Abrí los ojos lentamente mientras la claridad que se filtraba por las cortinas de mi cuarto me dejaba en claro que ya había amanecido. La realidad me golpeó de repente recordándome que era 6 de noviembre o sea mi cumpleaños. Me levanté a toda prisa de mi cama con emoción y me dirigí hacia el baño para asearme, y al salir del cuarto de baño, me preparé para ir a la escuela, deseaba poder ir con algo especial por ser mi cumpleaños, pero el código de vestimenta no lo permitía. No obstante, resalté algunos aspectos de mi vestuario, recogí mi cabello rizado en una cebolla y me apliqué una sombra blanca con un delineador sencillo y un pintalabios rosado que me resaltaba mi rostro sin llegar a ser escandaloso.
Salí de mi habitación para ser recibida en la cocina por mis padres, quienes ya tenían mi pastel preparado como era nuestra tradición. Sabía que este año no tendría fiesta de 18 años, por la mudanza, pero no importaba, me bastaba con la bendición de tener a mis queridos padres.
—Te ves hermosa, Alli —Elogió mi papá luego de que yo soplara las velas del pastel.
—Gracias —contesté dejando un beso en su mejilla y seguidamente me acerqué a mi madre para darle un beso a ella—. Gracias a ti también, mamá.
Seguidamente desayunamos, aunque me obligué a comer, pues mi estómago parecía estar a dieta debido a la emoción que sentía por aquel nuevo día. Mi abuela siempre me decía que a medida que se avanzaba en edad se iba perdiendo esa emoción por cumplir años, sin embargo, yo todavía me seguía emocionando como una niña de dos años.
—¡Feliz cumpleaños, Allison! —gritó Heydi cuando contesté a su videollamada—. Ya eres toda una ancianita y parece que fue ayer cuando nos columpiábamos en el parque —añadió de manera dramática.
—Por favor, Heydi, no seas dramática y no me llames anciana, pronto tendrás 18 como yo —respondí con una sonrisa mientras mi amiga reía al otro lado de la pantalla—. Te extraño mucho, amiga, desearía que estuvieras aquí —agregué sintiendo añoranza de repente.
¿Cuántos cumpleaños después de este celebraría separada de mi amiga y de mis seres queridos? ¿Cuándo vería a mi abuela? Sabía que los visitaría, pero era la primera vez que nos separaba tanta distancia, o bueno se podría decir que la segunda.
—Yo también te extraño —confesó Heydi con una sonrisa triste—. Prometo visitarte pronto —dijo mi amiga, pero sabía que ese pronto no sería tan así, todavía quedaba un mes para Navidad y era una época muy complicada para visitar a una persona lejana.
Al llegar a la escuela fui recibida por un cokcakes de las gemelas con una velita rosada. Les sonreí a ambas y soplé la vela para abrazarlas seguidamente, ellas eran una de las razones por la que mi vida se había vuelto más llevadera después de la mudanza, se habían convertido en mis grandes amigas en solo dos meses y me habían ayudado a adaptarme.
—Felicidades —dijo Danla cuando nos separamos y Alina hizo lo mismo.
—Gracias por esto, chicas —agradecí emocionada porque no se hubieran olvidado de mi cumpleaños.
—De nada, Alli, ahora, come tu cokcake de chocolate, tu sabor favorito —dijo Alina entregándome el dulce después de quitarle la vela.
Debía decir que estaba delicioso, uno de los mejores que había probado hasta el momento. Cuando sonó el timbre nos dirigimos hacia nuestras respectivas aulas y por el pasillo encontré a Jake, quien, al pasar por mi lado, se acercó un poco a mí para felicitarme por mi cumpleaños. Me detuve para dirigir mi mirada hacia él con asombro, le había comentado un poco sobre mi cumpleaños, pero jamás habría esperado que lo recordara, por lo general las personas se les olvidaban las fechas.
Después de terminar las clases me dirigí a la biblioteca para mi clase con Jake, ni siquiera por el día de mi cumpleaños podría librarme de aquellos repasos. Jake ya se encontraba en nuestra mesa y al llegar hasta él lo vi jugueteando con un maletín.
—¿Traes millones de dólares dentro? —bromeé parada a su lado.
Él levantó su cabeza hacia mí y me miró con ojos con una expresión diferente a las de antes, no era enojo, ni los otros sentimientos que había observado anteriormente en su mirada, era un brillo nuevo.
—Esto es para ti —dijo Jake rodando el maletín hacia mi puesto.
Me senté a toda prisa en mi puesto y al abrir el maletín encontré algo mejor que millones de dólares, era un quit de pinturas enorme. Contenía lápices de grafito de todas las graduaciones, una extensa variedad de lápices de colores, algunos que ni siquiera había visto antes en mi vida, crayolas, tizas, difuminador, borrador, reglas y un sacapuntas. Era un sueño tener tantas cosas frente a mí, no pude evitar soltar algunas lágrimas de felicidad, era indescriptible la emoción que recorría mi cuerpo.
Antes de que pudiera hablar Jake me pasó una bolsa de color azul y al abrirla encontré pinturas acrílicas y pinceles de todos tipos, era más de lo que tenía hasta el momento.
—Ahora no tendrás justificación para mostrarme tus dibujos —dijo Jake a mi lado—Feliz cumpleaños, Allison —añadió con una sonrisa de medio lado y ese extraño brillo en los ojos.
—Gracias —dije con emoción, no podía creer que se hubiera acordado de mi cumpleaños y haberme comprado todo esto—. Es uno de los mejores regalos que he recibido hasta ahora, muchísimas gracias.
—De nada, Allison —contestó Jake en un susurro, sin apartar sus ojos de mí—. Tómate la tarde libre, es tu cumpleaños, no voy a llenarte la cabeza de números ahora.
—Gracias nuevamente —dije cerrando la maleta y tomé la bolsa para marcharme de allí.
Al salir de la escuela, les escribí a las gemelas para salir a comer algo, pues tenía un dinero ahorrado para esta fecha y deseaba pasar un rato especial, no obstante, ambas aún se encontraban en clases, así que tuve que ir a comer sola. Entré en el MCDONALD’S y me pedí una hamburguesa con papas fritas y un refresco para luego irme a casa. Por el camino analicé mi día, no había sido un cumpleaños tan malo, había recibido regalos maravillosos, no había tenido clase de matemática y mis amigas habían recordado la fecha a pesar de llevar poco tiempo de conocernos, había tenido cumpleaños peores.