festejos navideños, Angy salió libre. El día de reyes para ser exactos, Jaime hizo todo lo que estuvo a su alcance, círculos de influencia y marcos legales para resolver el asunto.
Cuando fuimos por ella, se dieron un fuerte abrazo y cuál fue mi sorpresa, Jaime le llevaba un ramo de flores, rosas rojas.
Ella emocionada lo abrazó, pero ¿de qué me perdí? ¿En qué momento estos dos se involucraron? Y para rematar, se tomaron de la mano y, ¡se besaron!
Angy nos contó de camino a casa que fue un flechazo desde el principio. Ni hablar, ahora eran novios. Y el siguiente sábado, le ayudaríamos a Angy a mudarse a uno de los pequeños departamentos de Luz. Y Jaime estaba organizando la mudanza.
Las mudanzas me recuerdan momentos felices de mi pasado. De aquel amor imposible que me rompió el corazón, del que nunca debí dejar entrar a mi vida, pero en el corazón no se manda y el destino nos hace malas jugadas. Ahora que estoy con Luz comprendo que necesitaba aquella decepción, para valorar lo que la vida ha puesto en mi camino. Que amar también es sufrir, pero cuando hay amor, se sobrelleva de mejor manera.
Un momento, me estoy poniendo demasiado cursi.
Luz estaba muy feliz por su hermana, al fin se había quitado un gran peso de encima. Aunque yo de cualquier modo, sugerí que fuera a algún tipo de terapia. No está de más. La mujer ha sufrido bastante en los últimos años.
La familia de Luz, sus padres y sus respectivas parejas, y compañía, se fueron retirando poco a poco. Hasta que nos quedamos ella y yo solos de nuevo. Luz tuvo la casa llena, y ahora, sola otra vez, con su amigo Frederick, su amiga Clara, y ahora Angy, que estaba decidida a emprender algo en el gran terreno que le había heredado su abuelo.
Jaime le suguirió hacer un jardín para eventos, y a las dos hermanitas les gustó la idea. No perdieron tiempo para comenzar a hilar ideas, nombres, presupuestos… Son tal para cual.