El cielo nocturno se había vuelto cada vez más oscuro, cómo si una sombra gigante se acercara desde el espacio. Lucifer miraba hacia el horizonte, su mirada fija en el punto donde sabía que se aproximaba el Gran Monstruo Oscuro.
—Pronto...— susurró, su voz llena de anticipación.
El agujero negro, con un diámetro de millones de kilómetros, se acercaba a la galaxia de la Vía Láctea. Aún faltaban dos días para que llegara, pero ya comenzaba a sentirse su influencia.
La gravedad del agujero negro empezaba a alterar la órbita de los planetas, causando disturbios en los patrones climáticos y sísmicos. Los terremotos se volvían más frecuentes e intensos en la tierra, y las tormentas atmosféricas se intensificaban.
Los humanos comenzaban a percatarse de la cercanía del Gran Monstruo Oscuro. Los astrónomos detectaban cambios en la órbita de los planetas y la alteración en la radiación cósmica. Los medios de comunicación empezaban a difundir noticias sobre el fenómeno, aunque aún no comprendían su verdadera naturaleza.
La gente común sentía una creciente sensación de inquietud, como si algo estuviera cambiando en el fondo de su ser. Algunos reportaban sueños extraños y visiones apocalípticas.
El tiempo parecía distorsionarse. Los relojes se retrasaban o adelantaban sin explicación, y los ciclos naturales se alteraban. La luna parecía más grande y más roja en el cielo, como si estuviera gritando una advertencia. La Tierra temblaba, como si sintiera el aliento del Gran Monstruo Oscuro en su cuello.
El mundo se sumió en el caos mientras la noticia se difundía como un reguero de pólvora. Los medios de comunicación transmitían imágenes de pánico y desesperación, mientras los líderes mundiales se reunían en emergencia para discutir la crisis.
La sala de reuniones de la ONU estaba llena de tensión. Los líderes mundiales, cada uno defendiendo sus intereses, pues aun desconocían lo que se acercaba.
— No podemos detener la guerra ahora— dijo el presidente de Rusia, ya sonando alterado—. Hemos invertido demasiado en esta campaña.
— ¿Están locos acaso? ¿No han visto que ha sido más que suficiente?— , dijo el Dr. Patel, un astrofísico de renombre. Este ya lucía un poco cabreado por la negativa de varias partes—. La guerra es insignificante comparada con el problema que se avecina. Su rivalidad y egoísmo han impedido la cooperación internacional necesaria para enfrentar este nuevo desafío.
— ¿Qué problema? ¿Es acerca de esos desastres? ¿Al fin han encontrado algo concreto?— preguntó el presidente de China y el doctor sólo asistió, antes de suspirar y armarse de valor para revelar;
— Un agujero negro se acerca a la Vía Láctea..
Los líderes se quedaron en silencio, conscientes de la gravedad de la situación.
— Es hora de dejar de lado nuestras diferencias, señores. Contra esto... tenemos muy poco tiempo.
La sala se llenó de un silencio tenso, mientras los líderes mundiales consideraban su próximo movimiento.
—Es imposible...—decía el Dr. Jenkins, uno de los principales científicos del proyecto de observación espacial—. Nuestros cálculos indicaban que el agujero negro estaba a millones de años luz de distancia. No puede haberse acercado tan rápido.
— Entonces, ¿qué está pasando? Es cómo si algo con más fuerza que la gravedad lo estuviese atrayendo— preguntaba el presidente de los Estados Unidos, con voz llena de preocupación.
— No lo sabemos. Parece que nuestras leyes de la física no se aplican en este caso. Es como si el agujero negro hubiera saltado través del espacio y el tiempo.
La sala se llenó de murmullos y gritos de incredulidad. Los científicos y líderes mundiales se miraban entre sí, buscando respuestas que no tenían. Mientras tanto, en las calles, la gente se reunía en grupos, algunos llorando, otros gritando, otros simplemente mirando hacia el cielo en busca de una respuesta.
— ¿Qué va a pasar? ¿Qué es esa gran oscuridad?— preguntaba una mujer, con voz temblorosa.
— ¿Qué podemos hacer?— , preguntaba un hombre, desesperado por lo que presenciaba.
La respuesta era siempre la misma: nadie sabía.
En medio del caos, Lucifer observaba, preocupado, desde lo alto de un edificio, acompañado de sus devotos . Sabía que el Gran Monstruo Oscuro era solo el comienzo.
— Ya está empezando... Ellos ya se han enterado.
~*~
Lucifer, conociendo la gravedad de la situación que ya se había desatado, tomó una decisión y se armó de valor para regresar a la cabaña, sabiendo que debía enfrentar a Leal. Al entrar con cautela, la encontró sentada a ella sobre la cama, mirando hacia la ventana.
Tragó grueso y después se dirigió a ella con cuidado. Podía percibir una horrible tensión en el aire que le hacía ver cuánto lo había arruinado, pero aún así sabía que debía actuar lo antes posible para mantenerla a salvo.
Era lo que más le importaba.
— Leal, querida— , dijo con voz suave y baja.
Leal no respondió.
— Leal, ha pasado algo. Los humanos ya se dieron cuenta de lo que pasa con el Gran Monstruo Oscuro. Tenemos que empezar a movernos, las cosas se han puesto peor allá fuera.
Leal siguió sin responder, eso a Lucifer lo llenó de impaciencia y preocupación.
Respiró profundo, antes de volver a dar otro paso hacia ella.
— Leal, por favor, necesito que me mires... Hablemos de esto. Es urgente.
Leal se levantó y se alejó, dejando a Lucifer más desconcertado que antes.
— Leal, los humanos ya se están descontrolando. El caos está aumentando. Debemos hacer algo antes de que eso pueda afectarte a ti y a nuestra búsqueda.
Leal se detuvo en la puerta, pero no se volvió.
— No me importa— , dijo con voz fría.
Lucifer se quedó sin saber cómo reaccionar por unos segundos.
— Leal, ¿pero qué dices? Por favor, reacciona. Tenemos que movernos.
Leal se volvió hacia él, con mirada helada.
— ¿Y para qué? ¿Qué es lo que pretendes ya con esto? ¡Ni siquiera debería de importarte! ¡¿Eres el Diablo, no?! ¡A ti no te importan los humanos, ¿entonces por qué te importaría yo ahora?!