Luz y Tormenta

[CAPÍTULO 4]

Christian O'Brien.

—Encontré un trabajo que nos puede servir —expresó emocionado.  

Matt camina hacia mí mientras yo tomo asiento en las gradas cerca de las canchas dejando mis cosas. 

—Eso está muy bien. Ya nos hace falta encontrar un buen empleo. —Me mira—. ¿De qué es? Espero que paguen bien. —Da un suspiro cansado y se quita la camisa, secándose así la frente—. Javier no nos perdonará otro mes sin pagar la renta. ¿Te lo has topado? 

—El trabajo es para barman. Llevé nuestras solicitudes y dijeron que nos llamarían si nos necesitaban. Solamente son los fines de semana y la paga es bastante buena. Sobre Javier no he tenido la ventaja de hablar con él. —Le doy un sorbo a mí botella de agua—. Por otro lado, ya casi se acaba este semestre. Tendremos que pagar la inscripción, aparte de la renta de la casa, el carro, los uniformes del equipo. Sin dejar de lado el agua, la luz... 

Me interrumpe y me mira fastidiado. 

—Todo eso lo sé, no necesito que me lo repitas. —Da un trago a su botella de agua y toma asiento a un lado mío—. ¿Te parece si vemos eso en la casa? No tengo cabeza para pensar en eso. 

—Cambiando de tema. —Carraspeó mi garganta—. Estos días te he visto distraído en los entrenamientos. ¿Pasa algo?

—Todo está bien, simplemente no he dormido lo suficiente —contesta con la mirada perdida. 

El silencio se apoderó de nosotros. No era incómodo, tampoco agobiante. Tenía un toque de tranquilidad, aunque Matt tenía una manera silenciosa de expresarse, siempre terminaba cediendo a los intentos de ayuda. Aun así, me era imposible no preguntarle puesto que lleva la terquedad como cualidad, hay días en los que lo veo muy mal y eso me está preocupando. 

—¡O'Brien! —Grita el entrenador haciendo que los dos volteamos—. A entrenar, ahora. —Sopla su silbato. 

Matt se levantó de su lugar y me tomó del hombro. 

—Estaremos mejor. —Me sonríe y me pega en la cabeza. 

—¡Jódete! —Le gritó y le levantó el dedo del medio. 

Faltaba poco para finalizar las clases. Cómo unas dos horas. Así que tendría que esperarlo. Para mi buena suerte dos de mis maestros no dieron clase así que ando libre, libre para... 

«No puede ser... » 

—Hola, Chris. —Se sienta sobre mis piernas. 

—Hola, hermosa. ¿Qué estás haciendo por acá? —Pongo una mano en su pierna y la acarició lentamente. 

—Estaba buscándote, ya que no tenemos clases... —Su voz sonaba coqueta y la forma de tocar mi pecho ya me decía mucho—. ¿Te quieres divertir un poco? —Susurra en mi oído y reparte besos en mi cuello. 

—Hoy no, hermosa. —La tomó de la cintura y la alejó de mí—. Tengo que esperar a mi hermano. ¿Por qué no le dices a Antoni? 

Me mira sorprendida. 

—Entre Antoni y yo no hay nada. —Se cruza de brazos y se levanta indignada. 

—Si bueno, no es como que me sorprenda las actitudes que tomas. ¿Primero mi hermano y luego Antoni? —Me burlo—. De verdad quieres que te tome enserio, si te follas al primero que se te cruza. 

La verdad no tengo necesidad de estar haciendo este tipo de cosas. Fernanda y yo nos conocemos desde hace años y hace poco iniciamos algo llamado “Amigos con derecho”. Pero ella se la pasa jurando que se está enamorando de mí y gracias a mi buena suerte cuando estoy a punto de creerle, la veo en la cama con otro. Esto me causa demasiada risa, no sé si piensa que soy un idiota o algo por el estilo. Lo único que quiero de ella es satisfacción, se lo deje claro desde un principio. Pero está empedernida en intentar algo o en jugar con alguien.  

—Con lo de Matt fue venganza —acaricia el cuello de mi camisa—. Sabes que odio a Claudia. 

—No tenías por qué, aun así mi hermano jamás se fijó en ti. —Quitó sus manos de mí. 

—Ves, estás celoso. Yo sé que sientes celos cuando estoy con otros hombres —contesta con voz chillona. 

—No estoy celoso —contestó fastidiado—. Te metiste con mi hermano, con Antoni y con la gran mayoría de mis amigos. Después vienes y me dices que me quieres. Por favor no soy estúpido.

Me levanto y me pongo muy cerca de ella.  

—¿Por qué eres tan malo conmigo? —Agacha la mirada. 

—No me hagas ver cómo el malo de esto, princesa. —La tomó de la cara—. Yo desde un principio te dije lo que quería, aceptaste y ahora quieres romperlo por un “supuesto” amor —me río—. No Fer, yo te quiero cómo no te das una idea. Pero a jugar con otro.

Le doy un beso en los labios. 

—¿De qué otra manera te digo que te quiero? —Insiste. 

—Pero yo no estoy interesado en una relación con alguien que me miente. —Aprieto sus mejillas—. Esta noche no podré darte el sexo que necesitas. Estaré en mi trabajo, cuídate.

Beso su frente y me alejó dejándola ahí parada. 

«Me has lastimado bastante para caer de nuevo en ti» 

(…) 

Deryl Hernández. 

—Algún día saldrás de esta biblioteca, come libros —la voz de Christian me hizo reír. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.