Luz y Tormenta

[CAPÍTULO 17]

Deryl Hernández  

—¡Buenos días alegría! ¡Buenos días señor sol! —Entra Christian canturreando a la cocina—. ¡Ya no sé qué más dice la canción! —Sin perder el ritmo habla.  

—Alguien amaneció de buenas —con una sonrisa en el rostro lo miro.   

Se ve tan lindo con ese pijama, pantalón de algodón color café. Le quedaba algo grande pues sus talones podían pisarlo, su cabello completamente despeinado, sus hermosos ojos azules dilatados en su totalidad, signo de que acababa de despertar. Unos dientes completamente alineados y blancos. Su pecho desnudo era mi debilidad, no era un chico tan musculoso cómo su hermano pero sí que estaba bien definido. Su piel clara tan suave, parecía un ángel.  

—Cómo no estarlo si mi pelirroja favorita amaneció en mi cama. —Estaba tan sumergida en mis pensamientos que ni me di cuenta cuando camino hasta mi tomándome de la cintura.  

«Dios este hombre…»  

—¿Bella Thorne? —Subo mi mirada y acaricio su pecho—. Te juro que yo no la vi en la cama.  

—Es una pelirroja aún más hermosa. —Baja mis manos hasta la orilla de su pantalón—. De hecho, la tengo frente a mi y se ve tan divina con ese short, blusa de tirantes y calcetines de ositos.  

—No conozco a la persona. —Me giró dándole la espalda y prosigo a partir algunas naranjas para el jugo.  

—¿Si sabes lo que le pasa a mi mente cada vez que te tengo cerca? —Susurra en mi oído y niego—. Le pasa esto.

Me tomo y giro de imprevisto hasta que plantó un beso tan cálido en mis labios. Una de sus manos subió hasta mi nuca cuando yo comencé a seguirle el beso. Tan lento y dedicado que sentía que perdía mis pies de la tierra y me encontraba flotando. 

«Mierda ¿Por qué me pongo tan nerviosa?»  

—Ya veo — respondo sin darle importancia— ¿Siempre te pasa así?

—Digamos que sí, últimamente. —Se pega aún más—. De hecho, creí que me regañaras, no que te pegarías más —ríe bajito.  

—Si no te gusta que te sigan el juego, ¿Por qué lo haces? —Dejo las naranjas recargando mis manos en la barra.  

—Nunca dije algo en contra —besa mi cuello—. Sólo me gusta más verte frente a mi —me voltea acorralándome con sus brazos—. ¿Tan pronto te dejé sin aire?  

Por iniciativa lo tome del cuello y le plante un beso más feroz. Un beso más a mi manera. Entre risas y mordidas sus manos se apropiaron  de mi cintura y subió un poco más la blusa para acariciar y arañar mi piel. En un pequeño salto me subió a la encimera y con él entre mis piernas lo estuche hacia mi y pude sentir no solo lo que yo causaba en su mente. 

Baje mis manos para igualmente subir su camisa y jugar un poco con la orilla de su boxer. De besos a caricias pasaron a suspiros, mi piel ardía y él cada vez se pegaba más, hasta que un ruido nos dejó en pausa.  

—Viene Matt. —Me avisa y acomoda su pantalón—. Actúa normal.

Y yo como un rayo me bajé de la encimera.   

—Me estás jodiendo, ¿verdad? 

Al término de mis palabras entra Matt, tal cual me lo dijo.  

—Buenos días —saluda con una sonrisa en el rostro. Otro que amaneció de buenas—. Alguien se levantó temprano para hacer el desayuno y ese no fue Christian. —Estira sus brazos bostezando y me mira—. ¿Ayudo en algo?  

—Con el jugo, por favor —contestó amable y él aceptó acercándose a la barra.  

—Yo saco los trastes —dice Christian—. Ya hiciste algo muy rico esta mañana, me toca cooperar —dice cómo si nada.

—Christian… —Lo codeo.  

—¿Tienen planes para hoy? —Pregunta Matt—. Christian ¿Saldrás con Fernanda hoy?   

—No, no tengo planes. —Deja los platos en la mesa—. Y ya no ando con Fernanda   

—En hora buena —le da unas palmadas en los hombros—. ¿Cómo le hiciste, Deryl?  

—¿Hacer qué? —Frunció el ceño.  

—Hacer que la dejara. Yo en años he tratado de hacer lo mismo y jamás lo logre —contesta riéndose—. Esos besos sirven de algo —dice burlón. Me atraganto con mi saliva al escuchar que dice eso y el romper en risa—. ¡Oh, vamos! No actúen cómo si no pasara nada, múltiples veces los he visto comerse a besos.  

«Trágame tierra»  

 




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