Han pasado cuatro malditos días que siento un maldito vacio en mi ser. No me siento a derrumbar, pero soy consciente de la traición. Fue una traición. No sé si el chico de ojos azules me ha llamado porque desde que le colgué, no he vuelto a prender el móvil. Tampoco he ido a la Universidad, pero gracias a Lesly he hecho las asignaturas.
Lesly ha venido con la excusa de las asignaturas cuando en realidad ha venido a preguntarme qué fue lo que hice con Maximiliano. Está claro que he evadido el tema descaradamente.
Mi padre ha llegado hace tres días y si, hemos compartido almuerzo con Nicolle, ha ido de maravilla. Ella perdió los nervios de inmediato. Es algo que tiene mi familia y es hacer sentir cómodo a quien sea.
Otra cosa es que mi padre ha llegado demasiado extraño, actitudes demasiado raras. No es el mismo hombre que te pregunta como estas, bueno, no a mí. Me ha parecido que me evita.
Quizá soy yo y que tengo la mente y el corazón culpable.
Mierda...
Subo a mi habitación después de almorzar, soy la primera en levantarse. Dejo a todos mirándome al salir, pero lo peor y lo que más me deja rota, es que no parecían sorprendidos.
Al llegar a mi habitación, dejo salir todo el aire de tensión que había estado conteniendo.
Tengo esa sensación de culpa en mi pecho, ¿Decidí bien? Tampoco es que tuve opción. Mi padre o el chico que me atrae.
Enciendo mi móvil con los latidos a mil por hora. Los nervios a flor de piel.
Cuando este agarra conexión, los mensajes empiezan a llegar. Tengo varios de Lesly, Luke, Andrew, Demián y claro. Maximiliano.
Leo la primera y me deja sin habla.
¡¿Qué hiciste con los chicos, Hannah!?
Las lágrimas bajan por mis mejillas. Ya ella lo sabe.
Leo el segundo.
Oye, ¿Puedo hacerte una pregunta?
¡¿ENTREGASTE A BESTIA?! ¡¿EN SERIO?! ¡¿EN QUE MIERDA PENSABAS?!
Leo el tercero.
Hanny, ¿has estado bien? No he sabido de ti desde hace tres días.
Leo el cuarto.
No voy a juzgarte porque supongo que tuviste tus razones, pero, ¿sabes que estás desprotegida?
El mensaje de Demián me deja descolocada por unos segundos, luego me deja con la sangre fría.
Y para culminar, leo el último mensaje.
Quería cuidarte hasta mi último aliento, Hannah. Ahora resulta que has sido tú la que me ha matado.
Espero poder salir de esto y hablar contigo. Va hacer demasiado difícil a que te libres de mí fácilmente.
Al leer todo eso, dejo el móvil aparte y empiezo a llorar desconsoladamente en mi cama, sin unos ojos azules que me promete que estaré bien, sin esos que me da calma, sin esos que puedo estar en el aire sin preocupaciones. Quizá ya ni los vuelva a ver, o me odiará y no me querrá mirar, ya no querrá saber de mi. No es para menos. Lo he traicionado de la peor manera posible, prácticamente estoy en su contra, aunque no es así. Si mi familia no estuviera involucrada juro que estaría con él en todo momento, pero no podía dejar que algo le pasara a mi familia, además, confío en que saldrá de esta, que no lo encontraran, dije que saliera de casa, espero me haya hecho caso.
Maximiliano:
Tengo los ojos cerrados en esta maldita cama vacía. He vuelto a la casa de la piscina, esa en la que vine con Hannah porque sabía que podía suavizar lo que siento cada vez que vengo. Tengo tres malditos días en esta mierda sin poder dejar de pensar en ella y en lo que hizo.
Miro el móvil como un maldito desesperado para ver si me respondió los mensajes, pero no, no lo ha hecho.
A pesar de lo que hizo, no puedo odiarla...Quiero saber cuáles han sido sus motivo para hacerme esto. Sé que las hay, sé que hay una razón. Ella es tan transparente y antes de que el amigo viniera por ella, estaba demasiado extraña, tanto que no dejo que yo la llevara.
Tres golpes se escuchan en la puerta y sin que responda, la cara de Demián aparece.
—¿Te ha respondido?—Me pregunta directamente, sentándose en un sofá pequeño individual que está cerca de la cama.
Niego con la cabeza.
—¿Puedes tener alguna idea del por qué lo hizo?—Su pregunta me hace pensar sus actitudes.
—No...Nunca me dio una señal, de hecho, no hablábamos si quiera de las carreras, peleas, las ventas, las bandas, el día que me salvo de aquel callejón borracho.—Tomo aire para seguir hablando.—Esos temas parecían no existir entre ella y yo.
El suspira pesado, también pensativo.
—No sé qué decir.
—Yo tampoco. Fue tan...repentino. Su llamada, sus lagrimas, sus disculpas.—Niego con la cabeza.—Cuando el hermano de Lesly la vino a buscar estaba extraña...tensa, no lo sé.
—Andrew debe saber...
—Y Lesly.
—No le responde las llamadas ni los mensajes a Lesly.—Me dice, cansado.—Bestia, ¿tú crees que fue a propósito?
Sonrío sin ganas, aunque lo único que formulo en mis labios es una mueca.
—No.—Murmuro.—Pero hay algo que es nuestra desventaja y es que es demasiado inocente para este mundo, no está preparada y puede que en su momento me haya gustado...pero ahora esto, diría que la han obligado.
El asiente con la cabeza.
—Dylan está por llegar.—Me dice, levantándose.—Alguna información ha de traer.
No digo nada, por lo que el sale de la habitación, dejándome solo de nuevo.
Pasan las horas en el que estoy metido en esta habitación. Esta casa está fuera de la ciudad, así que es demasiado difícil de que pueda conseguirme. He venido aquí solo dos veces y espero que sigamos así hasta que solucione esto.
Se me ha hecho difícil dormir desde que ella no está, y me siento demasiado estúpido al dejar que mi vida corra alrededor de una chica. Nunca he sido un dependiente emocional, siempre he llevado mi vida este una chica o no, siempre he hecho mis cosas solo, y ahora, no puedo siquiera dormir sin ella.