Estaba en una carrera contra el tiempo. Tenía muchos contenidos por aprender y poco tiempo, además, estaba la presión de ganar contra Jake.
—Necesito tomar un descanso —dijo Danla soltando el lápiz y recostándose en la silla.
Llevábamos dos horas estudiando matemáticas y si era sincera, estaba aburrida de tantos números, letras, ecuaciones, problemas y demostraciones, pero estaba haciendo un enorme esfuerzo, pues quería lograr mi objetivo.
—Está bien, tomemos un descanso —accedió Alina dejando también el lápiz.
Alina era nuestra jefa de estudio, ya que ella era la más inteligente de las tres y, por tanto, quien comandaba aquel circulo de estudio, lo que significaba, estudiar cinco horas y tomar un descanso de cinco minutos, todo lo contrario de lo que me gustaba a mí. Me alegraba que al fin decretara receso, estaba loca por comer la pizza que habíamos encargado.
—¿Cómo te van los repasos con Jake? —inquirió Danla comiéndose la mitad de una rebanada de pizza de un solo mordisco, era como si no hubiera comido en décadas.
—Han ido mejorando en los cuatro repasos que llevamos. Explica muy bien, debo admitir, aunque suele perder la paciencia cuando no entiendo algo, y por supuesto, me llama tonta —contesté antes de tomar también una rebanada de la pizza.
Jake era un cascarrabias, pero sus explicaciones muchas veces superaban a las del señor Donald, y poco a poco iba tomando un tanto de paciencia.
—Ha cambiado mucho en la escuela —dijo Alina que probaba la comida con menos apuros que su hermana, eran gemelas totalmente opuestas.
—Tienes razón, últimamente no lo he visto haciendo maldades a los demás —contestó Danla asintiendo con la cabeza.
Me pregunté si aquel cambio tendría algo que ver con aquella turbación que había visto en sus ojos el día que mi madre lo había llamado “asesino” o si le habría pasado algo durante esa semana que había estado en suspensión.
Cambiamos rápidamente de tema hacia un ahijado de la madre de las gemelas, por el cual, Danla sentía gran emoción por ver, según Alina, ambos tenían un amor que había aflorado desde que ambos tenían 12 años y hablar acerca de ello hizo que Danla se sonrojara de una forma que nunca antes había visto en ella.
Aproveché la charla para pedir ayuda con el regalo de Eduardo, el cual no había tenido tiempo de pensar debido a los exámenes.
—Deberías comprarle algo que tenga que ver con la medicina —sugirió Alina sin pensárselo mucho—. Hace poco dijo que necesitaba un microscopio —añadió ella después de un instante observando la pared en silencio.
—Es buena idea, tengo unos ahorros guardados —respondí recordando el dinero que había guardado de mi último trabajo en Carolina.
Continuamos hablando del regalo para Eduardo, e incluso busqué en Internet algunos microscopios, aunque no pudimos elegir uno, porque Alina culminó el tiempo de descanso.
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Al día siguiente, quise aprovechar que mi última clase del día había sido cancelada para ir en busca de café, con la esperanza de que aquello ablandaba el corazón de Jake, con quien tenía un repaso esa misma tarde; era el último, antes de la prueba, así que deseaba aprovecharlo al máximo.
Cuando llegué a la biblioteca, él ya se encontraba sentado en la misma mesa de siempre. Solo llegaba dos minutos tardes, pero Jake ya estaba allí, era de una puntualidad extraordinaria.
—Buenas tardes —saludé haciendo que Jake levantara la mirada hacia mí.
—Llegas dos minutos tardes, estaba a punto de irme —respondió este con cara de pocos amigos, cuanta cortesía la suya, no había un repaso en el que me hubiera saludado con normalidad.
—¿Me perdonarías por un café? —inquirí mostrándole el vaso que contenía aquel líquido, el cual, a todos, por alguna extraña razón, les encantaba.
—No soy de tomar café —contestó él quitándome cualquier ilusión de que hoy me tratara mejor que en los demás repasos—, pero esta vez te perdonaré —añadió tomando de mala manera el café y rodé los ojos ante su actitud.
Finalmente me senté junto a Jake, a quien comencé a preguntar las dudas que me quedaban pendientes y este comenzó con las explicaciones, por lo que nos sumergimos en el mundo de los números, ecuaciones y problemas.
Un rato más tarde apareció la novia de Jake. Esta vez ya no llevaba su acostumbrado uniforme de porrista, sino que tenía puesto un juego de rayas compuesto por una pantaloneta y una blusa de tirantes. Sus cabellos estaban bien recogidos en una coleta y llevaba un maquillaje, que era excesivo, para mi gusto.
—Jake, vámonos ya, me dijiste que me acompañarías a la tienda —dijo ella sin ningún tipo de saludo, lo de ser maleducado parecía que lo enseñaban en la escuela.
—Katherine, todavía me queda una hora de repaso —respondió Jake mientras señalaba con su lápiz la libreta en donde apuntaba las explicaciones.
—Ufff —dijo ella haciendo un puchero con sus labios rojos—. Seguro que a ella no le importa ¿verdad, Alli-Alli? —añadió ella dirigiendo su mirada hacia mí con una falsa sonrisa.
En otro momento quizás le hubiese cedido con mucho gusto a Jake, pero esta vez me era imposible, necesitaba aclarar varias interrogantes y solo mi tutor podía resolver, era casi cuestión de vida o muerte.
—Lo siento, Katherine, pero este es mi último repaso con Jake antes de la prueba y lo necesito —contesté con el mejor tono de voz, en cambio, ella me miró con enojo.
—Katherine, envíame lo que te guste por Whats, y te daré mi visto bueno por ahí —añadió Jake cuando ella iba a protestar.
De mala gana, asintió y se dio la vuelta pronunciando la palabra “tonta” para que yo pudiera escuchar esa ofensa y seguidamente se marchó.
—Tu novia no acepta muy bien las negativas ¿no? —comenté cuando la vi salir del lugar.
—Por lo general no se lo toma bien, y no es mi novia —contestó resaltando esa segunda parte y me dejó sin palabras.
Era cierto, que nunca los había visto darse un beso, pero todos habían declarado que Jake y Katherine eran novios, así que yo nunca me había cuestionado la veracidad de aquel chisme que corría de boca en boca en aquel lugar.