Luz y Tormenta

[CAPÍTULO 23]

Melanie Hernández.  

Sus besos descendían por todo mi cuello, sus manos aun acariciaban mis estrías , cintura y abdomen. Con él perdía tantos miedos. Jamás creí romper mis barreras del miedo por él. No veía abuso, sólo amor. El amor que me tenía a mí y sólo a mí. 

Con mis piernas a sus costados tomé impulso para pegarme más a él. Un jadeo salió por parte de Matt al morder su labio. Sus manos se aferraron aún más a mi cintura, su forma de respirar era descontrolada, su pecho subía y bajaba al mismo ritmo que el mío.  

—Aún no estoy lista… —Digo casi en un susurro.  

—No hay prisas. —Acaricia mi mejilla—. Sabes que esto no es necesario, te conozco muy bien.  

—No quiero aburrirte con mi indecisión. —Me remuevo por encima de él.  

—Es lo que menos me importa. Prefiero tenerte así a observar el nacimiento de un nuevo miedo —explica y vuelve a besarme.  

Y así de fácil derrumbaba todas mis angustias. Sin presiones, sin angustias y sin ruegos. Solamente palabras que me hacían sentirme segura con la persona que me tocaba. Esos ojos negros que me miraban con tanta comprensión y a la vez con miedo para no hacerme daño, aquellos que me demostraban la vulnerabilidad de la persona que estaba debajo de mí. Un humano común y corriente, cómo yo.  

—Tengo que cambiarme, los chicos no tardarán en llegar —suspiro con pesadez.  

—Iré a preparar algo de comer ¿Te parece? —Sonríe de lado.  

—Claro, amor —Le doy un beso antes de levantarme de su regazo.  

(…)  

Deryl Hernández  

El camino a la casa fue bastante silencioso, lo cual era bastante raro viniendo de dos ruidosos. 

Por mi parte, la sesión fue bastante pesada. Lo cual odio y más porque me hacen llorar y sacar aquel lado sensible que me exponía a cualquier daño. Mis ojos estaban totalmente hinchados, mi nariz y mejillas rojas. Sin nombrar a Christian que venía igual o peor que yo. No íbamos al mismo psicólogo, claro que no. Pero de casualidad ambos teníamos un horario casi igual, así que pasó por mí.  

—Llegando a la casa quiero tomar un baño —explica—. No se si sea el clima, pero me siento con algo de fiebre.  

—También yo. —Recargo mi cabeza en el asiento—. Supongo que es todo lo que se sacó.  

—Podemos bañarnos juntos —propone. Giré mi cabeza para ver aquella sonrisa coqueta. Pero lo único que obtuve fue una cara seria, no estaba haciendo ningún chiste—. Están apareciendo los síntomas de la abstinencia, sinceramente me asustan.  

—Seguro, no hay problema. —Regrese mi cabeza a su posición normal.  

Christian estaba haciendo de verdad un esfuerzo muy grande dejando aquello que le hacía mal. Hay momentos, donde me siento enteramente ridícula al pedirle que las deje sabiendo que es un tema que no se puede hacer de un día para otro. Sin embargo, él lo lograba poco a poco y cómo dije, yo lo ayudaría con eso.  

El camino después de esa corta plática fue igual de silencioso. Odiaba eso, que mis energías se vayan por estúpidos recuerdos. Pero el trato fue, aparte de ayudar en la casa, buscar ayuda que nos permita tener una vida más normal. Cuatro personas mentalmente inestables tratando de ser felices, vaya tema.  

—Ya llegamos. —Hablamos al unisón al entrar a la casa, ni siquiera pudimos gritar.  

—Hola, tortolos llenos de amor. —El sarcasmo de Matt era notable. Recargado ahí en el marco de la cocina viéndonos fijamente—. Alístense, todavía no termino de preparar de comer.

Giró sobre sus talones y dio media vuelta.  

Deje la mochila sobre el sillón y me encamine directo al cuarto. Un robot que arrastraba los pies me seguía. En la puerta del fondo se encontraba mi hermana mayor que me saludo con un gesto de preocupación sumando una mueca. Hice lo mismo antes de meterme al cuarto. 

Abrí el armario y tomé la ropa más holgada posible. Quiero sentirme en una bolsa que me acurruque. Es raro, pero me reconforta. Lo acomode todo en la cama al lado de la ropa de Christian.  

—¿Vamos? —Pregunta y me muestra las toallas en su mano.  

—Vamos —lo sigo hasta al baño.  

No era un gran baño, sólo lo suficiente para que estuviéramos los dos juntos. 

Cerramos con pestillo la puerta para proseguir a desnudarnos, era la segunda vez que Christian me vería desnuda y por igual yo. En otros momentos sería la cosa más emocionante del mundo pero su mirada cómo la mía estaba perdida entre las paredes grises. Estaba totalmente expuesta a él así que me adelante a abrir el grifo y poner a temperatura el agua.   

Las gotas humedecieron rápidamente mi piel al estar bajo esa lluvia artificial. El calor de Christian cubría mi espalda, estaba a escasos centímetros de mí, su aliento era cálido, sus manos recorrían su cuerpo. Lo notaba por las sombras que nos brindaba la luz del baño. 

De pronto su mano tomó mi cintura y me pegó a él, su cuerpo desnudo causó un estallido en mi cerebro pero mi corazón no sentía nada en lo absoluto en estos momentos. Bajo un poco más su palma llegando directamente en mi monte de venus, se acercó aún más rozando su hombría con mi trasero. Recargue la parte trasera de mi cabeza en él. Su dedo índice comenzó a jugar con el inicio de mi feminidad hasta adentrarse un poco más. No me incomodaba en lo absoluto pero no estaba sintiendo nada. Claro, mi cuerpo por lo contrario humedecido en busca de él.  




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