Luz y Tormenta

[CAPÍTULO 6]

Matt O'Brien 

La biblioteca es uno de mis lugares favoritos, podría perderme por horas aquí y no sentiría el tiempo pasar. Simplemente me transporta a un mundo más tranquilo, sin gritos o estrés. Un mundo donde sólo estoy yo, donde nadie puede dañarte, donde puedo ser fuerte. Hojear tranquilamente la hoja de mi libro, mi vista no se despegaba de aquellas letras. 

«¿Por qué Alexia es tan tonta? Está más claro que el agua que él es un loco» 

Doy un suspiro al rodar los ojos, mi hermosa y muy tonta protagonista es muy ciega para ver que la quieren matar. Siempre he sido un fanático de los libros de misterio o suspenso, jamás he leído un libro de romance. Aunque, tengo intenciones de escribir uno. ¿Pero de dónde sacan esa expiración? Supongo que si has de hablar de un tema es porque lo conoces o lo sientes y jamás he tenido sentimientos tan profundos por algo o alguien a comparación de los demás géneros que sólo necesitan un poco de imaginación. 

—Hola, mi amor —saluda la fastidiosa vocecilla de mi novia. 

«¿Es el día de fastidiar a Matt?» 

—Stephanie —saludo con sequedad. 

—Se dice “Hola, mi novia hermosa” —enfatiza en sus palabras con una sonrisa boba en la cara. 

—Te he dicho miles de veces que detesto esos motes —contestó sin dejar de leer—. ¿Podemos vernos luego? Cómo puedes ver estoy ocupado. 

Muevo mi libro a su dirección. 

—Siempre te encierras y dices lo mismo. —Se cruza de brazos y se acerca a mi—. Parece que prefieres los libros antes que a mí. 

—Yo no dije eso. —La miró y sus ojos se iluminan—. Aunque tienes razón, los prefiero antes que a ti. 

—Matt… —hace más aguda su voz. 

«¿¡De donde se apaga esta cosa!?» 

—¿Qué quieres Stephanie? —Suelto mi libro con fastidio—. ¿Qué parte de que quiero estar solo no comprendes? Sólo vienes a fastidiarme en un lugar donde me gusta aspirar la paz. —Trato de controlar mis palabras. 

—¿Sigues enojado conmigo? —Acaricia vacilante mi mano. 

—Sabes perfectamente que detesto que les hables mal a Deryl y a Melanie. —Quito mi mano—. Sin embargo, tus celos no se bajan para nada. 

—¿Por qué las defiendes tanto? —Se sienta en mi regazo—. ¿Qué tienen ellas que no tenga yo? 

—Que no fastidian. —La miro directo a los ojos—. Que no evaden mi espacio personal y respetan lo que pido sin hostigar —respondo directo. 

—Es que yo te quiero mucho. —Acaricia mi cuello—. Me dan celos cuando las chicas se te acercan nada más porque sí. —Sube sus caricias a mis mejillas—. Eres mío y de nadie más ¿Entendido?

Un suspiro fuerte y agotador sale de mis labios. 

—No soy tuyo, ni de nadie. —Apartó sus manos con fuerza—. Soy libre de hacer lo que quiera y por igual tú, mientras no me metas a mí, todo está mejor. —Muevo mis piernas—. Ahora apártate. 

—Si así vas a estar toda la mañana mañana mejor no te hago nada para nuestro aniversario. —Cómo niña chiquita se para y hace berrinche. 

Señor dame paciencia, porque si me das fuerza… 

—Tampoco te pido nada. —Me paro de mi lugar—. Y mucho menos pensaba darte algo. Con permiso. —Camino lejos de ella y me detiene. 

—Pensaba darte algo que te va a gustar. —Acaricia mi pecho y una sonrisa pícara se asoma de sus labios—. Hace mucho no hacemos el amor, hace mucho no me tocas cómo tú sabes hacerlo —me toma por la camisa. 

—En primera, jamás te he hecho el amor —ahora hablo con más fuerza causándole un susto—. En segunda, no tengo ganas de estar contigo y en tercera, no se me antoja para nada compartir un momento contigo. 

—¿Entonces por qué me hiciste tu novia? —Grita causando que gran parte de las personas en el lugar nos miraran—. Eres tan frío, tan necio. Jamás me demuestras que me quieres. Sólo me buscas cuando quieres sexo o algo más. Eres una persona sin sentimientos, testarudo… 

Oh querida, claro que lo soy. 

—¿Yo hacerte mi novia? —Río fuerte y más gente voltea a vernos—. ¿Te recuerdo que fuiste tú quien se metió a mi cama? O acaso ya olvidaste que en aquella fiesta básicamente me drogaste, me desnudaste y te metiste conmigo. ¡Estando inconsciente! —Grito y escupo cada palabra. 

—Admite que lo gozabas —dice cínica. 

—¡Estaba inconsciente, maldita sea! —Me acerco quedando cara a cara— ¿Para qué? Para levantarte el cuello y ganar fama diciéndole a todos que te follaste al capitán del equipo de Básquet. —Aprieto los puños—. Detesto que me toquen, detesto que me besen, detesto que tan sólo tú me mires y aun así tuve la estúpida idea de seguir tu juego y ser pareja. Porque si, fue un juego. 

—Matt… —Trata de calmarme—. Lo siento yo… 

—No sabes el repudio que me tuve que aguantar cada vez que te veía. —La tomó fuertemente de las mejillas. El bullicio de la gente era un poco fuerte, por fin saben la verdad—. Aun así, trate de que nadie te viera cómo lo puta que eres, después de todo sólo estaba ebrio. —La suelto y me alejo. 

—Matt por favor —ruega y mira a ambos lados buscando donde refugiarse. 




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