LUZ
Después del extraño encuentro con su vecina, Andrés estuvo muy extraño. Algo pasaba por su mente, pero no lograba descifrarlo. Jamás imaginé que le afectara tanto aquella situación.
-¿Qué te ocurre?
-No veo bien a Stephie.
No era para menos, al parecer tenían ya varios años de conocerse, siendo así yo me sentiría igual. Comprendí que la estimaba.
Volvimos a casa, nos acostamos en el acolchado sofá a ver la televisión, teníamos preparada una sesión de películas de acción, y un montón de golosinas para saciar nuestra ansiedad climatológica.
Después del medio día, caímos rendidos y nos venció el sueño, abrazados por morfeo y abrigados hasta el cuello escuchamos un estruendo, fue un disparo, sin duda.
-¡Steph!- Se levantó Andrés angustiado. Nunca lo había visto así. Sin tomar en cuenta que estaba a su lado se levantó precipitadamente. Luego se volvió y dijo llama al número de emergencia y salió despavorido sin decir nada más.
Lo escuché gritar muy alterado. Tocaba la puerta del apartamento contiguo con insistencia.
-¡Steph! ¡Abre por Dios! ¡¿Qué has hecho?! ¡Ábreme!
El teléfono dio línea y marque 066… Se me hizo eterno. Los cinco segundos más largos de mi vida, Andrés seguía gritando desesperado y su voz desgarradora, llena de tristeza y angustia me partía el corazón.
-Sala de emergencias. ¿En qué podemos ayudarle?
-Señorita, escuchamos un disparo…
Mientras la operadora tomaba los datos y me hacía preguntas que me parecían totalmente absurdas, escuchaba a Andrés llorar desde el pasillo.
Algunos vecinos salieron a ver qué ocurría, también escucharon el disparo y estaban conscientes de lo que sucedía.
Andrés un poco más tranquilo le llamó a Jaime desde su teléfono móvil. Minutos más tarde llegó la policía y una ambulancia. Después de forzar la chapa entraron, Andrés tras ellos.
-¡No! ¡No! ¡Stephie! ¡No!- Su desesperación me tenía consternada. ¿Por qué Andrés estaba tan angustiado? Entendí que no era sólo una simple amistad.
Las autoridades trataron de detenerlo, pero se lanzó a su cuerpo llorando con desesperación.
-¿Por qué Stephie? Perdón por no haberte ayudado, perdón por abandonarte, fui un cobarde, yo te amo…
En ese instante mi alma se derrumbó. Sentí mi corazón partirse en mil pedazos. Toda mi ilusión y enamoramiento de los últimos meses murió junto a Stephie al escuchar esas palabras. Antes de dar la vuelta y partir Andrés me miró, comprendió que escuché todo.
-Luz…-Me llamó y trató de detenerme.
Stephie era la chica de la cual el estaba enamorado y nunca correspondido. Su corazón todavía era de ella, yo sólo era una chica más en su vida. Descolocada por las circunstancias decidí huir. Corrí, no me importaba la lluvia, avancé sin mirar atrás. No deseaba volver, Stephie acababa de morir y yo sólo pensé en desaparecer. Yo no importaba.
Después de un par de horas, decidí volver. Había dejado todas mis pertenencias en casa de Andrés. Mi cartera y mi celular. No tenía como ni a donde ir.
Lo encontré sentado en la puerta del edificio. Al verme parada en la acera de enfrente se levantó y me miró pidiendo perdón. Mi corazón deseaba ir a su lado, y mi coherencia deseaba darle una patada donde más le doliera.
Permanecimos así varios minutos, la lluvia cada vez más fuerte, ninguno de los dos daba el primer paso. Sólo hablamos con los ojos. Me pedía perdón y yo lo castigaba con tristeza. Al fin decidió ir a mi lado. No dijimos nada, la idea de Stephie muerta en el sofá era impactante, pero mi mente sólo podía reprocharle lo que sentí al escuchar aquellas palabras.
-Lo siento-dijo.
-Me voy -. Fue lo único que pude decir, crucé de nuevo la calle y subí al apartamento de Andrés. Tomé mis cosas y al salir me tope de nuevo con aquel hombre que había iluminado y apagado mi vida.
-Tenemos que hablar-insistió.
-Mejor olvídate de mí, ya entendí que no soy la dueña de tu corazón.
-No digas eso.