Luz y Tormenta

[CAPÍTULO 35]

Melanie Hernández 

Me estaba sintiendo nerviosa y no se porqué. Las palmas de mis manos estaban sudando, movía el pie de manera rápida casi impaciente. Me sentía demasiado pequeña en el sillón, cómo si alguien estuviera leyendo mi mente y se diera cuenta de todo lo que pensaba en esos momentos. 

—Que se note el amor que me tienen —se queja Luna, mientras se sienta en el sillón—. Veníamos planeando esto por días y me salen con que se les olvido. 

—Ya te dije que lo siento —contestó Matt. Él con nadie era amable o cariñoso y me causaba ternura verlo así con su hermana—. Pero pasaron otras cosas que… Bueno, me distrajeron.  

Luna tomó el cojín del sillón y se lo aventó justo en la cara. Matt la miró con los ojos entrecerrados casi matándola con la mente hasta que le regresó el golpe. Yo seguía ahí sentada, no había hablado desde que ella se presentó al entrar a la casa. Ella es una chica bastante dulce. La verdad pensé que sería una chica algo creída, es que veamos que clase de hermanos tiene. Pero era todo lo contrario, es una compañía que es muy agradable tener, aunque yo me este muriendo de los nervios.  

Un par de risas se hicieron presentes nuevamente en la sala, Christian y Deryl venían casi llorando de tanto reír. Y por esas energías ya me daba una idea de lo que habían hecho, sin contar que hace dos horas se fueron a bañar. Supongamos.

«Y tú también tenías esa sonrisa hace rato, no te hagas la loca» 

—Tu sabes que no somos buenos con las sorpresas —interrumpe Christian—. Yo te dije en el bar que no saldría bien la sorpresa. 

—Pero tenían que hacer un mínimo esfuerzo —se vuelve a quejar—. Quería darle una buena impresión a las chicas. 

—Tú, queriendo conocer a nuestras novias. Eso sí es raro. —ironiza Matt. Su mano se posó en mi pierna en signo de confianza. 

—Bueno, no siempre me llaman en la madrugada diciéndome. ¡Luna, dame ideas para un regalo de aniversario! ¡Luna, ayúdame a comprar una pulsera. Tu tienes gustos de mujer! ¡Luna, ya le dije que fuera mi novia! —Los imita con burla—. Yo quería conocer a la persona que les impuso su cadena. 

Baje mi mirada hasta mi mano. Ahí tenía una pequeña cadenita de plata con una M. Me la había regalado hace algunos días. Mis mejillas se enrojecieron al instante, Matt era cursi a su manera. 

—Gracias por delatarnos —le refuta Christian—. Creí que esto quedaría entre hermanos 

—Siempre los delató y lo saben —le guiña el ojo. 

—¿Y que te trae por acá? —Hablo mientras suelto el aire por mi nariz. 

—De hecho, estoy de vacaciones. En el internado tenemos vacaciones antes que ustedes. —Se gira hacia mí con una sonrisa. La misma sonrisa de Christian—. Cada que son vacaciones siempre vengo a visitarlos y me quedo unos días aquí. Aparte ya casi termino mi semestre y me gustaría regresar a casa. Además de quererlas ver a ustedes, en serio se merecen un premio. Yo no puedo con tanto. 

—¿Has tenido contacto con mamá? —Inquiere, Matt. 

—A veces llama al internado y pregunta por mí, también por ustedes. Pero sabes que no le pongo mucha atención. —Hace una mueca—. Además de que siempre me dice que vaya con mi hermano, que lo perdone, que papá ya salió… 

—Tu hermano es Antoni, ¿no? —Pregunta Deryl quien al instante parece arrepentirse.  

—Si, Antoni es mi hermano —ríe—. Desgracias de la vida en realidad. 

—Eso sin duda —respondo. 

Recargue mi cabeza en el hombro de Matt. Era de verdad muy curioso encontrarse con personas que pasan lo mismo que tú. La única diferencia era que ella era su hermana, una persona que debería de cuidar y amar como lo más importante de su vida. Pero todo lo contrario, solo proporcionaba golpes, gritos e insultos. Supongo que los agresores no hacen distinción entre sus víctimas. 

—Sigo sin entender como mi madre quiere que perdones a ese par de imbéciles —prosigue Christian—. ¿Alguna vez le importamos a mi madre? 

—Supongo que ella vive dopada de drogas. —Luna se encoge de hombros—. Ella dice que está en terapia dejándolas pero, ya a este punto lo dudo mucho. 

—¿Se han querido acercar a ti, Luna? —Pregunta Matt 

—No, desde el día de los juzgados ya no se han acercado a mí. Y sí lo hacen, irán a la cárcel. —Abraza su cojín—. No son tan idiotas cómo para no saberlo. 

—Ventajas de ser un O’Brien —bromea Deryl. 

—¿Le contaste la historia del apellido? —Dice Luna con sorpresa—. Esa relación va muy en serio. 

—Tuvimos unos problemas con sus padres, el apellido nunca falla. —Christian le guiña el ojo y le da un pico a Deryl. 

Cositas… 

—Yo recuerdo cuando el equipo dinamita lo usaba para cualquier travesura. —Toca su pecho de forma dramática.  

—¿El equipo dinamita? —Miro a Matt. 

—Éramos Jake, Antoni, Christian, Matt, Fernanda y yo —contesta Luna—. Éramos el mejor equipo del mundo. Jake, Matt y Antoni eran los más grandes. Los demás solo mirábamos y aprendíamos. Cuando querían llamar a la policía les decíamos que éramos O’Brien. 




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