Salgo del ascensor con el desayuno del lisiado en la mano porque detesta la comida que le dan aquí en el hospital, lo consigo limpiándose la herida con una mueca. No levanta la cabeza cuando cierro la puerta, está demasiado concentrado en lo que hace.
Saco la caja pequeña de la bolsa y su envase de jugo.
—Tu abuela y tu papá quieren subir a verte. —Comento, sacando las servilletas y el pitillo para el jugo.
—Que bien. —Murmura.
Me giro a mirarlo y veo que se está colocando las gasas, al terminar me mira y suspira.
— ¿Duele?
Niega con la cabeza.
—Solo un poco. —Le extiendo la bandeja, el cual lo recibe— ¿Tu comiste?
Asiento con la cabeza, apartando la mirada.
—Iré avisarle a tu abuela y a tu padre que suban. —Digo, dándole la espalda.
—Hannah. —Me llama.
Cierro los ojos respirando hondo cuando me acerco de nuevo.
— ¿Necesitas algo?
El se toca la mejilla con el dedo índice, sonrío de medio lado y le doy un beso en la mejilla.
—Dile a Dylan que te lleve a buscar más ropa. —Me dice. —Me quedaré aquí hasta el miércoles.
Asiento con la cabeza y esta vez salgo más apresurada antes de que vuelva a llamarme. Bajo por las escaleras cuando veo que hay tres personas esperando el ascensor. Llego a donde está el moreno y Lesly, Alex y su mamá.
—Max quiere que suban. —Le digo, jadeando.
— ¿Por qué estas agitada si estaba el ascensor? —Inquiere Alex, mirándome con el ceño fruncido.
—Quería hacer ejercicios, por eso baje por las escaleras.
Ellos me miran con extrañeza pero es mejor subir a ver a su hijo que estar preguntándome cosas. Hace dos días que empecé a sentirme mal. No he querido decirle a nadie, por eso quise salir de la habitación de Max lo cuanto antes y aproveche que estaba dormido para comprarle el desayuno.
Lesly me deja en medio de ella y su novio.
—Mira el collar que me compre hace una ho...
Pongo una mueca cuando su perfume llega a repugnarme y marearme.
—Lesly, siempre me han gustados tus perfumes pero... ¿Qué pensaste en el momento en que compraste ese?
Ella me frunce el ceño ofendida cuando me aparto.
—Es delicioso. —Replica ella. —Y lo has usado muchas veces, ¿Por qué ahora si te da asco?
—Ugh, iré a tomar el aire afuera. —Digo, dejándola confusa a ella y a Demián.
No camino demasiado cuando ella me toma por el brazo y se pega a mí, ignoro las nauseas que me causa su aroma y sigo caminando con ella.
—Demián me dio las llaves del piso, ¿quieres que vayamos para que descanses en un ambiente diferente?
Asiento con la cabeza cuando me siento demasiado mareada.
—Sería de mucha ayuda.
—Bien, le escribiré a Cris para que nos alcance hacia allá.
No digo nada, ella sabrá lo que hace.
Pedimos un taxi y lo pagamos entre las dos, pasan los minutos y esta vez soy la que siente que el conductor va demasiado lento, y esta a una velocidad normal.
Al llegar nos encontramos con Cris quien estaba hablando con el portero, bajamos del coche y con un poco de mareo le sonrío.
— ¿Te sientes bien?
Asiento con la cabeza.
—Si es...supongo que es porque no he salido del hospital hace una semana. —Murmuro, sonriendo débilmente.
—Sí pero... estas pálida. —Me dice, revisándome los ojos. — ¿Estas mareada? ¿Tienes ganas de vomitar?
—Solo quiero descansar. —Suspiro.
—Sí, pero no comes desde anoche así que vas a desayunar. —Me dice ella. —Te guste o no, lo harás.
No replico, no protesto, no digo nada. Solo me quedo en silencio porque quiero llegar a la cama y tumbarme en ella, fundirme hasta la tarde que vuelva a ir donde Max.
Cris saca algo de su bolso cuando llegamos al piso, donde Lesly cierra con seguro, entrecerrándome los ojos.
—Siéntate. —Me dice, acercándose a mí con pasos firmes y ceja enarcada. — ¿Hace cuanto tiempo te sientes mal?
La miro sin comprender, hasta que veo que Cris se acerca con una caja azul.
— ¿Qué es?
—Vas hacerte una prueba de embarazo.
Las miro como si hablaran en japonés hasta que empiezo a reírme como una histérica.
—No voy hacerme ninguna prueba. —Digo, negando con la cabeza.
— ¿Por qué no?
—Lesly, no estoy embarazada, ni siquiera tengo la sospecha de que eso sea así. —Le digo con una sonrisa, divertida.
— ¿Cuándo lo hiciste?
— ¿Cuándo hice qué?
— ¿Cuándo tuviste sexo con Bestia?
—No voy a responderte eso.
Ella suspira, y asiente con la cabeza.
—Bueno, vale. —Levanta las manos en señal de rendición. —Entonces come y descansas, me encargaré de avisarle a Demián que le avise a su amigo porque no llegarás en los próximos cinco minutos.
Desaparezco por el pasillo para ducharme y colocarme una playera de él dueño de esta habitación que me queda como un vestido. Vuelvo a ir con las chicas donde están cocinando ambas juntas.
— ¿Y cómo va tu novio, Hanny?
—Ha mostrado mejoría. —Le respondo cuando me siento en el taburete de la barra. —Si sigue como va, en menos de nada estaremos de nuevo en casa.
Hablamos sobre en que en unos meses empezaremos la Universidad y de que ella tendrá que volver Atlanta.
— ¿Por qué no haces el cambio aquí? Te adaptaste muy bien. —Le sugiere Lesly. —Y seriamos las tres mosqueteras.
—No está mal, de hecho se lo había comentado a Hanny en Atlanta. —Dice ella mientras sirve el jugo de fresa. —Tendría que aprovechar el tiempo que tengo aquí y buscar una residencia.
— ¿Teniendo yo una casa grande con habitaciones para invitados? —Lesly me pone el plato con pastelitos de queso en ella. —Mi hermano debe estar aburrido de vivir solo todo el tiempo.
Ella sonríe encantada.
—No me negaré a esa oferta. —Dice ella, sentándose frente a mí y Lesly. —Igual tengo un mes para organizarme.
Sin muchas ganas me termino el pastelito hasta que me entra una llamada del pelinegro.
— ¿Bueno?
— ¿Por qué no me habías dicho que te sentías mal? —Aunque su voz haya sido suave, no abandonó el tono reprochable.