Luzatzen

Capitulo 8

Luzatzen había cambiado de ciudad y se podría decir que de vida, los malos recuerdos seguían dando vuelta por su cabeza de vez en cuando causando temblores en el cuerpo, pero respiraba y continuaba con lo que hacía decidida a avanzar. 

Leer sus últimas entradas en el viejo diario parecía reconfortante dandole cierto alivio, estaba en el último mes del año y en febrero retomaría la secundaria, pero ya no solo sentía miedo, ahora le causaba ilusión, la oportunidad de enderezar su camino y cambiar el destino oscuro, qué pensó que era imposible de evitar; era ahora una realidad. 

Todo había cambiado en cuestión de 3 meses parecía una historia de novelas, pero sentir el calor de su taza de café por las mañanas viendo por la puerta corrediza, abierta de la cocina; como las olas hiban y venían le confirmaron que no un sueño y que su felicidad era genuina. 

De vez en cuando recordaba al joven encantador y varonil qué conoció en el tren, lo buscaba con la mirada al caminar por la ciudad o esperaba verlo en alguno de sus trabajos, no pensaba en el como un ligue, era más como quien ve algo tan hermoso que no tocas por miedo a romperlo, aun así no puedes quitarle la mirada de encima, pero no lo volvió a ver en los próximos meses. 

No pensaba en enamorarse, ni en tener alguna cita rapida, ya no había un vacío que intentar llenar, ni una soledad espantosa qué evitar, disfrutaba del fresco de su jardín, de la brisa del mar qué entraba por la cocina y del ronroneo de los dos mininos qué le hacían compañía. 

Un día mientras trabajaba, uno de sus compañeros en la tienda le pregunto que estudiaría saliendo de la secundaria, a nadie le contó sobre su situación ni de su abuela, no era algo que le incomodara pero prefería no compartirlo. 

"Hey luz!" así le decían de cariño "casi acaba el año y empezarán las clases ¿tienes idea de que harás saliendo de la secundaria?", pregunto Carlo con su marcado asentó de la parte más al sur del pais, tenía los ojos pequeños y oscuros, el pelo muy lacio tan oscuro como la noche. 

Vamos viejo déjala tranquila, aun tiene dos años para decidir! Mejor ven aquí y levanta esas cajas " le contesto Eli dándole un golpe en la cabeza con un tablero de inventario al mismo tiempo que le sonreía a Luzatzen. 

"No te preocupes Luz, no tienes que tener todas las respuestas, esta bien equivocar un poco el camino siempre que sepas bien quien eres podrás encontrarlo aun en la oscuridad.." Eli era un tipo de poco más de 30 años, había crecido en la ciudad era casado y tenía dos 2 niños hermosos, su esposa Uliza era un amor de persona tenía ese cuidado maternal con todos los empleados de la tienda de su esposo. 

Luzatzen había elegido vivir un paso a la vez, pensar demasiado en el futuro, era aveces abrumador y le causaba dolor en el estómago. 

El mes de diciembre se fue más rápido de lo que pensó, el fin de año fue a la casa de Eli y ceno hay, luego se fue al bar donde trabajo hasta la madrugada después directo a casa con los bolsillos llenos de propina y uno que otro papel con los números de teléfono que le dejaban los chicos, qué hiba desechando de camino a la parada de taxis, amaba esa ciudad y la tranquilidad que le brindaba. 

Aun faltaba sanar mucho, pero de alguna forma estar hay le daba valor y sentido a su día a día. 

Para mediados de enero debía realizar su matricula en la secundaria, por lo que ese día se levantó temprano, lavo su cabello y busco la ropa que le parecía más formal, termino por atarce el cabello en una cola alta, tenía el cabello oscuro y ondulado hasta las caderas su fleco enmarcaba su rostro, sus ojos café oscuros con sus pestañas muy largas y risadas no ocupaban más que un poco de delineador, tenía un lunar cerca de su ojo izquierdo y uno en su labio superior en el lado derecho, se puso un pantalón de talle alto color azul oscuro y una blusa blanca formal sin escote, su viejo reloj de pulsera, era bajita de estatura apenas media 159 cm por lo que eligió unas sandalias de tacón pero no muy altas pues no quería sobresalir demasiado además que no sabia usar tacones y le parecían muy incómodos, mirándose al espejo se pregunto si había subido de peso, tenía más amplias más caderas y el pantalón hacia lucir más su trasero, algo que le apenaba, pero al mismo tiempo le enorgullecia, no usaba aretes jamás se había abierto las orejas, colocándose algo se fragancia tomo su bolso y salió de casa. 

Espero el bus de las 10 qué la llevaría al centro, luego caminaría a la escuela, era algo realmente imponente, el edicificio parecía hecho en su totalidad de madera, la entrada era como la de un palacio antiguo, tenía dos puertas muy altas y las ventanas tenían vidrales hermosos. 

Los jardines eran enormes y estaban llenos de estudiantes, algunos usuarios de bizitza qué manipulaban los elementos hacían demostraciones para los que quisieran ver, eran los de últimos años ya que se descubría hasta los 22 si eras capas o no y tomaba unos años más en entrenamiento para poder tener control y una orientación de aplicación. 

Los pasillos estaban llenos y las filas en las ventanillas largas, debía buscarse en el tablero para saber hacia donde ir. 

Luego tomo su lugar y espero en la fila a que llegara a la ventanilla, Adriana había hecho el proceso de los papeles así que solo era de ir y presentarse, al llegar a la ventanillas le dieron los documentos que debía llevar a registro, para que le dirán su horario y sus libros, leyendo los rótulos llego a la oficina donde jóvenes salían y entraban, al llegar al mostrador, sintió undir su estómago hasta los pies y como su corazón parecía latir lento, mientas se hiba poniendo fría. 



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En el texto hay: pasión, amor, desamor

Editado: 21.09.2024

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