Luz y oscuridad (¡ Nueva Versión Muy Pronto!)

SEIS (II PARTE)

No hay nadie en casa como ha sido demasiado normal los días que he estado aquí. Bajo a la cocina por un vaso de jugo de naranja. Falta solo una hora para que pueda ir a llevar los papeles que me pidieron en aquel club y correr con la suerte de que me acepten.

Mientras estoy preparando el jugo, escucho pasos detrás de mí. No necesito girarme para saber de quién se trata. Y ya me estoy preparando para la discusión que he estado evitando hace semanas.

Aun le doy la espalda, y escucho como se mueve por la cocina sin decir nada, aumentando la tensión.

Exprimo las naranjas en el vaso, lo hago en silencio. Por el rabillo del ojo, veo que está tomando agua, mirando su móvil.

— ¿Por qué no me dijiste que venias? —Me pregunta, rompiendo el denso silencio. —Así podía hablarlo con los jefes de la empresa.

Me volteo a mirarlo, ya con mi jugo listo.

—No necesito que me pagues nada. —Le respondo, intentando pasar por su lado.

— ¿Lo dices porque ya todo se pago y tu no hiciste nada?

—Lo digo, porque no aceptare nada que venga de ti.

—No me hables de esa manera que soy tu padre.

— ¡Cuando llegue no lo habías demostrado! ¡No has querido ser un padre para mí!—Exclamo, acercándome a él. —Te ha valido mas lo que tienes o no, lo que gastas o no de tus bolsillos que cuando llegue a casa lo único que hiciste fue decirme que podrías perder más dinero.

El me mira fijamente, disgustado por el tono en la que le estoy hablando.

—Cuando vuelvas hacer el hombre que me cuidó en mi infancia y adolescencia, volveremos hablar. —Vuelvo a pasar al lado del hombre que me crió. Pero no me deja. — ¿Qué pasa?

—Sabes que la razón por la que te mande allá no solo fue por los estudios. —Me aclara. —Pensé que habíamos quedado en que ibas a irte para alejarte de ese chico.

—Y yo te dije que sería imposible porque está en el mismo grupo de amigos en el que yo estaba. —Le recuerdo. —Y tanto que querías que no lo viera que ahora viene a casa.

Aprieta los labios y entonces me doy cuenta que ha sido eso que está intentado tolerar.

—Es amigo de Adam y pariente de Nicolle, no puedo decir nada.

— ¡¿Y a mi si?! —Pregunto, indignada. — ¿A mi si me tienes que alejar de él?

—Es que ustedes no eran amigos.

— ¡Si lo éramos! ¡Y si no fuese así, no tienes derecho a elegir con quien estoy o no! —Exclamo. — ¡Soy mayor para elegir que es lo adecuado para mí y lo que no! ¡Tú ya no tienes ningún maldito derecho en mí!

— ¡Mientras vivas en mi maldita casa, si tengo derecho!

— ¡Pues entonces me voy de tu casa y ya está!

Se calla al instante, mirándome fijamente como que si lo que dije le haya afectado.

— ¡No me hables ese tono que soy mayor que tú!

— ¿Y qué? Tú me has faltado el respeto a mí, manejándome a tu antojo como si fuese un títere.

—No me hables como si te debiera algo, porque si a esas vamos, la que me debe muchas cosas eres tú.

— ¿Ah, sí? ¿Cómo qué?

—Para empezar. La vida, me debes la vida que te di.

— ¡PUES ENTONCES TE LA DEVUELVO! —Grito, dolida, decepcionada, rota. — ¡Te la devuelvo porque ya no se qué hacer con ella!

Paso por su lado, evitando su agarre cuando intenta tomarme del brazo.

Cuando salgo, esta mi hermano, Lesly, Demián, Maximiliano, Nicolle, Andrew, Luke y Dylan. Mi hermano y el pelinegro son quienes miran a mi espalda con una mirada asesina. Mi padre está detrás de mí, ha intentado seguirme pero se detiene cuando los mira a todos en grupo.

Nunca voy acostumbrarme a ver tal cantidad de gente en un solo sitio, y menos en mi casa.

Yo también me detuve, tensa. ¿Qué parte de toda la conversación han escuchado?

— ¿Mi hermana te debe la vida, Emilio? —Pregunta entre dientes Adam, acercándose a mi padre. Me interpongo, evitando que ellos se discutan.

Papá puede discutir conmigo todo lo que quiera, solo él y yo sabemos porque es la discusión, porque le disgusta que este aquí. Me lo ha dicho hace unos segundos.

No puedo aceptar que mi hermano pelee con mi padre por mi culpa, no me lo perdonaría.

—No vas a tener que pagarme nada más, papá. —Reitero, jalando del brazo a mi hermano, hasta dejarlo con su novia. —Nunca más.

Me acerco a la puerta pero alguien me pone la mano en la cintura.

Me giro a mi padre por encima de mi hombro y sé lo que le enoja  esto. Emilio ha querido que me alejara de él y de alguna manera lo hice, no por sus motivos, si no por unos muy diferentes.

Me estremezco cuando  me hablan al oído, no aparto la mirada de mi padre.

—Te acompaño. —Retomo el camino, saliendo de casa con el pelinegro.

***

No me gustó que Max me haya sacado de la casa por no haber una discusión. El va a ir muchas veces más a mi casa para ver a Nicolle, y tendrá que encontrarse más veces con mi padre. A la vez, le agradezco que me haya sacado de ahí porque estoy segura de que iba a decir algo del que me iba arrepentir toda mi vida, porque así soy, impulsiva.

— ¿Estás bien? —Me pregunta en el asiento de al lado.

—Sí.

— ¿Segura?

El sabe que no, y quiere que se lo diga. Siempre ha hecho eso, quiere que le diga las cosas directamente, y para su desgracia, no las hago. Es una muy mala combinación. El quiere que le diga las cosas directamente, y yo prefiero tirar indirectas, si no las capta, muy mal por él.

—Ya te dije que sí.

—Entonces deja de comerte así las uñas o terminaras sangrando. —Me dice con la vista al frente. —Ahora dime donde quieres que te lleve.

Le indico el lugar y frunce el ceño. Supongo que sabe que es lo que hay ahí.

No decimos mas nada en todo el camino, o bueno, lo que queda. En unos muy pocos minutos me deja en la puerta. Me sorprende ver que saca un cigarrillo cuando me quito el cinturón.




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