"No utilices a los demás para justificar tu mediocridad o darle razón a tus acciones, cada quien tiene la capacidad de decidir y de cumplir con sus deberes sin buscar refugio en vidas ajenas.
_Isabel Quintanilla. "
Caos...
Era caos lo que se percibía en las calles de la imponente ciudad a la que Lucifer y sus aliados habían llegado. Al estar en la tierra de los mundanos debían recurrir a una apariencia sombría para así poder pasar desapercibidos con ellos. Estos, de todos modos, no podrían ponerles atención en ese momento, no. No cuando sus vidas peligraban gracias al infierno que algunos mandos habían provocado.
Edificios altos y bajos, locales, casas y demás instituciones se hallaban siendo consumidas por feroces llamas que, desgraciadamente, ya habían cobrado la vida de muchas personas que habían sido sorprendidas por los guerrilleros. El fuego lo estaba arrasando todo por completo. El cielo nocturno apenas se podía apreciar por el humo que lo opacaba todo. Sin embargo, Lucifer y las criaturas que lo acompañaban eran capaces de visualizar sobre este a grandes y oscuras nubes. A él le parecieron... peculiares. Tenía mucho tiempo sin visitar la tierra, sin ver el cielo. Lo extrañaba, su pecho se estrujó ante el hecho de encontrarse con su imagen de nuevo, pero hubo algo más en eso que de pronto lo hizo sentir decaído, pues de inmediato se vió invadido por un oscuro recuerdo.
"Nubes oscuras, lluvia y un cielo oscuro y tormentoso fue lo que me recibió cuando llegué a la tierra de los humanos.
Después de caer de ese cielo aterrador... una lluvia incesante se hizo presente. Me cubrió por completo. Sentí mucho frío, mucho miedo. Me encontraba en un lugar extraño y oscuro. No tenía nada que ver con mi anterior hogar, no se parecía en nada al Edén... Este era desolador, deprimente. Pronto me hizo sentir así. Ese lugar boscoso en el que había ido a parar me intimidaba, la naturaleza vestida con la noche era tan imponente. Me hacía sentir tan inseguro.
En peligro.
Miraba hacia todos lados, sin saber qué hacer, sin poder reaccionar si quiera. Sin embargo... algo en mi interior empezó a despertar, algo que de inmediato me hizo volver a ese tormentoso aquí de golpe.
Ira...
Fue ira lo primero que hizo revivir a mi voz, a mi sistema. Fue la ira y la decepción lo que me ayudó a reconocer lo que pasaba.
Mi padre me había exiliado al mundo de ellos...
Mi padre... me había enviado con esos horribles seres.
Me alejó.
Esa noche de lluvia... él me alejó de mi hogar.
Él... me dejó.
Ese tenía que ser mi castigo para toda la eternidad. "
Lucifer derramó una lágrima oscura después de despertar de aquel recuerdo, pues de nuevo sentía esa sensación tan familiar, esa que siempre era capaz de percibir cuando pensaba en la noche que fue desterrado del Edén.
Su padre Dios decidió que fuera así, pues Lucifer había cometido algo que ante los ojos del creador... era un crímen muy grave.
Imponerse ante él y ante sus decisiones.
Lucifer lo confrontó cómo nadie más de sus hermanos lo había hecho. No estaba de acuerdo con el control que él quería ejercer sobre su nueva creación, los humanos. Él para Dios era perfecto, pero Lucifer no pensaba lo mismo de los humanos. No podía tolerar que él creyera que sus nuevos mortales fueran así, y pronto lo comprobó al ponerles la tentación. Le hizo ver que ellos tenían decisión, que no eran tan perfectos y que si decidieron desobedecer las advertencias del creador al comer del fruto prohibido... entonces no eran dignos de él, ni de los angeles, ni del hermoso mundo que él había hecho para ellos.
Dios no soportó tal necedad de su hijo, pues él, a pesar de amar a Luzbell tanto cómo a su propia creación, sabía que estaba en un error al juzgarlos. El creador creía en los humanos, les tenía fé y sabía que podían ser también esperanza, no importaba que hubiesen cometido el error de desobedecerlo.
Lucifer no lo soportó, él no podía creer en esos seres, no entendía por qué habían sido creados, estos ni siquiera eran dignos de sus propias pieles y belleza... Fue así que decidió enfrentar a su padre y, cómo castigo, Dios decidió desterrarlo a un lugar donde él ya no pudiese estar.
Lo había alejado de su hogar, de sus hermanos, para ser obligado a vivir en un mundo de oscuridad y de la ausencia de Dios. Fue entonces que se volvió marchito, pues al ser invadido por muevos sentimientos, oscuros y peligrosos, y al dejarse llevar por su propia oscuridad de rencor y de ira... todo en él dejó de ser luz. Pronto todo en él cambió. Se apagó el ser luminoso y hermoso que era y se convirtió en una criatura oscura, sombría y llena de impotencia, de dolor, pues supo de inmediato que había sido condenado por los siglos de los siglos a vivir en el exilio.
Dejó de ser el hermoso Luzbell.
Para él y todos se había convertido en el temible rey de las sombras. En Lucifer.
<<Era por esto que Luzbell peleaba antes, era por esto que él se negó a cumplir las órdenes de su padre que consistían en cuidar y proteger a los humanos.
Ellos no lo merecen...
Después de ver esto... ¡Siguen sin merecerlo!>>
Miró con ira y dolor todo su alrededor. Los humanos peleaban entre sí, destruyendo todo lo que encontraban a su paso. Las detonaciones de armas y de los cañones de inmensos tanques que ahora algunos hombres comandaban y guiaban por las destruidas calles, era lo que inundaba el ambiente. El sonido de su destrucción era insoportable, desesperante. Lucifer y sus acompañantes miraron de nuevo al cielo al ser alertados por un nuevo sonido...
Un misil a toda velocidad se acercaba hacía dónde se encontraban ellos y los humanos.
Los gritos de las personas desafortunadas que se habían quedado atrapadas en medio del caos no se hicieron esperar y estos, al percatarse del nuevo peligro, intentaron huir del lugar.