Luz y oscuridad (¡ Nueva Versión Muy Pronto!)

CINCO (II PARTE)

Han pasado seis días desde que hable por primera vez con Maximiliano y siento que aun no hemos hablado como se debe, aunque las miradas son obvias. Son las cuatro de la mañana y hace media hora que me desperté, y no he podido conciliar el sueño. No quiero abusar de la casa de mi madre, y cocinar, o hacer alguna otra cosa para distraerme. Le he escrito a Cris, pero no responde, supongo que debe estar dormida en alguna parte del mundo o dormida en el avión destino a cualquier parte del mundo.

He querido escribirle a Lesly, pero debe estar durmiendo con su novio, y despertarla a ella, seria despertar primero a su acompañante. También he querido pasearme a la habitación de mi hermano, pero recuerdo que también duerme con su novia.

Y es entonces que me doy cuenta, de que ya nada es igual, si ahora necesito de alguien, tengo que hacerme un huequito en la vida de ellos.

Solo tengo que esperar que amanezca, y así salir de casa una vez más, para ser rechazada por la ciudad que me vio crecer, y volver a casa con las manos vacías, como siempre.

Me volteo hacia mi portátil y empiezo a buscar alguna película rancia que se me aparezca. Así mismo, o mato el tiempo, o me duermo.

Consigo una de romance sobre un chico que se burla de una bruja, y para maldecirlo, lo convierte en árbol, y tiene que conseguir un te amo verdadero antes de los doce meses, o sino, se queda de esa forma de por vida. Me ha distraído bastante. Al menos, el tiempo si ha pasado.

Me levanto, dejando el portátil en la mesita donde estaba hace dos horas. Son las cinco, casi seis de la mañana, y me voy al cuarto de baño para ducharme y cepillarme.

Necesito salir antes de que todos se despierten.

Me pongo los zapatos y salgo de casa, cerrando la puerta despacio.

Son las seis de la mañana, y aunque ya haya sol, tengo un poco de frío. Sigo caminando con las manos heladas hacia la ciudad, queda un poco bastante lejos de mi casa, pero una caminata se me hace bien en estos momentos, y siento que es lo que necesito.

Hay pocas personas, lo que es lógico porque algunas están dormidas y soy la única anormal que sale a las seis de la mañana a caminar.

Tengo tanto frio que me abrazo a mí misma. El sol se asoma cada vez más. Las calles empiezan a llenarse y las aceras también.

Llego a la ciudad en, aproximadamente una hora y media. Camino hacia las tiendas que no fui ayer, y recibo lo mismo.

Paso frente de un club, entro en ella, sorprendiéndome a mi misma de lo bien cuidada que está.  Solo hay una chica y un chico limpiando mesas.

El chico es quien me mira primero.

—Está cerrado. —Me dice, dejando de limpiar.

La chica se gira a mí, y me siento nerviosa de pronto.

—Sí, lo sé—Respondo, acercándome a ellos. —Yo… ¿Hay alguna forma de hablar con el jefe?

Ellos se miran, y luego me miran a mí.

—Depende, ¿Cuál es el asunto?

—Yo quiero… Estoy buscando empleo, y quería saber si me daría una oportunidad.

La chica se acerca a mí, inspeccionándome en el camino.

— ¿Tienes alguna experiencia?

—Sí, hace un año y medio que trabaje en un bar. — Respondo.

Ella asiente con la cabeza.

—Sí, necesitamos de otro personal. Solo tienes que sacar una copia de tu identificación y currículo. —Me explica. —El jefe lo aceptaría el miércoles, así evalúa y te llamara antes del viernes si le pareces bien para el trabajo.

Sonrío, agradecida.

—Lo haré, muchas gracias.

—Ah, y si vienes a traerlo, que sea en la mañana. Es un hombre muy ocupado.

—Vale.

Salgo del club con una sonrisa.

Me regreso a casa en taxi, mi ánimo se va al suelo cuando veo dos coches estacionados frente a mi casa.

¿No que solo venían una vez al mes?

Le pago al taxista, y bajo del coche, sacando las llaves. Mi corazón quiere salírseme por la boca, pero intento mantenerme firme.

Cuando entro, lo primero que escucho es la voz de Lesly.

Suspiro y miro a todos. Adam es el primero que me ve, confuso.

—Te hacia dormida. —Me dice. Todos voltean a mirarme. — ¿Dónde estabas?

Abro la boca pero mi mirada pasa al pelinegro que sigue mirándome como si me odiara, y no se molesta en disimularlo, como lo hacía antes para no tener que expresar lo que sentía.

—Yo…estaba en el centro. —Respondo, demasiado bajo, pero lo suficiente como para que me escuchen.

— ¿Haciendo qué? —Pregunta mi padre, apareciendo por las escaleras.

Me tenso de pies a cabeza porque se quien está pendiente de todo. Busco ayuda con la mirada a mi hermano, este se levanta, acercándose a mí.

—Oye Hanny, ven siéntate. Estábamos…

—Te estoy hablando, Hannah. —Vuelve hablar mi padre, callando a mi hermano. — ¿Qué estabas haciendo en el centro de la ciudad?

—Solo quería caminar un rato. —Respondo, frunciendo el ceño. — ¿Se puede saber qué te pasa conmigo, papá?

El me mira fijamente, poniéndome más tensa aun.

—Que has venido acá, sabiendo que tenías que quedarte en Atlanta. —Me suelta, casi escupiendo.

—No tengo Universidad. Ya te lo he dicho.

—Solo tenías que decirme y te pago un piso compartido, solo para que te mantuvieras allá.

Niego con la cabeza, sin poder creérmelo.

—La Universidad se acabo, si quieres que me vaya, espérate a septiembre y me vuelvo a ir. —Le suelto bruscamente. —No me diste opción a la hora de irme porque ya tenía el cupo, pero he vuelto aquí porque es mi casa, y tengo todo el derecho de regresar acá en vacaciones.

Aprieta los labios, mirándome mal.

—No estoy de humor para discutir con mi hija. —Me dice finalmente al no tener más argumentos.

—Y yo estoy de muy buen humor para que tu amargura me lo arruine. —Le replico, pasándole por al lado, subiendo las escaleras.

Tenemos todas las miradas puestas en nosotros. Cuando ya estoy llegando al pasillo, mi madre me llama.




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