El edificio en el interior portaba un tono frío. Las paredes estaban bañadas de un tono azul y en la recepción había algunos sillones blancos y una mesa blanca se alzaba frente a mí. Los estudiantes pasaban por mi lado con gran premura.
Miré mi horario, tenía Mates al primer turno. Deseé llorar en ese instante, por qué de todas las asignaturas que podían haber sido, tenía que ser esa. No era que las otras asignaturas como Historia fueran mejores, pero al menos eran más llevaderas. Miré el número de aula, era la 211 lo que me indicaba que estaba en el segundo piso. Me perdí por el pasillo mientras buscaba el aula, había estado días antes en la escuela para la matrícula, pero no recordaba nada de allí.
—Buenos días —dije cuando encontré a un chico, que me miró de arriba a abajo como si de un insecto se tratara.
Era un chico de ojos claros, parecían grises si mi vista no me fallaba. Su cabello era castaño, tenía el rostro cubierto de pequeñas pecas y sus labios estaban en una línea.
—¿Qué quieres? —respondió de manera tajante y casi en un bufido.
«Ok, al parecer empezaré con el pie izquierdo», pensé mientras veía a aquel chico que parecía molesto.
—Soy nueva aquí, me dirigía al aula 211 —expliqué con una sonrisa, era difícil ignorar su actitud borde, pero tenía que actuar diferente a él— ¿Me podrías indicar dónde queda el aula?
Él me miró como si quisiera asesinarme, pero finalmente respondió:
—Cuando llegues al final del pasillo, doblas y allí encontrarás el aula. Cada una tiene un letrero lo bastante grande para que lo veas —respondió antes de seguir su camino.
—Gracias —contesté.
Recorrí el pasillo siguiendo las instrucciones de aquel chico hasta que logré dar con el aula, donde me encontré con una veintena de alumnos. Algunos voltearon a verme, y otros no se molestaron en fijar su mirada en mí como fue el caso de un grupo de tres chicos que se hallaban en las primeras mesas.
Encontré a Alina en una de las mesas cerca de la ventana. Solté un suspiro de alivio al ver un rostro conocido y me acerqué a ella con alegría, al notar que no tenía compañero de mesa.
—Alina, que bueno verte —comenté sentándome a su lado.
—Lo mismo digo, Allison, es bueno que estés en mi clase —respondió ella con una sonrisa nerviosa—. Ahora que estás aquí podré contarte las reglas de la escuela, empezando con el grupo que domina esta escuela —añadió señalando con un gesto disimulado al grupo de chicos que había visto anteriormente.
Se trataba de un grupo de tres chicos, que parecían ver algún video y se reían a carcajadas. De repente la puerta del aula se abrió y apareció el chico que me había dado las indicaciones, a continuación, tomó asiento junto a aquel grupo.
—¿Quién es él? —inquirí volviendo mi mirada hacia Alina.
—Él...es Jake Olsen —susurró Alina y me pareció ver que un escalofrío recorría su cuerpo—. Es el sobrino del dueño de la escuela, y parte del grupo del que quiero hablarte.
*****
Según Alina el grupo élite de la escuela estaba compuesto por algunos jugadores de fútbol, porrista y el sobrino del dueño de la escuela, aunque lo que tenían en común era su dinero y familias influyentes. Todos se movían en los mismos círculos y algunos tenían compromisos para unir las empresas. Alina me había advertido que no me metiese en el camino de ellos, si no quería tener problemas, mantener el perfil bajo era la mejor opción.
Cuando el timbre de la escuela anunció que la última clase de la mañana se había terminado, salí casi corriendo del aula como el resto de estudiantes. No había coincidido en ninguna clase con las gemelas, a parte de Matemáticas, donde tenía a Alina; por otro lado, sí había coincidido con Jake, el chico que me había ayudado en el pasillo, y algunos de sus odiosos amigos. Él parecía diferente a sus compañeros, se concentraba en clases, era muy serio y actuaba de forma arisca y tajante.
Caminé por el pasillo atestado de estudiantes hasta mi casillero, que estaba completamente vacío, de hecho, comparado con los demás llenos de adornos, él mío se notaba demasiado llamativo.
Después de guardar los libros de las materias que ya había dado en la mañana. A continuación me dirigí hacia el comedor, este era gigantesco y estaba lleno de bullicio por todos lados, habían mesas de madera por todo el lugar, algunas de cuatro plazas y otras de seis.
Mis ojos se fijaron en una mano que se agitaba desde la fila para tomar las bandejas y me encontré con las gemelas. Solté un suspiro de alivio antes de dirigirme hacia ellas a toda prisa.
—Bendiciones —saludé al llegar hasta mis nuevas amigas.
—Me alegro que nos hayas encontrado, tenía miedo de que te perdieras —dijo Danla dándome un beso en la mejilla a modo de saludo. No la había visto en ninguna clase que había tenido en el día— ¿Qué tal fue tu día hoy?
—Han ido bastante bien, se ha pasado el tiempo rápido —contesté encogiéndome de hombros.
Realmente no había prestado mucha atención a clases, me había pasado el rato dibujando en mi libreta de bocetos, aunque tampoco cambiaba mucho si atendía, igualmente no entendía ni una palabra. Solo quería que llegara la clase de Literatura Inglesa, era la única que realmente disfrutaba.
—Pues para mí han pasado demasiado despacio, no veía la hora de descansar —respondió Danla con un resoplido.
Una vez terminaron de servirnos, las tres nos dirigimos hacia las mesas, la mayoria ya estaban ocupadas, pero aun quedaban algunas en el medio del salon. Les propuse ir a una que estaba cerca de cuatro plazas que estaba libre y limpia. Se resistieron en un inicio, pero al final me siguieron, no habia mas remedio. La comida tenia un aspecto agradable y al darle la primera cucharada pude constatar de que estaba buena, como el aspecto, aunque mi antigua escuela tenía sabores más potentes.
Un rato más tarde entraron en el comedor el grupo de la elite como los habia apodado, estaba compuesto por los cuatro chicos que estaban en mi clase de Matematicas y tres chicas, una de ellas llevaba un uniforme de porrista. Ella hablaba alegremente con el chico que me habia ayudado por la mañana, pero el tenia la misma de fastidio y distancia que en la mañana.