Los días que duró la expulsión de los chicos fueron bastantes tranquilos, excepto, por las miradas asesinas que me ofrecía Katherine cada vez que coincidíamos. No obstante, ella no se acercaba a nosotros, después de lo ocurrido actuaban con bastante cautela.
Mientras estábamos en el turno de Biología apareció Jake en la puerta. La profesora le permitió entrar y él tomó asiento en el lugar de siempre. Al verlo contuve la respiración, la paz había terminado lastimosamente.
—Les he dicho que los teléfonos deben estar en silencio —regañó la profesora cuando el sonido de una notificación llenó el aula.
De repente otros teléfonos sonaron como si de una reacción en cadena se tratara. Por instinto levanté el mío cuando vibró, se trataba de un anuncio de la comunidad de la escuela anunciando el regreso de Jasper. Todos nos miramos sabiendo que la paz había llegado a su fin y el conflicto volvía.
El resto del día las miradas se mantuvieron fijas en el grupo esperando a que hicieran algo, pero, para sorpresa de todos, se mantuvieron quietos.
En la tarde me recibió mamá preocupada con el regreso del grupo, pero le aseguré que todo estaba bien. Esperaba que después de aquello se tranquilizaran y no cometieran otros actos así.
—Por cierto, Allis. Eduardo envió una caja, está en tu habitación —informó mi madre con una sonrisa de satisfacción.
La miré en busca de pistas, pero su sonrisa parecía no quería regalarme pistas, así que corrí a mi cuarto con la curiosidad surgiendo por todos los poros de mi piel. Sobre mi cama había una gran caja rectangular de color rosa con un lazo sobre la misma. En su interior encontré diferentes dulces. Había bombones, galletas, flan, pastel, tartaleta de fresa, cokcakes, y un pequeño ramo de rosas rojas. Junto a todo ello había una nota que decía:
"No sabía cuál era tú favorito, así que compré distintos, espero que te gusten. Eduardo"
No podía creer que se hubiera acordado de mi comentario acerca de lo loca que me volvía por los dulces, solo había sido una plática inocente. Acto seguido marqué su número mientras la emoción me llenaba, era la primera vez que hacían aquello por mí y después de varios timbres contestó.
—¡Gracias! —Fue lo primero que dije cuando sentí su respiración al otro lado del teléfono.
—De nada, Allis, quise comprarte esos dulces desde que me dijiste cuanto te gustaban —respondió Eduardo al otro lado.
—No debiste molestarte. Sé que necesitas el dinero para la universidad —contesté preocupada de que todos los dulces le hubiesen costado demasiado.
—No te preocupes, tenía unos ahorros —replicó.
Me encantaba su modo generoso de ser, de hecho, era lo que más me gustaba de él. Además de ser complaciente, ya era la segunda vez que me ofrecía una cosa que me gustaba sin recibir o pedir algo a cambio. Era tan diferente a aquel chico, al que tanto daño me había hecho.
—Gracias, nuevamente —dije con una sonrisa— ¿Qué te parece si salimos este domingo después del culto?
—Lo siento. Esta semana estaré ocupado, tengo exámenes —comentó con un poco de tristeza en su voz.
—Está bien, entonces, nos veremos más adelante —contesté a modo de despedida antes de colgar.
Planeaba hacer algún regalo para Eduardo en agradecimiento por sus atenciones y este retraso me ayudaría a planear algo mejor de lo que habría esperado. Por mi experiencia podía decir que los planes que se realizaban en poco tiempo no salían muy bien la mayor parte del tiempo.
—Alli, ¿qué contenía la caja? —dijo mamá asomando su cabeza en la puerta de mi habitación.
—Mamá, estoy segura de que ya lo sabes perfectamente —respondí.
Mi madre siempre tenía la manía de revisar todo paquete que llegaba a casa, ya fuera de papá o mío. Aquello se había intensificado después de mí incidente de hacía dos años, aunque ya no registraba con la intención de encontrar algo malo, sino por pura curiosidad. Al principio había sido más complicado, pero ahora, tenía toda la confianza de mi madre.
Mamá con una sonrisa me mostró su cuchara declarando que quería flan y no podía negarme. Primero, porque era mi madre y no le negaría nada, y segundo, porque desde que tenía cuatro años, yo había aplicado una frase suya que me había dicho un día y la cual expresaba que lo suyo era mío también, así que ella también había decidido aplicarla, pero en sentido contrario, así como las propiedades de la matemática que tanto me volvían loca. Después de tomar su parte del botín, lo cual no había sido mucho (ella nunca tomaba mucho), se marchó dejándome sola nuevamente.
A continuación, tomé una foto de los dulces y lo envié al chat grupal que había creado con mis amigas. Ya Heydi y Danla se llevaban muy bien, o eso parecía.
Allison: Miren lo que me envió Edward 😍🤤.
Heydi: 🥺🤤🥲.
Heydi: Yo quiero un novio así, dónde lo puedo encargar.
Allison: Aún no es mi novio.
Danla: Pero pronto lo será :3
Un buen punto el de Danla. Todos esperaban ansiosos que nos hiciéramos novios, aunque solo habíamos salido una vez, sin contar los domingos. Era demasiado pronto, quería asegurarme de que era el indicado para mí. Ya no solamente quería un corazón acelerado o mariposas. Quería un amor firme y seguro, una relación sana, sin círculos viciados. Ya había vivido el emocionalismos y ahora, también quería una estabilidad, para ello debía conocerlo con calma.
Danla: Espero que traigas a la escuela y compartas con tu amiga y futura dama de honor.
Heydi: Me voy a mudar de escuela para poder comer dulces 🥺.
Alina: Chicas, excepto Heyni, tenemos pruebas próximamente.
Alina siempre era tan prudente para recordar nuestras tareas y obligaciones.
Heydi: Me siento excluida 🥺.