De repente otros chicos tomaron mis pies inmovilizándome por completo. Pataleé intentando liberarme, sumida en la desesperación, no podía ser, no podían hacerme esto.
Todo intento fue en vano mis pies seguían atados por aquellos dos individuos. No entendía qué sucedía, quienes eran, ni que querían de mí. Los atacantes comenzaron a caminar mientras me llevaban y yo solo sabía retorcerme, en un intento desesperado de que mis agresores me soltaran.
Se detuvieron de sopetón y el que estaba a mi espalda susurró:
—Un pajarito me contó que las abejas y tú no se llevan muy bien, así que decidí ayudarlas a que se arreglen —Esa voz maliciosa me era muy conocida.
Pero no importó mucho de quien se trataba, pues en lo único que me pude concentrar fue en sus palabras. Una escalofrío recorrió mi espalda, tenía que soltarme, era urgente. Me retorcí y pataleé con mayor intensidad.
De repente sentí un pinchazo agudo cerca del hombro y seguidamente me dejaron caer en el suelo y me di cuenta que estaba en medio del viejo terreno de baloncesto. Mi mirada se dirigió hacia mis atacantes mientras me levantaba del suelo, Jasper y otros dos chicos, se encontraban a unos metros de distancia, caminando en la dirección contraria en la que me hallaba. Corrí hacia ellos para darles una lección, pero me detuve cuando comencé a sentir la falta de aire en mis pulmones. Aquello me desesperó; llevé mis manos a la corbata aún sabiendo que eso no me aliviaría. Caí de rodillas al suelo mientras todo comenzaba a tambalearse como si de un barco se tratara.
—Allison —exclamó Alina llegando hasta mí— ¿Qué te sucede?
*******
Alina
Estaba muy enojada, con Allison por hacer que Jake y Jasper se volvieran a fijar en mí. Estaba furiosa con ellos porque hubieran decidido vivir sus vidas a costa de mi sufrimiento, y estaba enojada conmigo misma por ser una cobarde. Había tratado muy mal a Allison cuando ella intentaba defenderme solamente. Cuando el timbre sonó salí casi corriendo, no quería hablar con nadie, solo deseaba encerrarme en mi habitación, pero en el instante en que llegué al estacionamiento, presencié como Jasper, Leonardo y Alfred cargaban a Allison y se la llevaban mientras esta protestaba. Quise detenerlos, pero mis pies se quedaron anclados al suelo, un miedo recorrió toda mi espina dorsal. No tenía la suficiente valentía para enfrentarme a ellos. Mis manos temblaban de solo pensarlo.
Los seguí sin que se dieran cuenta y una vez se marcharon, me acerqué a toda prisa a Allison. Se encontraba en el suelo, parecía sentirse muy mal.
—Sácame de aquí —pidió con voz entrecortada. Su respiración parecía desaparecer por minutos y su conciencia se alejaba.
Ayudé a Allison a ponerse en pie para salir del campo y la senté en la calle que rodeaba aquel terreno. Ella no paraba de intentar respirar con bastante dificultad. Se notaba en su rostro lo difícil que estaba siendo para ella inhalar.
—La... medicina... en... mi mochila —pidió Allison casi sin fuerzas.
La mochila, dónde estaba la mochila. Miré a mi alrededor en su búsqueda como si fuera una loca. ¿Por qué el nerviosismo siempre me dificultaba encontrar las cosas?
Finalmente lo hallé en el lugar donde antes había estado Allison.
Corrí hacia la mochila, y registré todos los bolsillos hasta encontrar una caja con bulbos que según la etiqueta era epinefrina. Acto seguido enganché la mochila en mi espalda y volví con Allison. Ella me indicó casi sin fuerzas como suministrarle aquel medicamento con ayuda de un autoinyectador, que también había en la mochila. Mis manos estaban sumamente temblorosas debido a los nervios, creí que no lo lograría, pero finalmente pude inyectar a mi amiga y sentí un alivio tremendo al haberlo logrado.
Posteriormente, llamé a emergencias. Era lo primero que debía haber hecho, no obstante, mi cerebro se había mantenido bloqueado hasta ese instante. La ambulancia llegó rápidamente, aunque para ese momento, Allison se había desmayado.
Subí a la ambulancia con mi compañera, mientras sentía un gran temor por ella. No sabía lo que le sucedía y me sentía culpable por no haber enfrentado a los chicos cuando la habían capturado. Por no ser lo suficientemente valiente para defenderla como ella lo había hecho. Una lágrima silenciosa bajó por mi mejilla mientras mi corazón se oprimía cada vez más. Si no hubiese sido tan cobarde, ella no estaría de esa forma.
Los paramédicos me hicieron algunas preguntas rápidas, a las cuales contesté con la información que conocía, estos se miraron dando la misma conclusión, y me hicieron saber que Allison estaba sufriendo una anafilaxia, lo cual informaron de manera casi inmediata al hospital.
La ambulancia era un total caos, en el exterior se escuchaba el sonido de la sirena, anunciando lo grave de la situación. Dentro, los paramédicos no paraban de hablar entre ellos sobre lo baja que era la presión arterial de Allison, además de ello, su cuerpo se había enrojecido y su respiración era muy leve. Quería ayudar a mi amiga de alguna forma, no era médico, ni sabía lo que estaba pasando, así que cerré mis ojos y comenzar a orar.
Al llegar al hospital Allison fue llevada inmediatamente a emergencias, y solo pude llegar hasta allí con ella. No logré tomar asiento, aunque una enfermera me lo sugirió. No podía parar de pasearme de un lado a otro con manos temblorosas mientras oraba, con lágrimas en los ojos, por la vida de mi amiga, para que todo saliera bien.
Un rato después, mi celular emitió el sonido de su característico tono de llamada, y en pantalla apareció el número de la madre de Allison. ¿Qué le iba a decir? Que por ser una cobarde ahora mismo estábamos en la sala de emergencia de un hospital ¿Cómo se le decía eso a una madre?
—Buenas tardes, Alina. Mi niña, te llamo porque Allison no me contesta, ¿está contigo? —dijo Elisabet con tono preocupado cuando finalmente me atreví a contestar.