Luz y Tormenta

[CAPÍTULO 37]

Christian O’Brien 

—Lo estás logrando —dice Luna, mientras me abraza por la espalda—. Ahora lo estás logrando. 

—Es mucho más pesado de lo que pensé —admito, mientras aprieto mi taza de café con fuerza—. Hay días en que las ansias son tan excesivas, que pienso que en cualquier momento voy a recaer. 

—Tampoco esperemos que tu cuerpo deseche todo de un día para otro. —Me abraza más—. Aunque conmigo, eres un pésimo mentiroso. 

—Eso mismo me dice Matt —doy un sorbo pequeño para no quemarme. 

—Te duele, ¿verdad? —Me mira directamente a los ojos. Pero yo sigo mirando fijamente la taza—. Como no te das una idea, siento que mil cuchillos se me encajan en la piel, que me quema desde adentro. Ea horroroso  

—¿Ingieres algo más que marihuana y cocaína? —Acaricia mis manos y nota leves marcas de agujas. 

—No sabría decirte con exactitud los nombres, pero si —hago una mueca.  

—¿Ella lo sabe?¿Conoce el nivel de dolor que te causa esto?¿Está informada? —Acaricia con más lentitud mi piel. 

—Sabe que me duele, pero no conoce hasta qué grado. Está informada, pero no me gusta que vea cada padecimiento. —Dejó la taza a un lado. 

Mi mano estaba temblorosa, la garganta me dolía al hablar.  

—Christian… —sentencia. 

—Estos últimos días los padecimientos se han hecho más fuertes. Hay madrugadas en las que me levanto porque mi panza no soporta la carga y casi deshecho todo lo que como en el día. —Acaricio sus manos—. Me llega a entrar fiebre, sudo excesivamente. Todo de esta multiplicado por 10. 

—¿Por qué ella no lo sabe? 

Mira la sala en la que estaba Deryl viéndome fijamente, estaba preocupada. 

—Porque no quiero que ella pase por esto. Son mis problemas, no quiero que ella los padezca conmigo. —La miro por igual—. Sabe lo necesario y si necesito algo ella me lo da. Pero quiero llevar esto solo. 

—La preocupas más cuando no le dices nada, ella merece saberlo. —Regresa su vista a mi—. Es mejor que sepa para saber actuar, a que un día te pase algo y no conozca lo que es. 

Baje las mangas de mi camisa para esconder las marcas. 

Deryl conocía mi cuerpo con mucha exactitud, conocía mi dolor, conocía el Christian que tanto escondía. Pero si algo tengo, es que no quiero que viva este proceso. Me recuerda mucho a Jake, yo estuve con él en su proceso de desintoxicación y fue algo tan doloroso. Ver cómo su cuerpo sufría al no tener esas toxinas, y yo no quiero que Deryl lo viva. Quizá Deryl se hacia la que no sabía o yo soy demasiado idiota para esconder cada síntoma.  

Recargue mi cabeza en el respaldo mientras cerraba los ojos, estaba esperando que se me pasara todo y poder entrar a la casa y seguir mimando a Deryl. Precisamente esta noche me sentía más débil, quizá por la revelación, los recuerdos, el hecho de contar mi historia, no lo sé. 

—No puedo estar ahí sentada viendo esas muecas. —El desliz del ventanal hizo sonido al ser cerrada.  

—Ya entraré, cerecita —conteste, sin abrir los ojos—. Solo dame unos minutos. 

—Christian se siente bastante mal, le está doliendo todo. Sus síntomas están aumentando —suelta Luna sin previo aviso. 

Mis ojos se abrieron al escuchar tal revelación. Mi propia hermana acababa de decirle a mi novia lo que sentía, minutos después de haberle dicho por qué.

Vaya traición.  

—Lo sé —contesta, Deryl—. Solo me hago la que no sabe nada. 

«¿Qué tú qué?» 

—Es necio. —Se encoge de hombros—. ¿Qué te puedo decir de él? Es mi hermano. 

—Sé cada cosa por Matt. —Me mira—. Si pensabas que te dejaría así, estás en lo incorrecto. 

—Ándele, pedazo de idiota. Te sabían tu supuesta mentira —Lana se burla de mí. 

—Matt está preparando un suero para que no te deshidrates ya que no estás comiendo bien. Ahora vete y date un baño nuevamente. Tampoco vas a comer pizza, no quiero que te duela la panza. 

—Deryl… —Hago puchero. 

—Ya vete —demanda. 

—Cerecita… —Hago ojitos. 

—Que te vayas —apunta la puerta—. Ahora. 

(…) 

Matt O'Brien 

Sus manos recorrían mi pecho con una lentitud tentadora. Mi camisa estaba ligeramente levantada. Sus piernas abrazaban mi cadera y yo… Bueno, la tenía encima de la barra besándola como si no hubiera un mañana.

¿Cómo llegamos a esto? Quien sabe, pero me vuelve loquísimo tenerla así. No era nada inusual, sólo dos personas demostrándose amor de diferentes maneras, aunque el cuerpo pensara otra cosa.  

—¿Qué no estabas preparando el suero? —Pregunta en medio del beso.  

—Se me cruzaron unos labios. —La jalo más a mi—. Y me dio hambre de ellos. 

—Eres todo un poeta —toma mis mejillas y me aleja de su cara. 

—Deryl está bañando a Christian, Luna fue en busca de sus maletas para ocupar la habitación de invitados. —Trato de acercar mi cara a ella pero me lo impide—. Ya está el suero. Dame tus labios. 




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