Luz y Tormenta

[ CAPÍTULO 47 ]

Matt O'Brien. 

Tal vez la vida así tenía que terminar o mejor dicho así terminaríamos todos algún día, era un equilibrio total. Hay personas que quizá en estos momentos se lamenten de su pasado, mientras otras parecía que cada día repetirían los mismos fallos o daños, un simple equilibrio. 

En otros casos, mi madre jamás trato de cambiar algo de ella. Cientos y cientos de veces pidió disculpas casi de rodillas, pero ellas desaparecen al momento que defendía a mi padre en vez de proteger a sus hijos, se quemaban cuando justificaba la violencia, se cae cuando prefieres a tu pareja antes que a tus hijos. 

Si bien, por mí, sus fallos fueron perdonados. Jamás la inculpara por vivir tanto infierno dentro de su cabeza, pero tantas veces se le dio la oportunidad de cambiarla, pero prefería la vida a un lado de mi padre. De eso si puedo culparla y de eso si puedo decir que sus decisiones, junto con sus hijos, se estaba yendo a la mierda.  

—¿Todo bien, amor? —Inquiere, Melanie. 

—Si, todo bien, pulga. —Dejó las últimas rosas sobre la tumba de mi madre. 

—¿Quieres que te deje solo? —Acaricia mi hombro. 

—No, quédate. —Vuelvo a verla—. Me hace bien estar contigo. 

Asiente con la cabeza y se pega más a mí. Yo solo miraba al frente y movía con mis pies algunas hojas secas que estaban sobre el césped. 

«Al fin descansas en paz, mamá. Es todo lo que puedo desearte» 

Seque un par de lágrimas y respire profundamente. Me sentía temblar, mis piernas estaban débiles, pero no quería caer sobre ellas en este momento. No era el orgullo quien me predominaba, era mi cabeza que me hacía vivir nuevamente cada recuerdo poco a poco.   

Negué para mis adentros y mire en dirección a Christian, estaba lejos junto a Deryl y Luna. Los tres dejaban flores sobre la tumba de Jake a la par que arreglaban el lugar. Hace algún tiempo que no veníamos a visitarlo, eso en cierta parte me ponía muy contento, que disfrutaran como si él estuviera aquí. 

—¿Quieres ir con ellos, amor? —Se pone frente a mí—. Considero que tu ya hiciste tu parte como hijo, deberías ir con tu hermano. 

—Vendré otro día, un día especial para él y para mí. —La abrazo por los hombros—. Solo los espero para volver a casa. 

—Llegando puedes prepararte unos waffles con fruta, como te gustan —dice contra mi pecho. 

—Siempre y cuando me regales un par de besos —le guiño el ojo. 

«Hacía frío en esa habitación blanca. Los sonidos que hacía la máquina me sacaban mis peores corajes, ya me estaba desesperando. La silla se sentía lo bastante incomoda, tanto que mi trasero me dolía a más no poder. Movía los pies con inquietud y fijaba mi vista en la ventana.  

—Te traeré tu comida en unos momentos, ¿sí? —Habla la enfermera y un sonoro beso en el cachete resonó. 

—La comida de aquí es asquerosa. —Hace una mueca—. Siempre y cuando tú la elijas, prometo comerla toda. 

—Mas te vale, no tardo. —Se despide con una sonrisa—. Adiós, pulguita. 

Lleve mi mano rápidamente a mi boca y trate de ahogar mi risa en ella. El fabuloso Jake O'Brien enamorado de su rubia enfermera. Es que no sé si sorprenderme, burlarme o morir de ternura por verlo así. 

—Dilo, Matt. Sé que te mueres de ganas de burlarse —arroga una almohada contra mí. 

—Me sorprende el hecho de verte enamorado. —rasco mi barbilla—. Pero te ves tan ridículo siendo tan tierno. 

—Es que no sabes lo que hace el amor en una persona. —Me juzga con la mirada—. El día que te enamores… 

—Yo no pienso enamorarme, Jake. Esas cosas no son para mí —niego aun sin quitar la sonrisa. 

—¿Por qué, hermano?¿Por que solo te han tocado mujeres que te usan? O ¿Por qué te han roto el corazón? —Se acomoda en la camilla. 

—Precisamente por todo lo nombrado y por todo lo que llegue a pasar en un futuro —contesto con burla—. El amor es como las drogas, hay quienes pierden todo, mientras otros llegan al infinito. 

—Pues que te puedo decir, hermano, es difícil confiar en las personas después de ser usado constantemente —suspira—. Pero a veces simplemente llega alguien, con quien no fuerces nada, no piden nada. Pero con tan solo verlo a los ojos, sientes que el mundo está a tus pies. 

—Ella te tiene muy enamorado —lo miro con mucha alegría. 

—Y no sabes lo doloroso que es saber que yo no estaré a su lado. —Baja la voz—. Cala en el alma. 

—El amor a veces duele —hago una mueca. 

—Algún día llegará alguien que te ame con todas sus fuerzas y la amarás por igual. —Golpea mi hombro—. Lo comparas con las drogas. Pues ella será tu adicción, tu vicio.»

Jamás me dijiste que mi vicio sería un par ojos cafés y esa droga tan adictiva se llamaría Melanie. 

—Me gusta cuando piensas en voz alta —pica mi panza. 

—¿Qué? —La miro con mucha sorpresa. Seria tan idiota para hablar de mi recuerdo. 

—Si esa es tu manera de decirme que me quieres, pues yo también te quiero —besó mi mejilla. 




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