Lucifer llegó a la biblioteca, donde Leal y Baltazar ya lo esperaban, cada uno impaciente. Leal fue la primera en ponerse de pie al ver la expresión en él.
—¿Qué ha sucedido?—preguntó Baltazar, después de incorporarse también.
Lucifer suspiró, su rostro sombrío los alertó.
— La ciudad está en caos. Debemos irnos pronto o este llegará aquí, es peligroso quedarnos.
Leal se sorprendió, miró a todos de hito en hito y después fijó sus ojos marrones en el Amo Oscuro.
—¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué ha visto?
—A los humanos volviendo mierda todo, así que andando. Quiero verlos moverse.
Leal se tambaleó, cómo si hubiera recibido un golpe.
—¿Qué hicieron? ¿Qué es lo que vió exactamente, señor?
— A su maldito caos. Sólo aumenta, sólo provoca más destrucción. Si sigue así... él Monstruo Oscuro llegará más pronto de lo previsto. La energía negativa lo está invadiendo todo. Lo atraerá más rápido.
—Se-señor, pero aún no me queda claro qué es lo que...—
—Un agujero negro, Leal.— respondió el Amo Oscuro, sosteniendo a Leal de los hombros. Los ojos de ella se abren con sorpresa, después de razonar lo que ha dicho—. Un monstruo que se alimenta de energía negativa. El que está próximo a llegar... es más grande que la galaxia Andrómeda, así que, cuando este cerca de esta, todo aquí ya habrá sido devorado.
—E-entonces... no hay nada qué hacer contra algo así.
— Claro que sí lo hay, Leal. Nosotros estaremos bien, no pertenecemos a este plano, pero tú no... porque por alguna razón eres una maldita mortal ahora. No podría llevarte conmigo al Averno, pero haré que Padre te resguarde. Tenemos que encontrar una gran fuente de luz para que pueda escucharnos con esto.
—Pe-pero si no logramos...—
—Lo haremos. Debe haber un poco de ella dentro de este mundo agonizante. — Lucifer tomó la mejilla de la criatura de blanco y la acarició, sin dejar de mirar sus ojos cristalinos por el miedo. Se cautivó tanto por ellos, que desconoció cuánto tiempo se perdió mirándolos. Cuando volvió al aquí, sólo tragó grueso y alejó sutilmente su toque de ella—. Debes tener fé, al menos en eso. Debe haberlo por ahí también.
Ella sólo asintió, sin dejar de lucir preocupada.
— Señor, ¿a dónde iremos ahora entonces?
Lucifer la miró, su expresión seria.
— No lo sé, pero no es seguro quedarnos aquí. Y debes estar preparada para todo lo que verás allá afuera. ¿De acuerdo? Confío en que lo lograrás. Debes ser fuerte. Debes ser valiente. El mundo necesita personas como tú ahora más que nunca. Y te prometo que te protegeré, que estaré a tu lado en todo momento. No temas.
Leal asintió, derramando varias lágrimas.
— Lo... Lo intentaré entonces, señor.
—No es sólo intentarlo, Leal. Debes hacerlo. Debes ser fuerte por ti misma. Házlo por Padre también.
Ella volví a asentir y después Lucifer le dijo que la dejaría un momento para hablar con los suyos. Los llamó después para que lo siguieran a la estancia y ahí se preparó para enfrentarlos.
— Míos, ahora nuestro siguiente paso será inspeccionar la ciudad—, dijo Lucifer, mirando a Baltazar y a los demás con seriedad—. Debemos encontrar alguna fuente de energía positiva para que así logremos...—
—Espere, un momento, mi señor — Baltazar lo interrumpió y después miró a los demás con preocupación, antes de devolver su mirada a Lucifer —. ¿Ha hablado en serio acerca de buscar esa luz? ¿Está demente? ¡Sabe que es peligroso para nosotros si la encontramos!
Lucifer suspiró, intentando calmarlo.
— No hay por qué temer, Baltazar. Se haría todo con precaución. La luz es lo que necesitamos para llamar a Padre. Bueno... Nosotros no, pero ella sí podría. Es para que la escuche a ella, no a nosotros.
Pero Baltazar no se convenció.
— No puedes estar hablando en serio, Lucifer. La luz es lo opuesto a lo que somos. Nos destruirá. Nos arriesgarás demasiado.
Los demás demonios asintieron en acuerdo con Baltazar, luciendo preocupados.
—Escúchame— dijo Lucifer, intentando calmarlos—. No es peligroso si lo hacemos con cuidado. Y debemos hacerlo. No podemos permitir que Leal se quede aquí para cuando el Monstruo Oscuro lo consuma todo.
Pero los devotos no se convencieron.
—No podemos arriesgarnos tanto... —dijo uno de ellos—. No podemos permitir que la luz nos destruya. Es suicidio el ir a buscarla.
Baltazar se acercó a Lucifer, con su rostro serio y lleno de preocupación.
— Lucifer, por favor. Piensa en lo que estás haciendo. Nosotros somos los menos indicados para manejar una energía así.
—Nosotros no lo tendremos que hacer, Mío. Te lo he explicado, sólo la buscaremos para que Leal pueda utilizarla para ella misma. Ella sí puede buscar a Padre y pedir su liberación de este plano.
— ¿Y cómo estás tan seguro de que la escuchará? Es una humana ahora, y, te recuerdo que es alguien a la que él desterró de su hogar también.
Lucifer se quedó en silencio, sintiéndose golpeado de nuevo por esas dudas, pues aún no comprendía el porqué ella se encontraba ahí.
¿Qué había hecho ella para merecer ese castigo? ¿Por qué Padre la había desterrado?
Él mismo había sido desterrado del cielo por su rebeldía, pero Leal... Leal era diferente. Era inocente, pura e ingenua... No podía imaginar qué había podido hacer ella para merecer ese destino.
Lucifer se alejó de Baltazar y comenzó a caminar por la habitación, su mente llena de pensamientos. ¿Qué había pasado en el Paraíso? ¿Qué había hecho Leal?
Se detuvo frente a una ventana, mirando hacia el exterior. Ese oscuro exterior plagado de sólo caos. Ella no merecía estar ahí, ella no pertenecía ahí. Él llegó a conocerla más que nadie, incluso más que Padre. Ella... era la inocencia misma, la belleza y la bondad. Por eso padre la protegía tanto.
Es por eso que él no podía entenderlo.
Ella era su más preciada criatura.
¿Por qué padre le haría esto al ser que tanto cuidaba?