Luz y oscuridad (¡ Nueva Versión Muy Pronto!)

TRECE (II PARTE)

Siento una mano en mi hombro, acariciándome suavemente. Me pego muchas más, en busca de mas caricias, y esa persona me lo da, gustoso.

Podría acostumbrarme a este despertar, no me quejaría en lo absoluto.

—Buenos días, bellos durmientes. —Doy un respingo asustada, cuando veo un grupo de gente en la cocina, mirándonos fijamente.

Sí, he dicho grupo. Demián, Lesly, Dylan, Nicolle y mi hermano nos contemplan al chico que me acariciaba y a mí, me muevo para apartada, avergonzada, pero vuelven a pegarme, envolviéndome con un brazo.

—Tendrán más noches para dormir. —Habla Nicolle, poniendo los ojos en blanco. —Vengan a desayunar.

Vuelvo a moverme para apartarme, pero me rodean con un brazo más fuerte, dejándome sin escapatoria.

—Tuve un largo tiempo sin dormir con ella. —Espetan en mi espalda. —Cállense o váyanse todos.

Contengo una risa divertida cuando vuelve apretarme contra él.

—Voy a comerme tu parte si no te mueves de ahí, Hanny. —Me aparto, alarmada cuando Adam agarra un trozo de no sé que para llevárselo a la boca.

Todos se ríen de mi cuando llego a él, quitándole la tostada de la mano, todos menos Max que le frunce el ceño a todo el mundo de mal humor.

— ¿Ustedes no tienen casa? —Pregunta, sentándose a mi lado, apoyando los codos en la barra y pasándose las manos en la cara.

—Estoy en ella. —Replica Demian, sonriendo.

—Y yo en la casa de mi novio. —Interviene Lesly, dándole un mordisco a la tostada.

—Yo estoy porque quiero. —Dice Dylan, encogiéndose de hombros.

Sigo comiendo, ignorando a todos. Tengo mucha hambre y eso cierta persona lo nota cuando me acabo mi desayuno y quedo con ganas de más.

El me pasa su plato que estaba sin tocar, frunzo el ceño, mirándolo.

—No tengo hambre y no suelo desayunar. —Me aclara. —Disfrútalo.

Lo tomo solo porque en serio, tengo muchísima hambre, anoche no cene y tuve mucho trabajo.

Me lo termino en cuestión de minutos junto con mis dos vasos de jugo, hoy amanecí con cuerpo y cara de princesa pero con estomago sin fondo.

Todos ya están sentados en la sala, menos Dylan, que está a mi lado, esperando silenciosamente que le cuente como carajos termine durmiendo en el sofá con el uniforme del trabajo como pijama y con cierto amargado que está mirando a todos con mala cara.

Quizá el se espero que no lo dijera nada a Max, pero la verdad es que me sentía ahogada, y si algo me quedo cuando tenía terapias con el Dr Coleman, es que no era recomendable guardarme las cosas para mí misma o las cosas serian peores, y teniendo en cuenta que la situación está bastante complicadas, algo de sinceridad no vendría mal en este pequeño gran caos.

—Anoche vimos un coche en el que estaba Nicolás. —Le suelto, rompiendo con el silencio dramático. —Si no fuese porque él me haya tomado antes de llegar a ese coche, justo ahora estuviera perdida.

El me mira fijamente, esperando de más historia. Si, parece la propia vieja chismosa.

—Puede que me haya alterado un poco al saber que no era Bestia quien estaba en ese coche y entre en una pequeña crisis que él muy pacientemente lidio. —Lo miro de reojo, sigue mirando a todos mal. —Cuando llegamos aquí, no pude soportarlo más y le dije él porque me fui a otra ciudad.

Asiente con la cabeza, mirándose las manos.

— ¿Cómo lo tomo?

Suspiro, sonriendo un poco.

—Sorprendentemente bien. —Le aseguro. —Me espere una discusión, espere que se enojara, pero no fue asi, simplemente tiro de mi, quedamos acostados y segundos después nos dormimos.

El sonríe, asintiendo con la cabeza.

—Te dije que iba a entenderte. —Me dice, apoyando los codos en la barra. —Y fue lo único que quería desde que te fuiste, Hanny. Solo quiso que le dijera la verdad, y él es quien valora la sinceridad, aunque le duela, prefiere que lo lastimen con la verdad que le hagan feliz con mentiras.

—Pues… supongo que todos, ¿no?

—Sí, de cierta forma, todos queremos eso, pero…no todos son capaces de soportar el dolor de la verdad, y prefieren vivir en una burbuja de mentiras.

—Debí decir la verdad antes, ¿verdad?

—Tuviste tus razones para no decirnos el porqué te ibas en ese momento. —Me dice suave. —Todos entendemos eso, sabemos cómo va esto, Hannah. Y no sé cómo te tomes esto, si bien o mal, pero…sabíamos como seria tener a una chica inocente e indefensa, sabíamos que harías cualquier cosa por no dañarnos.

Frunzo el ceño, un poco extrañada. No estoy acostumbrada a que alguien no me discuta después de mis decisiones impulsivas.

—Yo…—Sonrío un poco. —Esto es… extraño.

— ¿Qué?

Me remuevo en el taburete, incomoda.

—Nadie me ha tratado asi de bien cuando hago…este tipo de cosas.

—Somos humanos, y todos cometemos errores, es nuestra naturaleza. No podemos condenar a nadie solo por ello, cuando nosotros somos peores.

Abro la boca para responder, pero alguien me interrumpe.

— ¿Vendrán con nosotros o seguirán chismeando como viejas juzgonas? —Reclama Nicolle, poniendo los brazos en jarra.

—Si antes era pesada, con el embarazo la pone el doble. —Murmura, levantándose.

Rio divertida, levantándome también, solo que él se sienta con el grupo y yo me voy por el pasillo.

— ¿Dónde vas? — Pregunta mi cuñada con los ojos entrecerrados.

—Dormí con el uniforme del trabajo, no es que sea muy agradable estar sudada y con la misma ropa de la noche anterior. —Digo, poniendo una mueca de asco. —Regreso en un momento.

—Si no sales dentro de quince minutos, tu sobrina y yo te iremos a buscar. —Me amenaza ella, señalándome con el dedo acusador.

— ¿Asi este desnuda?

—Dudo mucho que el Grinch se queje de eso. —Se encoge de hombros, volviéndose a sentar.

Me pongo roja al instante, avergonzada.

—Sí, pero no lleguemos averiguarlo. —Interviene mi hermano, sonriendo. —Dúchate y vístete, hermanita.




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