—No quiero ir.—Repito por enésima vez.—Ya te lo he dicho
—Podemos divertirnos.—Insiste. Pongo los ojos en blanco, irritada.
Tengo más de cinco minutos hablando con Nicólas, mi novio. Compro unas últimas entradas del cine, al que no quiero ir por que, de verdad, no quiero salir. Digamos que nuestra relación se ha enfriado demasiado después de terminar y reconciliarnos de nuevo más de seis veces—sé qué es exagerado y de poco amor propio, pero así fue—parte de esas veces fue mi culpa.
—No tengo ganas de ir, Nicólas.—Digo con voz firme.
El suspira pesadamente.
—Esta bien.—Me dice en voz baja, resignado.—¿Tú estás bien?
—Solo tengo el ánimo muy bajo.—Digo, mirando mis uñas cortas por mis dientes y un poco de sangre en ellas.—Nada qué, para un rato sé qué sé me pasará.
—¿Estas segura, Hannah?—Pregunta, desconfiado. Y sé qué todas esas veces que le he dicho lo mismo es por que cortaba con el a la semana por bajones emocionales.
—Si, Nicólas.—Trago saliva cuando siento un nudo en la garganta.—Ehm...No eres tu, ¿Vale? Soy yo.
—Así me dices siempre que vas alejarte.—Murmura.
—Hablemos luego, ¿si?
—Te llamaré a la noche.—Me dice en voz baja.—Descansa, ¿sí? Te quiero, princesa.
Princesa.
Recuerdo lo mucho que me gustaba antes de recaer a la depresión y la ansiedad. Ahora sus apelativos cariñosos me irritan demasiado, le he dicho que no me llamara de esa manera y no me hace caso porque sabe que ahora los odio por mi "condición". A veces me da la sensación de que no me comprende como de verdad quiero que lo haga.
—Adiós.—Me despido luego de unos segundos en silencio.
Cuelgo y dejo el móvil a un lado.
Estoy muy agobiada con todo esto de la universidad, dentro de unos pocos minutos empiezan las inscripciones y aparte de eso, mi madre me pidió que fuera al psicólogo ya que tengo un año y un mes con esto, cosa que solo me duraban unos cuatro meses como mucho y que ahora me haya dejado vencer por ello.
Lesly, mi mejor amiga se ha ofrecido a llevarme todas las veces que sean necesarias, aunque no es necesario un psicólogo ya que tengo a su hermano, quién tiene un cuidado muy exagerado con el bienestar mental y físico. Ellos dos se han sabido preparar desde que su padre murió y su madre se marchó hace medio año porque es homofobica y Andrew salió del closet.
Le dedicó palabras no precisamente de amor incondicional y apoyo, de hecho fue todo lo contrario; mis padres lo han recibido con amor y a ellos no necesitaron más que eso para que se unieran a la familia, tienen el amor que recibían de su padre, la señora Liliana era demasiado venenosa hasta con sus propios hijos, en cambio el señor Diego, les daba el apoyo qué por parte de Liliana carecieron.
Me arrimo hacía la cómoda que está a un lado de mi cama para agarrar la portátil y entrar a la página de la universidad para inscribirme.
Solo faltan veinte minutos, veinte largos, lentos y eternos minutos de espera.
Estoy en segundo año de administración de empresas, y créanme que no sé como es que no he salido corriendo por mirar tantos números, pero acá estoy, en segundo año de ello.
—¿Se puede saber qué haces aquí acostada dejando pasar tu vida en una habitación sin hacer nada productivo?—Pregunta Lesly, entrando en mi habitación causándome un susto de muerte.
—¡¿Por qué no tocas la puerta?!—Exclamo, mirándola mal.—Casi me da un infarto del susto.
—Cállate. Las inscripciones ya abrirán y no quiero quedarme despierta dos días antes de qué las cierren así que me quedaré esta semana aquí.—Dice ella tan ajena a mis miradas.
—¿Vas a quedarte una semana?—Pregunto, escondiendo mis uñas.
Unas de las cosas que ella más odia en mí, son mis ataques de ansiedad, y más la razón de ello. Ella se ha esmerado mucho en hacerme sentir bien, he mentido todas estas veces diciendo que me sentía muy bien cuando no es así, pero prefiero eso, qué ver a mis amigos y familia mortificarse por eso. Tengo muy claro que Nicólas se come el cuento de que solo estoy "desanimada", pero cuando hablamos de Lesly, Andrew, Luke mi mejor amigo y mi hermano no se dejan engañar, mis padres tampoco pero ellos siempre me dan mi espacio.
Si algunos de ellos ven las marcas, no pensaran dos veces en llevarme a un terapeuta y aunque sé que es lo que tengo qué hacer, aún no estoy lista para dar el primer gran paso.
—Sí. ¿Algún problema?—Ella me entrecierra los ojos.
—No, es qué no me habías avisado.—Intento disimular.
—Sí lo hice. Te he mandado un mensaje diciéndote qué estaba en camino.—Señala mi móvil tirado en la orilla de la cama. Ni sé como ha llegado hasta ahí.
—Oh. Supongo qué estaba hablando con Nicólas cuando escribiste.
Ella pone los ojos en blanco cuando lo nombro. Sé que después de todo lo qué ha pasado todos lo odian, por como me ha hecho sentir, todo lo que me ha hecho y qué sabía que me haría daño, qué a pesar de mis antecedentes y qué el las supiera perfectamente, no le impidió nada dañarme, y que viniera después pidiéndome perdón, qué actuara como si nada hubiese pasado, y aún así, estoy con el, intentando cambiarlo a mejor persona.
—Ah, si. Se me olvidaba que tenías un novio. Es qué sé me olvidan las personas idiotas. Una disculpa de antemano.—Dice ella sarcástica, sacando su portátil del bolso.—Ahora, dejemos al idiota de tu novio a un lado. Tenemos que intentar entrar a la página, ¿qué haces tirada en tu cama y no le pones prioridad a tus estudios? No llegaras a la graduación dentro de cuatro años si sigues así.
—Me motivas demasiado.—Pongo los ojos en blanco.—Además faltan quince minutos para que puedan abrir la página.
—¿Y esperaras a qué abran para empezar a inscribirte a los veinte minutos apenas digan que están abiertos? Sabes que la pagina se pone pesada así que necesitamos estar preparadas para ser unas de las primeras, ¿bien?