Mateo O'Brien
El ambiente estaba bastante frío, para ser apenas febrero es algo raro ver llover o que se congele tan rápido el aire. El fresco eriza poco a poco mi piel, mi nariz ya se estaba tornando roja a causa del clima, algunas gotas ya caían del cielo el cual ya se tornaba gris y era decorado por rayos y relámpagos.
Acaricie mis brazos dando un último vistazo a la ciudad. Hay pequeños lapsos de paz que ni el mismo silencio te puede dar y este era uno de esos.
Solo yo, el viento, la ciudad y el posible resfriado que me puede dar.
—Preparé algo de café. —Se escucha el desliz del ventanal—. Está servido aquí en la sala, por si gustas —sus dientes castañean al sentir el frío.
—Gracias. —Giró quedando frente a ella y tiró la colilla del cigarro—. Vamos para adentro, te puede dar un resfriado.
—También a ti te puede dar algo, no tienes camisa. —Camina hacia la mesa y yo detrás de ella cerrando el ventanal.
—Eso no es de tu incumbencia —me dejo caer en el sofá con una risa burlona.
—Claro que lo es —se deja caer a mi lado.
—Pues no debería importarte —frunzo el ceño. No esperaba su respuesta.
—Ahora que vivimos juntos lo será —vuelve a responder y ríe.
«Pero que contestona»
—Eso no es una respuesta para decirme que puedo y qué no hacer. —Tomó la taza y doy un sorbo para escupirlo en el momento—. ¡Joder, está caliente!
—En ningún momento te digo que hagas y que no, que te sientas así porque te contesto es otra cosa— ríe. De verdad le gusta llevarme la contraria—. Y sopla antes de beber.
—Supongo que Christian o Deryl te dijeron que me llevaras la contra. —Doy otro sorbo con cuidado de no quemarme.
—No, pero puedo ver que no te gusta que te contesten. —Dobla sus piernas sobre el sillón.
—¿De cuándo acá me hablas con tanta confianza? —Levantó la vista y me fijé en ella.
—Me ayudas mucho, supongo que por lo menos debo ser más amable. —Baja su mirada—. Bueno, en cuanto pueda conseguir algo, buscaré un departamento para…
—Tampoco te estoy corriendo. —La miro confundido—. Te dije que ese cuarto lo tenía de sobra. Es mucho espacio en este departamento, cabemos los cuatro aquí. Pero si te incomoda pues adelante —encojo los hombros.
—Matt… —Habla nerviosa—. Sé que me he comportado cómo una niña huyendo de ti. En verdad no tengo una buena explicación, sólo me causan nervios cuando te vuelves tan… accesible conmigo —suspira. Su pecho bajó lentamente al exhalar.
—Lo note desde un principio, no pienso hacerte nada mucho menos dañar —explico y dejo mi taza—. Cuando te vi sólo pensé en ayudarte, lo mismo a Deryl. No quiero algo más, tampoco pido nada, me nació es todo.
Una amplia sonrisa risueña apareció en su cara, me gustaba verla así. En momentos me he sentido un completo desquiciado al quedarme horas embobado con su sonrisa y ojos. Cómo aquella vez que la encontré dibujando bajo un árbol, sus ojos castaños totalmente iluminados sin perder la línea de sus trazos, sus labios entre sus dientes siendo mordido y ligeramente chupado. Se miraba tan perfecta, tan hermosa. Irradiaba paz, me daba paz. Más de dos horas y yo seguía admirando cada centímetro de su ser.
—Gracias, Matt —contestó la castaña con una media sonrisa.
—Deja de ser tan contestona. —Desvió mi mirada—. O tendrá consecuencias si sigues respondiendo.
—Lo dudo. —Deja la taza—. Quizá quiera conocer las consecuencias.
«Madre mía, ¿qué acaba de decir esta mujer?»
—No sabes lo que dices —niego divertido—. Detesto que me lleven la contra.
—Detesto que me digan que puedo y que no responder. Pero es divertido ver tu cara de desespero. ¿Estás acostumbrado a hacer lo que quieras?
—¿Estás acostumbrada a que hagan lo que quieras? —Le regreso la pregunta—. Conmigo las cosas cambian, pulga. En cuanto menos lo esperes, harás todo lo que yo te pida.
«Ok, me va a volver loco»
Antes mis palabras sus mejillas se tornaron en un rojo bastante intenso, entrelazo una mano con la otra en signo de nerviosismo, sus ojos se movieron de un lado a otro. Creía que en cualquier momento correría, pero no fue así, escondió su cara entre sus piernas dobladas. Quería esconder su sonrojo y eso la hacía ver jodidamente tierna.
—Podemos cambiar de tema —pide mirándome de reojo.
«Me derrito»
—Ok —digo sin importancia—. Te parece ayudarme con la cena, tal parece que ese par de tortolos no se despertaran por un buen rato. —Me paro de mi lugar y recojo las tazas.
—Creo que a Deryl le gusta Christian —expresa vagamente.
—Si, lo mismo pienso. —Camino hacia la cocina y dejó las tazas—. Sólo espero que, si pasa algo, no se lastimen mutuamente.
—¿Estás de acuerdo con eso? —Se recarga en la barra.
—La edad es lo de menos. —Me encojo de hombros y la miró—. Si, bueno. Llevan poco tiempo de conocerse, pero hay algo ahí. Tampoco te diré que mi hermano es el mejor hombre de todos, no lo es. Pero sé que siente algo por ella.
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Editado: 09.03.2024