LUZ
Pasé un par de días con pésima actitud. Mamá estaba más distraída de lo normal. A veces me agota la idea de ser la optimista de la familia. Como si lo que yo sintiera no tuviera la más mínima importancia.
Me llamó mi amiga Clara, me desahogué con ella, pero en realidad lo que yo necesitaba era un abrazo y llorar, sentir una mano reconfortante.
Mi padre había prometido venir a vernos, pero cada semana cambiaba la fecha. Me enteré que unos días atrás, llegó un chico joven, había tenido un accidente por excesos de alochol. Me dolió la noticia, era hijo de un funcionario público, de esos políticos ampones e importantes.
Después de un par de días, los reporteros desaparecieron, también la policía estuvo entrando y saliendo. Había una chica, la novia que pasaba en el hospital día y noche.
Después de varios días, coincidíamos en alguna de las áreas comunes del hospital, éramos varios los que teníamos familiares en etapa terminal o en terapia intensiva. Con algunos ya hasta nos contábamos chistes o nos sabíamos que era lo que pedían de comer y nos apoyábamos unos a otros. Como una pequeña familia.
Había un chico, muy agradable, se llamaba Franco, era amigo del chico en terapia intensiva y la chica… Sara se llama. Se turnaban durante el día y la noche y acompañar a Carl, así le llamaba ella.
También estaba una señora con un niño pequeño, tenía ya algunas semanas en coma, el esposo iba por las tardes y algunos familiares le apoyaban el resto del tiempo.
Nos volvimos un grupo de apoyo. Festejamos cuando había avances en los enfermos y lloramos cuando las cosas empeoraban. Debo confesar, que fueron mi respaldo más grande aquellos días. Mamá, a veces venía conmigo. Ella y yo no hablábamos mucho, pero con la mirada nos reconfortábamos.
Así, de repente, después de que mi abuelo nos pidió que le quitaramos la vida, por primera vez no supe que hacer ni que decir. Salí de la habitación, buscando alguno de mis compañeros de tragedia, y encontré a Franco, abrazando a Sara que lloraba desconsolada.
Sara al verme, se lanzó a mis brazos. “Luz, se fue mi Carli”, me dijo. “Se ha marchado, ha muerto, y yo quiero morirme con él”.
Franco, me miraba agradecido por haber llegado y se marchó a realizar los trámites pertinentes. Los padres de aquel chico, no estaban ahí. Sara y Franco se encargaron de todo. Era uno de aquellos muchachos que tenían todo de sus padres, menos cariño, una ausencia total.
Lo de siempre, esa sensación de abandono, por un chico que pierde la vida con todo un porvenir por delante, y mi abuelo, a sus ochenta y tantos años, desahuciado y pidiendo a gritos que le ayudaran a morir.
El terrible tema de la eutanasia, unos luchan por vivir y otros esperan que la muerte se los lleve a la brevedad.
Y ahora soy yo, quien se encuentra en una cama de hospital, en terapia intensiva, luchando por mí vida, supongo que estoy en coma, porque todo es oscuro, escucho ruidos, voces, estoy inconsciente, al menos no recuerdo que sucedió. Siento mi cuerpo, pero no lo siento. Es como estar y no estar.
Ahora recuerdo, discutía con alguien, ¿con mi madre? ¿Mi padre? Fue como si me hubiera partido un rayo, esperen, llovía, estaba en la calle.
-Luz, soy yo Andrés ¿me escuchas?- Lo oigo de pronto.
¿Andrés? ¿Quién es Andrés? Por Dios, no recuerdo nada, que me pasó, yo tenía un trabajo, mi casa, mis huéspedes, mis Willys… ¿Ya pasó navidad? Pasé mi última navidad con mi madre… ¿sí? Sí, ya recuerdo, mi madre, mi padre, Irene su esposa y sus hijas. ¡Oh por Dios! ¡Andrés!
FIN
Gracias por llegar hasta aquí, si quieres leer la historia de Sara y Franco, pronto comenzaré a publicarla. El título es "Mil días pra conquistarte"
Gracias por seguirme!!!