Luz y oscuridad (¡ Nueva Versión Muy Pronto!)

DIECISIETE (II PARTE)

Abro los ojos al día siguiente encontrándome con muchísima gente que me parece demasiado agobiante. Vuelvo a cerrar los ojos para no poner los ojos en blanco, ¿Desde cuándo hay tanta gente a mí alrededor? Hay  más de veinte personas aquí. Qué horror.

La puerta se abre y escucho una voz ronca y amargada, sonrío a mis adentros cuando lo reconozco enseguida.

—Solo cuatro se quedaran aquí y no los voy a nombrar, el resto fuera de aquí. —Demanda, escucho la puerta abrirse y pasos alejándose.

Sigo con los ojos cerrados, no está mal que finja que duermo un poco para escuchar.

— ¿Por qué no despierta? Ya tiene mucho tiempo dormida. —Escucho a Lesly con la voz aguda y temblorosa.

—Lesly…

—Es que fue mi culpa, teníamos que ir con ella, teníamos que acompañarla.

—Ninguno sabía que esto pasaría, ¿vale? Nadie tiene la culpa. —La consuela Demián. —Ella está mejor, nada fue grave ya te lo dije.

—Me dices que esta mejor y no despierta.

—Fueron dos golpes en la cabeza y una droga, más el sedante —Interviene Dylan. — Tiene que descansar todo lo que pueda.

No escucho nada más y creo que es hora de abrir los ojos y disimular que no he escuchando nada. Sin embargo no llego a disimular, cuando vuelvo abrir los ojos e intento moverme, siento el dolor de cabeza, menos que antes pero eso no lo hace soportable.

Suelto un quejido involuntario haciendo que todos me miren al mismo tiempo. Lesly tiene los ojos hinchados y la nariz roja, Dylan y Demián se nota que son los que más estaban llevando todo con calma, Cris está a un lado de la puerta removiéndose los dedos y Bestia esta cerca de mí y me mira como si despertar le hubiese quitado un peso de encima.

— ¡Hanny! —Exclama Lesly con esa voz aguda e irritante que a veces amo y otras que odio, como ahora.

Pongo una mueca cuando mi cabeza también rechaza el timbre de voz y manda puntazos haciéndome cerrar los ojos.

Respiro hondo volviendo abrir los ojos.

—Lo siento. —Dice ella, verdaderamente apenada. Le sonrío un poco aunque sin ganas. — ¿Te sientes mejor?

—Un poco. —Digo, mi voz sale ronca y fea, carraspeo la garganta sintiéndola seca. — ¿Cuánto he dormido?

—Catorce horas. —Me dice ella, dejando caer las lágrimas. —Dios… No sabes lo angustiante que nos tenías.

Pongo una mueca cuando miro a las dos rubias.

—Lo sien…

— ¡¿Estás loca?!

La miro mal cuando su voz vuelve a resonar y mi cabeza manda puntazos cada vez más fuerte.

— ¡No chilles! —Protesto.

—No te disculpes por eso. —Me dice, ignorando mi protesta. —Hazlo cuando me pierdas algo, pero no por eso.

Sonrío un poco de nuevo, mirando a Cris, quien se acerca.

—Lamento darte una mala bienvenida.

Ella sonríe, tragando saliva.

—No fue la que esperaba la verdad. —Me dice divertida. —Pero Lesly tiene razón, no te disculpes por eso, estaré aquí una semana asi que podrás compensarlo.

Sonrío ligeramente cuando ella se echa el cabello hacia atrás exageradamente.

—Espero no estar aquí tanto tiempo. —Pongo una mueca. Bestia me ayuda a sentarme.

—Toma esto. —Me pasa una pastilla y un vaso de agua. —Es tu medicamento.

Mi mueca se acentúa cada vez más al escucharlo.

— ¿Medicamento? ¿Tan grave es?

—El médico dijo que no, pero el dolor de cabeza sigue asi que es lo mejor. —Me dice con suavidad.

Asiento con la cabeza, tomándome la estúpida y amarga pastilla.

—Qué asco. —Mascullo en voz baja. — ¿No tienen pastillas que tengan un…mejor sabor?

—Sí, el golpe le afecto. —Escucho a Dylan, conteniendo una risa.

Lo ignoro cerrando los ojos, ellos siguen hablando pero siento una mano acariciándome el cabello, haciendo que el dolor disminuya.

— ¿Le has avisado a mis padres? —Le pregunto a él en voz baja.

—No, y es mejor asi. —Me responde. —No puedes decirle lo que está pasando, y no podrán venir aquí.

Frunzo el ceño, mirándolo.

— ¿Por qué no? —Pregunto. —Son mis padres.

El suspira pesado.

—Lo sé, y lamento eso, pero sabes él porque estás aquí y dudo mucho que eso le hará bien a tu madre.

Asiento con la cabeza, dándole la razón.

Las voces afuera llegan a molestarme pero no digo nada, solo intento ignorarlo, pero el chico que tengo a  mi lado no.

— ¿Quieren ir a charlar fuera? —Pregunta el bruscamente haciendo que todos se callen. —Bien, adiós.

—No hemos respon…

—He dicho que adiós. —Repite.

No escucho nada más que la puerta abriéndose y cerrándose.

Nos quedamos en silencio, el dolor ha disminuido pero siento cansancio en mi cuerpo.

—No hacía falta que los corrieras de esa manera. —Murmuro.

Al abrir los ojos, lo encuentro con una expresión pensativa. Me le quedo mirando unos segundos hasta que el conecta su mirada con la mía.

—No quería hacerlo de bonita manera. —Se encoge de hombros. — ¿Cómo te sientes?

—Bueno, si dejas de acariciarme sentiré que la cabeza va a explotarme, y si sigues acariciándome el dolor es un poco menos.

El sonríe un poco, dándome un beso casto y suave en los labios.

—Es una forma muy discreta de pedirme que te siga acariciando.

—No sé si ha sido discreto o no, pero es la verdad.

No se niega a la hora de acariciarme, de hecho lo hace muy a gusto. Me aparta el cabello de la cara con una suavidad increíble, pero entonces noto sus ojos cansado.

Aprieto los labios y estiro mi mano para tocarle las mejillas.

— ¿Has dormido algo? —Pregunto en voz baja, aunque estemos solos.

—Un poco. —Admite. —No he podido dormir bien.

Me aparto un poco dejándole sitio, aunque no es tanto porque la camilla es estrecha, pero sirve. Palmeo el espacio haciendo que sonría.

—No te preocupes por mí. —Murmura. —Los médicos vienen a cada nada y tengo que estar pendiente.




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