El país donde vivo es grande, tiene diversidad de climas y buena parte de el tiene costas, somos de los pocos países que aun tienen monarcas, y cada ciudad tiene su propio regidor, un joven es considerado un adulto a los 23 años, en casos como el mio esa es la edad donde el estado dejara de darme apoyo, por lo que cambiar de ciudad y tener una casa propia es una gran aportunidad.
Donde crecí se llamaba Mirai, me mudaría a Lucía una pequeña ciudad costera, casi un pueblo, pero que tenia todo lo necesario además de una de las escuelas más importantes del pais, la ciudad era prácticamente de solo estudiantes que se habían mudado a algún piso o apartamento en Lucía, pero yo tendría una pequeña casa casi en la entrada de ella, lo que era muy bueno. A los 22 debería hacer el examen de bizitza, esto es una habilidad especial que todos pueden o no tener, su poder varía en intensidad y en lo que puedes hacer, tenerla no aseguraba qué pudieras tener éxito en todo, y no tenerla tampoco es algo poco común ni grave, bizitza venía de usar la corriente de vida del planeta qué corre dentro de ti y canalizarla en tu habilidad, Adriana la usaba en mi madre, básicamente podía tocar la corriente de vida de mi madre y aliviar su dolor aunque en palabra de Adriana, su poder era muy bajo, se que ayudo mucho a mamá.
Dos semanas después de la visita de Adriana, recibí un sobre con un boleto de tren para dentro de tres días, apenas suficiente para renunciar a mi trabajo y hacer los cambios de domicilio, recogí lo poco que tenia y lo guarde en una mochila, es increíble como toda tu vida cabe en una maleta tan pequeña.
Mi tren salía temprano, Lucía no esta lejos a lo mucho 2 horas de viaje, aun así el tren y sus vagones eran de los antiguos pero hermosos, no se si era por la hora o el día, el vagon hiba casi vacío, Adriana me entrego la llave, papeles y la dirección de mi nueva casa en el anden, casi pude ver las lágrimas asomarse por sus ojos, era una gran persona.
Revise sin más el contenido del sobre una vez que el tren estuvo en movimiento, me senté casi al centro del vacío vagon junto a la ventana, había dos paradas más entre Mirai y Lucía, miraba por ella con mis audífonos puestos, estaba llena de emociones y sentía un hueco en estómago por lo incierto, siempre le he temido más que a nada.
En la segunda parada subio un Joven alto de aspecto varonil, con el cabello rojo atado en un firme pero un poco desaliñado moño qué dejaba sueltos unos cuantos mechones de cabello sobre su rostro, llevaba una camiseta color verde y unos pantalones jeans, subió de prisa al vagon cargando una mochila estilo militar, jamás había sido yo la primera en sentir atracción por un hombre, pero al verlo pude sentir como mi corazón se hundía, mientras el calor subía por mis mejías y me enrojecia, pude sentir su loción inundando el vagon, juro que sentí que lloraria en ese momento estaba aterrada pero no sabia porque, tome mi mochila entre las brazos y me levante de prisa el sobre se deslizó del asiento callendo dejando salir las llaves y rodando a los pies de el que aun estaba parado a medio vagon viéndome levantarme asustada con las mejillas coloradas y los ojos al borde de las lágrimas.
Maldije mi suerte, el día, el horario, el vagon, la casa nueva pero sobre todo me maldije a mi, a mi cobardía al miedo que me desbordaba, qué me impedía hablar o respirar, juro que sentí que era el segundo más largo y humillante de mi vida.
Editado: 15.12.2024